Camille es una boxeadora muy conocida.
Pero todo puede irse a la ruina.
Camille va a una fiesta, pero no una cualquiera, es la de su ex-preparatoria.
En esa fiesta encuentra su viejo amor y un amor que no correspondió.
Tiempo después de esa fiesta C...
El sol hoy no estaba feliz, al igual que yo. Ambos estábamos de calentura y no de la buena. Hacia un calor mas bravo de lo usual, que solo hacía aumentar mi mal humor. Hoy era de esos días que me levantaba de malos humores, el embarazo solo lo aumentaba. Si no gritaba, lloraba. No era mi día. Y es porque, después de tantos días, logré hablar con Sebastian, no era de mi agrado hablar con él menos estando de males, pero tenía que hacerlo. Él ya sabia mi condición, solo quería decirme algunas cosas y ya. Después de todo, yo ya se que tengo que hacer y decir.
-¡Maldición Esteban, dije que no!-grito exasperada, mirando furiosa a mi hermano.
Mi hermano me mira molesto antes de levantarse del sofá e irse a la cocina. Suspiro cansada y me recuesto por total en el sofá. Me dolían las piernas y no he hecho nada hoy.
Cierro los ojos, esperando el sueño, los malestares no me dejan dormir mucho por lo tanto no tarde en dormirme, con profundidad.
[*]
El irritante sonido de una voz aguda hace que despierte con males humores. No quería levantarme, sabia lo que me esperaba, sabia que también era como cobardía no hacerlo. La voz seguía cantando con armonía y pasión. Me tape hasta la cabeza con la sabana, la cual no se de donde saldría.
-Camille...-llamaron suave, una voz masculina.
Gruño molesta.
-Camille-llamaron mas fuerte.
-Dejame-gruño ronca.
-¡Camille, arriba!-gritaron fuerte y ya después no sentí la sabana, solo frío.
Abrí los ojos encontrando a Will, mirándome serio y molesto.
-¿Que?-hablo malhumorada.
-Tu teléfono esta sonando desde hace media hora y por lo que sé, tienes una cita importante-dice.
Frunzo el ceño y me estiro para tomar mi teléfono de la mesa ratona frente a mi. Lo enciendo.
10 mensajes de texto.
5 mensajes de voz.
30 llamadas perdidas.
-Dios mio santo...-murmuro cansada.
Me levanto rápido, tenía media hora de retraso. Todas las llamadas y mensajes eran de Sebastian, preguntando donde estaba y que si nos veríamos. Corrí escaleras arriba y entre a mi cuarto. Me bañe y vestí, un pantalón azul oscuro, una franela blanca larga, un suéter beige tejido y unos botines marrones. Tome un bolso café y guarde lo necesario.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Salgo del cuarto y bajo las escaleras, al final de estas estaba mi madre.