La llegada de los sacrificios

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Estoy sentada en el piso de madera, bebiendo mi té, Vanessa se encuentra frente a mí, ella se ve tranquila, no entiendo cómo, ella ya va a ser libre, ha estado treinta años aquí, yo ya me sentiría desesperada para ser libre, de pronto me entra una duda y debo preguntarle, dándome vergüenza por romper su paz.

- Oye, ¿Cómo voy a saber si es el momento?

- Por el té

- ¿Cómo?

- Cuando tu té muestre ondas, como si un movimiento lo produjera, la brújula te esta avisando que el los sacrificios están listos.

- Ah, ok, gracias.

- Y ya que al fin hablaste, ¿No tienes más dudas? ¿Ya revisaste el contrato?

- ¿Pero ya me dijiste todo no?

- Te dije lo que me acorde, puede faltarme algo.

- Le voy a dar una mirada, igual no me voy a arrepentir.

Voy leyendo el contrato, esta todo lo que me ha dicho Vanessa, los puntos cardinales, los 3 sacrificios menores y el sacrificio mayor, al terminar el juego el sacrificio mayor tomara el lugar que me corresponde y yo seré libre, en caso de no terminar seré la encargada de la brújula hasta que ella escoja a alguien mas, pero un punto llama mi atención.

- ¿Me rindo?

- ¿Qué dices?

- Este punto que dice" en caso de no poder seguir matando a los sacrificios se debe decir "me rindo" así los que quedan vivos seguirán sus vidas fuera de la brújula y tu tomaras tu lugar de encargada".

- Ah sí, se me paso decirte eso.

- ¿Es lo que tu hiciste?

- Sí - Vanessa observa tranquilamente su té.

- ¿No te arrepientes?

- No.

- Puedo preguntarte...

- No creo tengas tiempo, ya casi empieza el sacrificio y tu debes leer eso completo.

- Es cierto, déjame continuar.

Ahora vienen los puntos que Vanessa no me contó, "En caso de no poder matar a todos los sacrificios menores no puedes pasar al mayor y deberas decir Me rindo", "Aunque todos son espíritus sienten dolor y tienen necesidades básicas como comer e ir al baño", "después de la entrega de cada sacrificio deberas ir a la habitación de a lado y tomarte un descanso", "puedes usar la forma que quieras para torturar a tus sacrificios, ya sea física o psicológica", "puedes interrogar a los sacrificios, no importa si no es su turno" " Puedes mentirle a los sacrificios como parte de la tortura psicológica", "El sacrificio aparecer muerto de una forma relacionada a como será asesinada" o para finalizar la que ya me había dicho Vanessa, "Los sacrificios pueden presentarse de la manera que tu gustes", esta última me da una idea.

- Oye Vanessa, me dijiste que alguien ya había pedido que los sacrificios estuvieran en ropa interior.

- Sí, y desnudos, con ropas ridículas, o simplemente no se complican y piden que se queden como llegan.

- Las quiero en ropa interior.

- Sí estas segura la brújula las hará llegar así.

Vanessa mira fijamente su taza de té y me voltea a ver.

- Mira tú té ¿Ve está moviendo?

Miro mi taza y me sorprendo al ver las ondas.

- Sí, ¿Es hora?

- Así es, toma.

Vanessa me pasa una pistola, que igual que el contrato y el bolígrafo saca de sus espaldas.

- Pero yo no la pedí.

- Pero la brújula sabe lo que piensas y sabe que es lo primero que quieres usar, es un calibre .223, te servirá para el primer sacrificio.

- Gracias, te veo en un rato.

