La tortura previa

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Entro a la habitación, volteo a ver a las tres, Lizbeth esta de rodillas, mirando al suelo, parece estar llorando, no sé si por miedo o por su amiga muerta, Fabiola me voltea a ver con resentimiento, ella no parece que hubiera llorado ni una lagrima, y Alexa es la más afectada de las tres, se encuentra en posición fetal, expirando un asqueroso olor a orina, volteo a ver el cadáver de Alesa, con sangre salpicada alrededor, noto que algo en la habitación cambio, la vela, la vela se ha apagado, eso ha llamado mi atención, yo no la apague y no existen entradas de aire aquí, pudo ser una de ellas pero no creo que alcancen, pero usare eso para intimidarlas.

- Quien de ustedes trio de perras apago la vela? - Ninguna me dice nada.

- Les he hablado, ya vieron que soy capaz de todo, contesten.

A lo que contesta Lizbeth, quien creo sigue sintiéndose valiente de cierta manera.

- No fue ninguna maldita loca, se apagó cuando saliste de aquí.

- No me estas mintiendo? es tu especialidad.

- Ni siquiera alcanzaríamos, ¿no lo notas? pensé eras más inteligente.

Me molesto con ese comentario, me acerco a ella, quedándome parada donde está su vela, ella levanta la mirada, noto que sus ojos están demasiado hinchados, se nota ha llorado desde que me fui del cuarto, de su nariz salen mocos, y su expresión es de profundo rencor, odio, ya no me ve con lastima, conseguí que sintiera algo nuevo por mí, odio, me agacho, le sujeto la barbilla para que así nos miremos frente a frente.

- Lizbeth, después de lo que viste aun crees poderme contestar así?

Entonces con la empuñadura de la pistola la golpeo, su cabeza se movio de tal manera que su cabello quedo tapándole la cara, pero luego de algunos segundos veo unas gotas de sangre saliendo de su rostro, vuelvo a sujetar su barbilla para voltearla hacia mí, la partí el labio el cual está sangrando, y su expresión de odio cambio a parecer de temor, la vuelvo a amenazar.

- Si vuelves a hablarme asi te hare algo peor, recuerda, aquí ustedes son mías. - Me levanto rápidamente para ponerme enfrente del cadáver de Alesa y verlas directamente.

- Entendieron las tres. -Ninguna habla, pero solo Lizbeth y Fabiola voltean a verme.

- Contesten perras. - La primera en hablar en Fabiola.

- Sí Julia.

- Así no, desde ahora me llamaran, Dueña. - La expresión de Fabiola es inigualable, no puede creer lo que dije. - ¿Estas sorda Fabiola? repítelo.

- Sí, Gran Julia.

- Y tu Lizbeth ¿entendiste?

- S- s- sí, Gran Julia.

- Pero esperen, solo he escuchado hablar a dos, aquí son tres, de hecho, una ni siquiera ha levantado la mirada.

Empiezo a caminar, paso por arriba de la brújula, pero no muestra señas de que alguna vaya a morir, asi que sigo caminando hasta llegar a Alexa, ella ni siquiera reacciona, sigue viva, la veo respirar, pero el que yo esté ahí ni siquiera le afecta, está viendo fijamente hacia enfrente, donde está el cadáver de Alesa, tirada en el suelo, con la ropa interior mojada.

- ¿Y tú? ¿no vas a decir nada? - Le hablo, mirándola, pero ella no se mueve.

- Vamos perra, reacciona. - pero aún no tengo respuesta. - Te dije que hablaras!

Le doy una patada en el vientre por el cual se queja de color.

- Vaya, ya vi cómo hacerte reaccionar. - La vuelvo a patear hasta que Fabiola me habla.

La brújula de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora