Lullaby

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Hagrid, se encontraba entretenido acomodando un espacio en el sofá de su sala para permitir a Draco dormir allí, el joven se hallaba recostado en su cama de en ese momento.

Hermione, un poco nerviosa en la cocina servía un poco de té, con movimientos torpes tropezaba constantemente por la pequeña cabaña y casi derrama el contenido de las tazas antes de llegar a la mesa. Agradecía la entretención de Hagrid al cargar y acomodar a Malfoy de una manera muy paternal, cubriéndolo con algunas mantas y revisando que estuviera cómodo.

Se debatía entre la idea de contarle a Harry sobre la presencia de Draco en los terrenos de Hogwarts o mantener el secreto hasta obtener algún tipo de información del Slytherin, sin embargo conocía muy bien la tendencia de Hagrid a hablar más de la cuenta y el tiempo tal vez no estaría a su favor.

Fang olfateaba de lejos al nuevo visitante sin moverse de su lugar junto al fuego; afuera la temperatura era fría presentando algo de neblina; con el calor humano la cabaña se iba tibiando poco a poco.

— Pobre muchacho. — Sollozó levemente Hagrid, sorbiendo la nariz, al tiempo que se sentaba a la mesa a beberse su té. —En un mismo año, ha perdido a sus dos padres y además debe cargar con esa condición de hombre lobo, sin nadie a quien acudir.

— ¿Sabes si el Ministerio tiene alguna pista sobre que sucedió? — Preguntó Granger, sentándose muy érgida cerca al comedor y tratando de sonar tranquila. Dirigió una mirada de consideración a Malfoy quién parecía descansar con gesto aliviado.

— No se sabe mucho. — Respondió el hombre con voz severa. — Pero he escuchado rumores en el callejón Knockturn: al parecer fue una venganza, todos piensan que el chico está secuestrado y que lo están torturando o que tal vez ya está muerto.

Hermione relajó los hombros, aliviada con la poca información que poseía el semi-gigante. Tomó un gran sorbo de su té; no descubría si eran los nervios o el clima, pero temblaba levemente de los pies a la cabeza.

— ¿Por cuanto tiempo crees que se pueda quedar en tu cabaña? — Indagó mirando intensamente a Hagrid.

— Por el tiempo que él chico quiera. No me atrevería a echarlo a la calle en tan mala condición.

Granger sonrió débilmente, le agradaba mucho el hombre, tenía un corazón mucho más grande que el de ella. Una asustada voz, los distrajo de su conversación.

— Mamá...No... ¡No por favor!...Lo siento papá.

Las palabras pronunciadas entre sollozos por Malfoy colmaron la estancia de una tristeza abrumadora, los ojos de Granger clavados en él, observaron el semblante atestado de congoja, él llorando entre sus sueños clamaba por su madre.

La morena, apesadumbrada se levantó de su puesto, dirigiéndose con prisa para arrodillarse junto al sillón.

— Shhh, tranquilo, todo saldrá bien. — Lo confortaba, al tiempo que suavemente acariciaba el rostro del Slytherin.

— Madre... ¿por qué? — Murmuraba entre lágrimas el rubio. — Perdóname.

Hermione pasó saliva con dificultad, en un intento por retener el lamento que desesperadamente buscaban salir de su garganta.

— Todo está bien. Descansa. — Dijo con voz dulce, mientras rozaba los finos cabellos de Malfoy, él continuaba con el ceño turbado y las pestañas humedecidas por el llanto.

Hermione sintió apesadumbrado su corazón, ella se había alejado nuevamente de sus padres sin ningún remordimiento y Draco estaba allí clamando por los suyos. Cuan malagradecida era con su familia y su destino, que ni bien los había encontrado y acuciosamente desaparecía de nuevo.

Luna de PlataWhere stories live. Discover now