Capítulo 9: Expuesta Al Peligro.

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Hoy es el gran día. Hoy es la elección, podré conocer a mi abuela. Podré ver su rostro por primera vez. Estos últimos días no pude encontrarme con Ana, necesito de ella.

Entonces salí de casa, y me dirigí a encontrarme con ella en la suya.

Golpeé la puerta, nadie respondía. Volví a golpear con impaciencia, y Ana apareció.

—¡Kazal! ¡Pasa, no te quedes afuera!

—Buenos días, siento mucho venir temprano.

—¿Qué sucede?, ven siéntate... —pidió Ana, ella y yo nos sentamos.

—Hoy... es la elección... —dije nerviosa.

—Sí... hoy... —sonrió.

—Me ayudarás ¿no?

—Claro que sí, es que aún no es el momento... tienes que venir más tarde, aún no lo tengo preparado... —sonrió de nuevo.

—Está bien... lo haré, solo era eso, me iré —sonreí y me paré de la silla.

—¿Solo eso?

—Bueno, estoy nerviosa... eso... eso es... —tartamudeaba.

—Te serviré agua... —entonces fue en busca de agua, y me la sirvió.

—Gracias... —dije mientras bebía.

—No es nada... puedes venir, después de que ya hayas almorzado... te tendré todo preparado para eso... —se sentó de nuevo, yo también lo hice.

—Está bien... —dije, aún bebiendo del vaso.

Ana me observaba mientras bebía. Sus ojos expresaban duda, mucha duda. Me sentía incomoda, entonces me paré de la silla para irme.

—Ya voy, deben estar esperandome...

—Está bien, te acompaño hasta la puerta.

Llegué a casa. Mis hermanos estaban jugando con mi padre. Los saludé y entré al cuarto.

El momento de ir a la casa de Ana ya había llegado. Cada segundo que pasaba, me ponía más nerviosa.

—Papá... —dije mientras me acercaba a él.

—Hija... qué es lo que necesitas —sonrió.

—Tengo que ir a la casa de Ana... después ya tendré que ir a la elección...

—Sí... claro... anda, no te preocupes... —una tierna sonrisa se posó en su rostro.

—Está bien... voy, regreso pronto... —sonreí también.

Estaba en casa de Ana, ayudandola a buscar los vestidos. Todos los vestidos eran bellos, las joyas eran caras, elegantes y vistosas.

—Tu madre... sabe lo que haremos ¿está de acuerdo? —pregunté.

—Ella ya lo sabe —respondió, tan tranquila, como nunca la había oído.

—Lo sabe...

—Está de acuerdo, solo que preocupada... ¿estás consciente de lo que haces?¡el peligro que corres es mucho! —dejó el vestido en la mesa.

—Sí... lo sé...

—Es hora de que te cambies... pronto iremos al Palacio —Ana se acercó a mi con el vestido, la peluca y las joyas —. Toma, te ayudaré con esto... —sonrió.

—Y mi cabello ¿qué pasará con él? —pregunté.

—Solo lo recogeré... —rió.

—Gracias por no querer dejarme calva... —reí también.

Tu LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora