La brújula se presenta

218 9 0
                                    

Desde ese viernes me sentaba sola a la hora del almuerzo, la silla frente a mi estaba vacía, en los pasillos siempre caminaba sola, ahora en verdad era invisible, sentía que en cualquier momento podía correr y ponerme a gritar como loca y a nadie le importaría, eso de no existir antes no me importaba, pero entonces deje de importar para absolutamente todos, incluyendo Fabiola, entonces empece a preguntarme si había hecho mal las cosas en mi vida.

Te preguntaras que paso con Fabiola, pues paso lo que ya sospechaba yo que terminaría haciendo, el primer lunes después de esa salida al centro comercial, llegue a la clase y me senté en mi lugar, que era en la fila a un lado de la ventana de daba al jardín en la silla de en medio, la silla de enfrente siempre la ocupaba Fabiola, pero no ese día, ella entro al salón, yo estaba lista para hablar con ella en cuanto se sentara pero no pude, ella se sentó en otro lugar, para ser exacta del otro lado del salón en la parte trasera, donde se sentaban Liz y sus perras, durante todas las clases no volteé a verla de nuevo, pues decidí enfocarme en lo que dijeran los maestros, así pasaron las horas hasta llegar a la hora del almuerzo, salí sabiendo que ese día comería sola pero no esperaba ver lo que debí esperar desde que Fabiola entro al salón, del otro lado del patio de la escuela, ahora ella se había sentado con ellas, se había vuelto una guardaespaldas de Liz.

Y así pasaron los días, semanas, y meses, ya comiendo sola en el almuerzo, dejando de existir, me fui acostumbrando, seguía teniendo mis ideas asociales, no porque Fabiola necesitara encajar yo también lo haría, hasta trate de ver el lado bueno, ya no tendría esas discusiones con ella, que aunque fueran mínimas, eran suficientes para arruinarme el día, ahora solo iba a mi casa después de la escuela y mis calificaciones empezaron a subir, después de casi tres meses sin hablar con nadie me acostumbre y termino gustándome, pero empezó a ocurrir cosas extrañas en mi habitación.

Llegando de clases comía algo y subía a mi habitación, me ponía a hacer mi tarea, pero a veces cosas que tenía puestas caían, al principio pensé que era coincidencia, o que estaba mal puesto, pero empezaron a ser objetos que no tenían forma de caer al suelo ya que o estaban en medio de un mueble, o era un cuadro que estaba perfectamente colgado, una vez mientras dormía podía jurar que alguien acaricio mi cabello, aunque desperté inmediatamente no veía a nadie, pero lo más fuerte paso un Jueves en la tarde mientras estudiaba para el examen de fin de cursos..

Yo estaba enfocada en mi lectura cuando a lo lejos escucho mi nombre "Julia" dicho de una manera que pensé que se trataba de mi mamá, así que le grite pero no recibí respuesta, después pensé que debería tratarse de mi imaginación, pero lo que dijo después fue más fuerte, y no pude con los nervios al escucharlo atrás de mi, "Aliméntame Julia" en tono de orden, me levante bruscamente de la silla y me puse de espaldas al escritorio, volteé a ver a todos lado pero no había nadie, salí de mi cuarto para ver si era una broma de mi familia o alguien se había metido a la casa, seguía sin ver a nadie, decidí mejor salir a caminar, pensé que era por no salir a divertirme en un tiempo.

Solo caminaba directo por la calle, sin girar ni dar vuelta en ninguna calle, así si me cansaba solo tendría que darme la vuelta y volver, pero al pasar frente al café del vecindario preferí volver, Estaban Liz, Fabiola, Alexa y Alesa sentadas, riendo, haciendo esos gestos robóticos que eran comunes en ellas, y ahora Fabiola también los hacía, cada vez era más delgada, ahora parecía se quebraría, pero ya no era mi problema, así como yo no era el suyo.