- Igual, suerte.

me levanto, tomo un respiro y me doy la vuelta decidida a ver a mis casi asesinas a la cara, estoy decidida a hacerlas sufrir, a hacer que se arrepientan de lo que me hicieron y de lo que planeaban hacerme, tomo la perilla de la puerta y la giro lentamente, lo primero que veo, su espalda, ella fue colocada en la posición sur, Fabiola, trae puesta ropa interior color turquesa, En el Oeste esta Alesa, la perra número dos, su ropa interior es blanca, en el Este esta Alexa, la perra número uno, su ropa interior es rosa, me sorprende ver que no se visten igual para dormir, y para finalizar la causante de toda mi desgracia, esa maldita que arruino mi vida y amistad con Fabiola, Lizbeth, su ropa interior es negra, todas están apenas despertando, con grilletes en las muñecas, sujetándolas de la espalda y el otro extrema de la cadena sujetada de la pared. me pongo en medio de la habitación, exactamente sobre la brújula, y veo cómo va una por una despertando, poniendo cara de miedo al verme ahí parada, sana. y no podía faltar, la primera palabra fue de Lizbeth.

- ¿Julia? ¿Cómo? ¿No deberías estar tirada en una camilla como vegetal?

- ¿Aún en esta posición piensas atacarme Liz?

- ¿Qué crees que estás haciendo rarita?

- Le haré pagar por lo que me hicieron.

Para mi sorpresa la siguiente en reaccionar es la mayor fan de Liz, Fabiola.

- Deja de jugar Julia, no sé cómo nos trajiste aquí, pero tú y yo sabemos que no serias capaz de hacer nada.

- Fabiola, por favor, hazte un favor y cállate.

Alexa y Alesa no hablan, están demasiado asustadas como para poder reaccionar, ellas saben que no es juego, pero a diferencias de ellas Liz piensa que atacándome saldrá de esta, como siempre en su vida.

- Vamos rarita, déjanos ir y te daré permiso de ayudarnos con nuestras tareas cuando quieras.

Liz ríe, después le sigue Fabiola. las perras también lo hacen, pero ellas sin saber si es lo correcto o no, Fabiola se lanza a la defensa de Liz, y habla como si aun me conociera.

- Tú no eres capaz de lastimar a nadie, sé que debes estar enojada pero solo jugábamos, suéltanos y todo estará bien, y como dice Liz, a veces podrás sentarte con nosotras.

Aunque estoy cara a cara con Liz, volteo la cara para ver con enojo a Fabiola, pero siento algo en mis pies, bajo la mirada, es la brújula, me ha dicho quién es la primera en morir, vuelvo a ver a Liz, camino hacia ella y me agacho, agarrándole la quijada, tomo la pistola y se lo coloco en la cabeza.

- Dime Liz, crees que después de lo que me hicieron ya no soy capaz de hacer algo "malo", ustedes pagaran por lo que me hicieron, y les mostrare ahora mismo que no el juego.

Giro mi cuerpo y disparo directamente en la cabeza de Alesa, La punta de la brújula apunto hacia el oeste, la única que grita es Alexa, Liz y Fabiola ponen cara de sorpresa, al no creer que fuera yo la que hiciera eso, me llega un olor incómodo y volteo a la derecha, Alexa se orino del miedo.

- Las dejo solas un momento para que piensen, tal vez las puedo dejar libres si me convencen, por cierto, si quieren hacer sus necesidades, deberá ser aquí mismo, sigan a su ahora única perra.

Me voy a la habitación de al lado en donde se encuentra Vanessa acostada en el piso mirando hacia arriba, en el momento en el que cierro la perilla ella me voltea a ver.

- Que bien lo has hecho, ¿Eres una persona realmente fría verdad?

Me siento frente a ella y pongo la pistola en el suelo, y sin dudar le pregunto lo que quería saber antes de matar a una de ellas.

- ¿Ahora tienes tiempo de decirme cómo fue que no terminaste tu juego?

- Claro, te contare con otras dos tazas de té, mientras te avisa que toca el siguiente sacrificio.

Se vuelve a sentar y de su espalda saca dos tazas nuevas de té caliente, para empezar a hablar. 

La brújula de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora