Llave maestra

144 7 0
                                    

Mi expresión se vuelve fría, no puedo creer lo que voy a hacer, pero es algo necesario, todas me ven con miedo pero al mismo tiempo con respeto, giro mi cuerpo hasta donde está el cadáver de Alesa y empiezo a caminar hasta llagar a la vela apagada, me volteo para que las tres puedan verme y escucharme atentamente, aunque creo que no pueden hacerlo de otra manera, después de lo que paso hace un momento, Volteo a ver directamente a Lizbeth, tiene la barbilla y piernas llenas de sangre seca por el golpe que le di, en las mejillas se notan sus lágrimas secas, luego volteo hacia Alexa, ella aun expira ese olor a orines, su cuerpo está lleno de moretones por las patadas, luego sigue Fabiola, me doy cuenta que es a quien mejor le ha ido, solo huele a sudor por los nervios y el miedo, además de algunas lágrimas secas en las mejillas, pero no tantas como Lizbeth, le tendré algo preparado para después, ahora la brújula ha hablado, así que empiezo a hablar.

- Quiero decirles algo a las tres, lo que paso anteriormente me ha hecho pensar. - Les digo con cara de arrepentimiento y con tono de voz seria. - Creo que debo dejar pasar el pasado, lo que hice con Alesa fue demasiado y no puedo seguir con esto.

La primera en reaccionar es Fabiola, con cara de esperanza se dirige a mí.

- ¿Es enserio Julia? Sabía que volverías a ser como antes.

- Así es Fabiola, pero no puedo liberarlas a las tres.

- A que te refieres.

- Solo puedo liberar a una, y aun no estoy segura de a cuál.

Inmediatamente como perras con hambre empiezan a gritar, las tres quieren ser liberadas, están desesperadas por irse, no piensan en las demás, solo en sí mismas, las tres gritan al mismo tiempo.

- Julia libérame, soy tu mejor amiga, todo será como antes.

- Julia ella te traiciono, libérame, ahora seremos mejores amigas.

- Julia perdón por aventarte, fue un accidente, libérame, ellas fueron peores que yo.

Me encanta la manera en la que me ruegan, en la que son capaces de sacrificar a aquellas que llamaban amigas, como hace un momento lloraban la muerte de su amiga, pero ahora ruegan por la muerte de las demás, no soporto más y les sonrío.

- Bueno esto va a ser una decisión difícil, vamos a hacerlo más divertido, vamos a empezar.

Levanto la pistola, las tres me miran con asombro, se han dado cuenta de que algo esta mal en todo esto, veo que tienen miedo, se voltean a ver entre ellas, y apuntando una por una empiezo algo que ellas no terminan de comprender.

- De tin, Marín de do pingue...

Fabiola grita aterrorizada.

- Por favor Julia no lo hagas.

- Cucara macara títere fue...

Ahora la que me grita desesperada en Lizbeth.

- Por favor Julia no nos hagas esto.

- Saben que, ya tomé mi decisión.

Apunto la pistola, ya tomé mi decisión, las tres se sorprenden, es notorio que no saben si la liberare o la matare, empiezo a caminar directo a ella sin bajar la pistola, la pongo en su frente, empieza a llorar desconsoladamente. ruega entre llanto que no lo haga, está temblando y sudando a chorros, pero hago algo que no espera, saco la llave y le suelto las cadenas de las muñecas.

- Eres libre Lizbeth.

- Espera, ¿esto es enserio?

Las otras empiezan a gritar que no es justo, que ella planeo todo, que ella no tiene derecho a estar libre, Libeth y yo nos levantamos, Liz se nota extremadamente feliz hasta que nota que no he bajado la pistola, lo que hace que su sonrisa se desvanezca.

- Porque si soy libre no la bajas, no hare nada en tu contra lo juro, solo sácame de aquí.

- Claro veras, eres libre, pero debes hacer algo antes.

- ¿Qué? ¿Qué quieres que haga?

- No es nada complicado, tu hace un momento me rogabas que yo lo hiciera

- ¿A qué te refieres?

- Fácil, mata a Alexa.

- Julia yo no puedo...

- Claro que puedes.

La mirada de Fabiola y Alexa se vuelven sombrías, no pueden creer lo que he dicho, Alexa empieza a gritar, enfrentándome, lo que me hace sentir mejor.

- ¿Crees que Liz me mataría? Soy su amiga, ella no es una loca como tú.

- O eso o su libertad, ¿vamos Liz que prefieres?

La cara de Liz no puede ser descrita, se queda callada varias segundo, las palabras no salen de su boca, pero al final toma su decisión.

- Lo hare.

- Lo sabía.

-¿Julia me prestas la pistola?

- No.

- ¿Entonces cómo quieres que lo haga?

- Ella fue capaz de tratar de matarme con sus manos por ti, ahora tú la mataras con tus propias manos.

- A que te refieres?

- Ahórcala.

La habitación se queda en silencio, no pueden creer lo que estoy pidiendo, Fabiola que no ha dicho nada desde que rogo por su vida habla, nos sorprende con lo que dice.

- Yo lo hago, déjame libre y lo hare, por favor Julia.

- Mira que, si sigues siendo una traidora Fabiola, pero es turno de Liz. - Le digo en tono molesto, nunca pensé que ella diría algo así, pero hace que Liz reaccione.

- Lo hare.   

La brújula de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora