Una rebanada de partel

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Llevo tres tazas de té, sé que lo que sigue es una tortura y aún falta un buen rato para que la brújula ordene asesinar a alguien, mi mente ha estado ocupada pensando en cómo hacerlas sufrir que me doy cuenta de algo, los sacrificios tienen necesidades, como hambre y ganas de hacer del baño, desde que estoy aquí he bebido más de diez tazas de té relajante, pero en ningún momento he sentido hambre o ganas de orinar, duda que le hago saber a Vanessa.

- Oye Vanessa tengo una duda.

- Dime Julia.

- ¿Por qué los sacrificios tienen necesidades y yo no? todas somos espíritus separados de nuestros cuerpos.

- No es así, solo tú lo estas.

- Pero ellas están aquí, no sus cuerpos.

- Ellas aún están atadas astralmente a sus cuerpos, cuando el sacrificio Este se orino, su cuerpo también lo hizo.

- ¿Eso quiere decir que encontraran el cadáver de Alexa con orina de horas atrás?

- Exactamente.

- ¿Y mi cuerpo por qué no?

- Tu alma fue absorbida antes de morir, ellas son como una apuesta, tú le perteneces ya a la brújula.

- Al menos que gane el juego, claro.

Vanessa guarda silencio, noto que algo está mal.

- ¿Aunque gane el juego mi alma aun será de la brújula?

- Algo parecido, deberás cuidarla toda la vida.

- ¿Entonces sea como sea seré la encargada de la brújula?

- Sí.

- ¿Y por qué la encargada de la brújula actual es Margaret y no Celia?

- Creo que ya debes llevar el pastel.

- ¿Me dirás más tarde?

- Sí, es difícil para mí decírtelo, déjame asimilarlo.

Tomo el pastel y lo levanto, llegando a la puerta con él, la abro y veo a los dos sacrificios sobrantes y los dos cadáveres, la sangre de Alesa se ha secado y su piel ha tomado un tono grisáceo, al de Alexa se le tornado los labios azules y los ojos han tomado un tono rojo parecido al vino, me sorprende que ambos cadáveres se ven diferentes pero los dos están en el mismo punto, muertos, pero a diferencia de ellas Liz y Fabiola se muestran más vivas que nunca al ver el pastel, se nota que tienen hambre, aunque en la realidad han pasado solo algunas horas para ellas han sido días, puedo ver sus bocas abiertas imaginándose devorando el pastel, sus ojos brillas y al ponerme en medio de la habitación ambas tratan de acercarse a mí, y como siempre, la primera en hablar es Lizbeth.

- Oye Julia, gran Julia, está bien que no me liberaras, ¿ese pastel es mi premio de consolación?

Pero Fabiola también debía decir algo al respecto.

- Por favor Julia, muero de hambre, hare lo que sea por una rebanada.

volteo para a ver a ambas, les sonrió y voy al grano en esta ocasión.

- Lizbeth, siempre tuviste a tus mascotas, a tus perras, siempre hacían lo que querías y estaban acostumbradas a eso, tu Fabiola, fuiste una de ellas, pasaste de tener personalidad y ser alguien inigualable a ser una perra de Lizbeth, ahora haremos algo al respecto, ambas deben ladrar, aullar y jadear como perro, ¿Están dispuestas a eso por este pastel?

- Claro que sí Julia, haremos lo que digas. - Noto que su orgullo se está desvaneciendo.

- Bueno, empiecen.

Ambas labran, aúllan, hasta se mueven como perros en celo, se tiran al suelo, hasta se sientan como pidiendo comida, al principio el espectáculo me es divertido, pero luego de un momento se vuelve humillante y siento vergüenza ajena, así que decido terminar con esto.

- Bueno mis fieles mascotas, he tomado mi decisión. - ambas siguen en posición de perrito ansiosas por recibir el pastel, aun babeando al verlo.

- Lizbeth... - Veo sus ojos brillantes al decir su nombre. - hiciste un buen intento, pero se lo doy a Fabiola.

Me acerco con él a Fabiola y ella lambe sus labios por la desesperación de probar ese pastel, aún está de rodilla, pero al ponérselo frente a ella se agacha desesperadamente y empieza a devorarlo, con una desesperación que nunca había visto en ella, estiro mi brazo y le acaricio su sudara y despeinada cabellera, al menos la que aún no se ha manchado de chocolate.

- Dure meses preocupándome por ti, porque no comías, porque solo querias adelgazar, querías ser como ellas, pero ellas ahora están muertas, y tu no, tu estas viva, pero a cambio de qué? te has humillado para poder comer, mientras que hace unos meses no querías probar bocado.

Ni siquiera me hace caso pero sé que me ha escuchado, ya que abrió los ojos al empezar a hablar, me levanto y quedo de pie frente a ella, por casi un minutos, entonces piso su cabeza y la hundo en el pastel, ella no puede respirar, se retuerce al sentir que se ahogaba, pero no logra quitarme, trata de levantarse con las manos pero le es difícil con las cadenas puestas en ellas, atrás escucho a Lizbeth suplicando que la deje, pero la ignoro después de varios segundos quito mi pie y Fabiola levanta la cabeza tomando un respiro hondo.

- Me voy, disfruta tu pastel.

Camine a un lado de ella cuando trato de agarrarme el pie, pero paso algo que no sabía que pasaría, su mano me atravesó, levanto la mirada sin decir nada al no entender por qué paso eso, yo tampoco lo entendía, pero no podía perder mi pose pedante frente a ellas, así que solo seguí caminando abriendo la puerta y pasado a la siguiente habitación, ahí está Vanessa e inmediatamente le debo preguntar por lo que ha pasado.

- Vanessa dime, una de ella trato de tirarme del pie y su mano me atravesó, dime ¿Por qué?

- Porque tú ya eres un espíritu, ellas aún tienen vida.

- Eso no me es suficiente, Dime que paso con Celia.

Vanessa respira profundamente antes de empezar a hablar.

- Hace muchos años escuché una voz, supe que era Margaret, y solo le dijo a la brújula "Tu encargada se ha quitado la vida, haz vuelto a mi" ese día no pude dejar de llorar. sí la que quede viva de este juego se llega a matar antes de que la brújula escoja a alguien más, ella también volverá a mí.

Realmente estoy en shock, sea como sea nunca me librare de ella, yo le pertenezco.  

La brújula de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora