Capítulo 11: Mi Señora.

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—Baja la cabeza... —exigió de nuevo Ana.

No le presté atención, solo seguía observando a la Princesa. Ella caminaba, examinandonos, y sonrió al ver que era la única que no bajaba la cabeza. Yo seguía con una mirada boba. La miré por unos segundos más, y bajé el rostro.

—No... no es necesario, mírame —dijo la Príncesa, entonces obedecí —. Ustedes también —le ordenó ella, a las demás jóvenes.

Estaba nerviosa, tenía una gran mezcla de sentimientos.

—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó la Princesa, a Ana.

—Me llamo Ana, señora... —respondió.

—Eres la Dama que me recomendó Thaís ¿no? —dijo la Princesa.

—Sí, lo soy...

—Está bien —su mirada cambió de dirección, hacia mi —, y tú ¿cómo te llamas? —me preguntó.

—Kazal... —tragué saliba.

—¿Tienes alguna experiencia en esto?

—Éste sería mi primer trabajo, pero sé peinar pelucas, limpiar, y maquillar... —dije, aún nerviosa.

—¿Crees que este trabajo, sea el mejor, para comenzar?, creo que es demasiado que una joven sin experiencia en el trabajo, dependiente aún de sus padres, tenga un trabajo como Dama de la Princesa, es mucho. Al menos, así lo creo yo —rió.

—Lo sé, pero me gusta aprender, quizá si usted, o bueno, si alguien me enseña, seré su mejor sierva... —volví a bajar el rostro.

Entonces ella río.

—Ana... Kazal... quédense, las demás, pueden irse —dijo la Princesa. Las jóvenes, se fueron, ovbiamente desilucionadas.

Probablemente, tendré que aparentar desilución cuando salga de aquí. No creo que la Princesa me elija, a pesar de ser una de las últimas dos, eso no pasará. Al lado de Ana, soy la peor, ella sabe mucho, y tiene experiencia.

En mi tierra, mucho antes de la muerte de mi madre, una concubina del Rey de Madián, que al parecer era la favorita entre todas la mujeres del Rey, ya que su autoridad era más que el que poseía la Reina, y siempre vestía las telas más bellas y lucía las joyas más caras. Ella me llamó para que la sirviera, que la maquillara, para un evento importante que tenían. Según ella, me llamó, porque mi abuelo era muy respetado, y escuchó sobre mi, entonces decidió prepararme para que la sirviera en un futuro. Acepté, la preparé para ese eventó, ella me agradeció, pero no me habia pagado, no volví a hablarle. Entonces no lo consideré como un trabajo. No fue nada. Ni siquiera creo que gané experiencia.

—¿Con quién vives? —me preguntó la Princesa.

—Vivo con mi padre y mis hermanos... Abuelos —respondí.

—Y tú... sé mucho de ti —se dirigió hacia Ana —, tú... Ana, eras la Dama de la Reina. Sé  que eres buena en esto, y que serías una sierva muy responsable —sonrío —. Existe un problema. Sé de lo sucedido con la Reina, si te elijo, ten por seguro que la Reina te hará la vida imposible. Y además, los hijos de Thaís te extrañarían, y tú a ellos —rió y suspiró —, ya tomé una decisión...

No puede ser...

—Ana... puedes irte —continuó la Princesa —. Kazal, tú serás mi nueva Dama —dijo y sonrió, yo miré a Ana y ella me miró sorprendida.

—Princesa... —musité, aún sin creerlo. Entonces abrazé a Ana y ella correspondió al abrazo.

—Felicidades Kazal, trabajarás para tu abuela —susurró en mi oído.

—Lo siento Ana... tú querías esto...

—No importa... —interrumpió Ana.

—Dile a mi padre que trataré de ir a verlos, gracias Ana —susurré, aún abrazada a ella, y me separé.

—Bueno, dejo sola a la Princesa con su nueva Dama —sonrió, hizo una referencia y se fue.

Esto no puede ser real, Ana es mucho mejor, pudo haberla elegido a ella ¿Acaso la Princesa quiere burlarse de mi?, no creo esto, es extraño que me haya elegido.

—Princesa... ¿porqué me eligió? no tengo experiencia... —dije, en busca de alguna explicación.

—Sé que serás alguien muy competente, aprenderás nuevas cosas... —respondió, tranquila.

—Señora —reí —, gracias por su confianza...

—Eso no importa —rió también.

Todo parecía un sueño. Mi vida cambia a partir ahora. Problemas, es solo cuestión de tiempo.

—Ven —continuó la Princesa, se dirigió a un pequeño cuarto dentro del haren, yo la seguí —, aquí dormirás, es un cuarto especialmente para ti. Podrás cambiar algunas cosas, si lo deseas. Ahora sígueme —salimos del haren, y nos fuimos a su havitación. Estaba muy cerca del haren, podría llegar rápido a ella —, estos son mis aposentos —sonrió —. Karoma, la Dama de la Reina, te enseñará lo que debes hacer. Ahora, por favor, déjame sola —se sentó a la orilla de la cama —. Puedes irte, no necesito nada...

—Está bien... —entonces hice una referencia y me dirigí a mi cuarto.

¿Cómo pude llegar a ésto?, nunca me había imaginado en esta situación. Una nueva vida, ahora todo era nuevo. Absolutamente todo. Me senté a la orilla de mi cama. Escuché que alguien golpeaba la puerta del cuarto, y rápidamente fui a abrirla, dejando pasar a una mujer, mayor que yo, morena.

—¿Kazal?

—Soy yo...

—Mi nombre es Karoma, soy la Dama de la Reina —sonrió —, pero la Princesa me pidió que te trajera ésto —dijo pasandome unos vestidos de lino blanco —. Son para ti, un regalo de la Príncesa...

—Oh... gracias.

—Casi lo olvidaba. La Princesa me dijo, que te enseñe algunas cosas. Te esperaré mañana, en el haren... ya sabes —rió.

—Ah, está bien —sonreí, Karoma se dio media vuelta y se fue.

Solo faltaba esperar hasta mañana.

Tu LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora