Capítulo 2: Mi Descubrimiento.

3.7K 197 9
                                    

Llegué a casa, y no encontré a nadie. Entre al pequeño cuarto que compartiré con mis hermanos, y ahí se encontraban Gersón y Eliezer dormidos. Salí de nuevo, y me senté en una silla, pensando en solamente una cosa: en el joven con quien me encontré hace rato, ¿quién es él?¿porqué me trató de ese modo?

Es egipcio, lo sé, pero era diferente, habían muchos oficiales, él tenía muchas joyas, estaba repleto de ellas. Nunca vi a nadie como él.

Mi padre de seguro sabe algo...

Debe saber algo...

—¿Kazal?¡Kazal!¡Ayudame! —dijo mi tía entrando a la casa con tres jarrones de agua, para sacarme de mis pensamientos.

—¡Tía! —me paré de la silla para ayudarla —¿Porqué tantos jarrones? ya eran muchos para que los traigas tú sola —dije dejando un jarrón en la mesa.

—¡Claro que puedo yo sola! -dijo mi tía sonriéndo —. Iré a buscar algunos vasos para beber agua —se retiró.

Entonces me senté de nuevo, y me quedé callada, no dije absolutamente nada hasta que regresó mi tía.

—Había una gran fila de mujeres en el pozo —rió -¿Kazal?¿Me escuchas?¿Sucede algo? —dijo notando mi ausencia.

—¡No!¡No pasa nada! —respondí.

—¿Segura? —preguntó de nuevo.

—Sí... estoy bien... —dije nerviosa.

—Como digas... —dijo para luego retirarse.

Ya había anochecido, mi abuela y mi padre fueron a la casa de mi otro tío, creo que se llama Aaron. Fui al cuarto, me acosté y no tardé mucho en dormir.

Otro día más comenzaba, salí de mi cuarto y me encontré solo a mi abuela.

—¿Y los demás? —pregunté.

—Tu tía fue a buscar agua, tu abuelo en la obra y tu padre aún no se ha despertado —respondió mi abuela —. Yo iré a la casa de Abigail, una amiga, Shalom -dijo para luego retirarse.

Me senté en la silla y me serví agua, en ese momento, mi padre había despertado, y se sentó junto a mi.

—¡Padre! —dije sirviendole un poco de agua —¿Cómo amaneciste? —pregunté.

—Bien...¿Los demás?¿Dónde están? —preguntó mi padre.

—Mi abuela fue a visitar a una amiga... —dije.

—¿Y tus hermanos? —preguntó otra vez.

—Aún están durmiendo —reí.

—Mejor así... —rió también.

—Padre... tengo una pregunta —lo miré, volviendo a la seriedad.

—¿Cuál? —dejó su vaso de agua en la mesa.

—¿Trabajarás como esclavo? —pregunté de una vez, aunque no era lo que quería preguntar.

—No lo sé hija... pero será muy pronto —respondió.

—Padre... tengo otra... —dije.

—Dime... —dijo tomando de nuevo su vaso.

—Ayer estaba en el Nilo, y encontré con un joven, era egipcio, pero habían muchos oficiales con él, tenía joyas... de todo... —dije.

No sé como pueda reaccionar...

—Por lo que me cuentas, de seguro se trata del Príncipe... —respondió.

—¿Príncipe?... no lo creo... —reí.

—Mira hija... el Príncipe siempre estará protegido, los guardias no lo dejarían solo, nunca lo harían, y lo sé, porque también fui un Príncipe, el joven debe ser hijo de un nuevo Rey, Ramsés... —concluyó.

—¿Ramsés? —pregunté extrañada.

Mi padre no respondió, solo se quedó mirando a la nada, hasta que mencionó algo.

—Ramsés... amigo... —susurró.

—Ramsés...¿Quién es el? —pregunté.

—Él, era mi amigo, cuando vivía en Egipto, pero esa amistad ya había terminado mucho antes de que yo huyera —dijo un tanto serio —. Terminó por ella... —suspiró.

—¿Por ella?¿Quién? —pregunté.

—Nefertari —suspiró de nuevo—. Yo no pertenecía a Egipto, yo era hebreo, fui adoptado por la Princesa, Ramsés lo sabía, pero igual siguió siendo mi amigo, hasta que crecimos y nos enamoramos de la misma mujer, eso nunca debió pasar...

—Nunca me contaste esa historia... —dije sorprendida.

—No quería volver al pasado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No quería volver al pasado... porque tu madre hizo que lo olvidara... —dijo con un tono de tristeza.

—Y... ya no la quieres... —dije nerviosa.

Sabía que podía volver a pasar algo entre ellos, si es que así sucedió.

—No hija... éramos jovenes... —rió.

—¿Y qué crees que haya pasado con ella? —pregunté.

—No lo sé, ella siempre estubo dividida entre Ramsés y yo ¿Crees que Ramsés se haya casado con ella? —dijo mi padre con un tono de preocupación.

—Cre... creo que puede ser —dije —. Pero...¿Cuándo piensas presentarte ante los Soberanos? -pregunté.

—No sé si lo haga, pero debo hacerlo, seguro creen que estoy muerto, y no sé si a Ramsés le agrade mi presencia... —respondió.

—Ni tampoco a Nefertari —reí.

—Hija... —me miró serio.

—Solo era una broma... —reí de nuevo.

No sabía nada de lo que mi padre me había dicho, no sabía esa historia. No imaginaba que él tenga un pasado así, es dificil creerlo, mi padre nunca me contó esa historia.

Pero... si mi padre, en realidad la amó...

Nadie dice que ese amor no pueda renacer...

Nadie...

Tu LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora