La primera reunión de profesores, la mañana antes del ingreso de los estudiantes a Hogwarts a su juicio fue: extenuante. Hermione, huía a las largas conversaciones que no llegaban a ninguna parte, era concreta y efectiva con sus palabras, le parecía desperdiciar el aire y el tiempo de los demás hablar por el simple hecho de hacerse notar.
Quince profesores, ubicados uno junto al otro, alrededor de una mesa de cedro, completaban la nómina para ese año. El efecto producido por su cercanía, elevó unos cuantos grados la temperatura del despacho perteneciente a McGonagall.
Entre las charlas, Hermione, advirtió el conflicto latente entre los docentes de Hogwarts, cada uno con su afán de sobresalir rebatiendo la importancia de su materia, a fin de obtener mejores espacios, instrumentos y horas de clase. Granger, escuchaba atentamente respondiendo con una sonrisa meramente cortés, para no hacer evidente el fuerte de deseo en salir pronto de aquella asamblea de presuntuosos.
Hermione bordeaba distraída con la punta de sus dedos las vetas de la mesa, sacudió su melena refrescando su cuello en el momento que un murmullo en el cual escucho repetir su nombre varias veces la saco de su lapsus, el aire denso, se hacía difícil de respirar y los ojos chocolate atolondrados, pasearon por los rostros incomodos que evitaban su mirada.
— Espero que esté de acuerdo en su nombramiento como jefa de Gryffindor — repitió Minerva, advirtiendo la distracción de Granger.
— Pero mírala solamente Minerva: es una chiquilla. — interrumpió una regordeta mujer de cabellos vino tintos, sin darle tiempo de responder a Hermione — ¿Cómo sabrá dirigir una casa? No tiene experiencia en la enseñanza, y eso sin mencionar que aún no ha terminado sus estudios
Granger, se enderezo sobre su asiento, torciendo los labios sin percatarse, en evidente señal de molestia; aquella mujer, la había visto hace unas horas y ya se creía con el derecho de proferir algún concepto sobre ella. Y amplió aún más el gesto de descontento, rodando los ojos, al ver la complicidad de algunos maestros asintiendo frente a las palabras de aquella bruja.
— Querida — respondió McGonagall, con más amabilidad de la necesaria — Jamás subestimes el poder de la señorita Granger, tiene el liderazgo suficiente para iniciar y finalizar una guerra si se lo propone, y aunque la inteligencia siempre ha sido su característica más sobresaliente. — Aseguró la bruja, mirando por encima de sus lentes a Hermione. — Yo me atrevería a decir que su mayor cualidad, es la capacidad de inspirar, tanto a sí misma como a los demás, y es lo que necesitamos en esta nueva etapa. Por ello me mantengo en esta decisión y espero su completo apoyo a nuestra nueva maestra de estudios Muggles y jefa de Gryffindor.
Hagrid y , estallaron en sonoros aplausos resquebrajando el halito de silencio. Hermione incomoda, se revolvió en su silla y bajó la mirada buscando ocultar su vergüenza. Progresivamente se unieron otras palmas menos animadas.
Dando por terminada la reunión, los profesores se retiraron, mientras Hermione guardaba en el bolsillo de su túnica una lista brindada por el maestro Horace en la cual explicaba en detalle con confusa caligrafía, los materiales necesarios para su último año, haciendo tiempo para tener el momento de estar a solas con la directora.
— ¿Necesita hablar conmigo Hermione? — indagó Minerva, cuando su oficina se encontró sin más que ellas dos.
— Si, directora McGonagall. — contestó la castaña echándose su cabello hacia atrás.
— Hermione, por favor llámeme Minerva — solicitó la bruja mientras se acercaba a la nueva profesora, levantando una ceja — Ahora, estamos en la misma posición y no son necesarios los formalismos. — continuó con tono severo, igual al que usaba para reprender a los alumnos — Si me quiere pedir que me retracte de la decisión sobre su elección como jefa de Gryffindor: le aviso que pierde su tiempo.
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Luna de Plata
Teen FictionDraco Malfoy, esta pasando la peor época de su vida; todas las decisiones en las que se ha visto envuelto se vienen en contra suya, no sabe en quien confiar, pues los mas santos pueden ser una verdadera escoria y no hay tiempo para arrepentimientos...