Llegue de vuelta a mi casa, prefería tratar con un fantasma que con ellas, pasaron los exámenes de fin de curso, mis calificaciones fueron mas altas que las del año pasado, incluso la maestra me pidió pasar al frente para felicitarme frente al salón, ya no me sentía tan invisible, aunque parecía que a Fabiola le molestaba que me felicitaran, tenia un gesto de disgusto con la situación; Se había terminado el año escolar y pensaba que todo lo que había pasada, todo relacionado a Fabiola, su primer novio, su problema alimenticio, sus frecuentes cambios de humor, y su abandono por Liz, aunque me dolía yo ya debía aceptar que ya no era mi amiga, pero no lo hice, por eso morí.

Al día siguiente, el sábado, estaba tranquila en mi casa, viendo folletos de posibles universidades, solo me faltaba un año de preparatoria, aún no me decidía si estudiar medicina o ingeniería, cuando volvió a pasar, escuche esa voz "Julia" decía, "Julia" volvió a repetir, eso ya no era normal, me levante y me asome fuera de mi cuarto pero no había nada, cuando a mis espaldas algo cayó al suelo, pero ahora fue simple verlo, era esa brújula, la había ignorado en estoy meses pero sentía una necesidad de abrirla, su aguja se movía, empezando a dar vueltas, no entendía como pasaba eso, la brújula empezó a temblar en mi mano, aunque la reacción de cualquier persona era soltarla o aventarla, yo no podía dejar de verla, me di cuenta que las voces salían de ella, pero de pronto, sonó el timbre de nuevo.

Me asuste como nunca lo había hecho, la brújula de detuvo en cuanto sonó el timbre, la puse en su lugar y baje las escaleras, el timbre volvió a sonar, sin asomarme abrí la puerta, aun por los nervios de lo ocurrido tenia la voz acelerada, y no me ayudo ver de quien se trataba, era Fabiola.

- Hola Liz, ¿Te gustaría ir a una fiesta?

Era lo que menos esperaba escuchar de ella si volvíamos a hablar.

- ¿Una fiesta?

- ¿Sí, es esta noche?

- ¿Y por qué querría yo ir a una fiesta?

- Porque es una fiesta de fin de cursos y es divertido, ándale extraño salir contigo.

- Pero nunca fuimos a fiestas.

- Tenemos que madurar Julia.

Lo pensé ya que yo también la extrañaba, y luego de unos segundos hable de nuevo.

- ¿Y dónde es la fiesta?

- En casa de Liz.

- No Fabiola, no pienso ir a una fiesta en casa de Liz.

- Ándale, la verdad creo que necesitas socializar.

- ¿Enserio ella está de acuerdo?

- Claro, le pareces una persona interesante.

- No es un tipo de trampa.

- ¿Julia crees que yo permitiría que te hicieran una trampa?

Aún quería creer en ella, en verdad no debí hacerlo.

- Yo sé que no.

- ¿Entonces que dices?

- Esta bien.

- ¿Te puedo pedir algo más?

- Dime.

- Ven a mi casa a las 6, me gustaría hacerte un pequeño cambio de estilo.

- ¿Me quieres cambiar, que me vea como ustedes?

- No claro que no, solo me parecería divertido, aparte no te da ni poquita curiosidad?

La vi mientras torcía la boca, la idea no era de mi agrado para nada, pero esto seria solo por ese día.

- Esta bien, te veo a las 6, me iré a bañar y ver que me pongo para estar lista a tiempo.

- Solo báñate, yo te prestare ropa, recuerda que ahora soy delgada y mi ropa te queda.

- No sé si eso me agrade.

- Tu confía en mí, te veo a las 6.

- Esta bien.

Entre a mi casa, quedándome parada a espaldas de la puerta un par de minutos, tenía miedo de subir y ver la brújula, pero decidí tomarlo como alguna ilusión de mi mente creada por el estrés de los exámenes finales, me fui a dar un baño evitando pensar en la brújula y solo pensaba en que tipo de cambio querría hacerme Fabiola, y si ir a esa fiesta juntas serviría para volver a hacernos amigas, salí de bañarme y me puse la primer ropa limpia que encontré, ya que ella me dijo que me prestaría algo, deje una nota para mis padres avisando que llegaría tarde, antes de abrir la puerta volví a escuchar esa voz saliendo de mi recamara que decía "Julia", pero solo la ignore, salí de mi casa y me dirigí a la de Fabiola.

Hasta ahorita solo puedo decirles que no debí ir. 

La brújula de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora