Capítulo tres.

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ALGÚN DÍA A PRINCIPIOS DE SEPTIEMBRE DEL 2010

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ALGÚN DÍA A PRINCIPIOS DE SEPTIEMBRE DEL 2010.

Era lunes, casi se cumplía una semana desde que el castigo había comenzado, y todos estaban con el mismo ánimo de siempre.

Estaban sentados en los mismos puestos sin hacer nada, con la excepción de Murphy, que se las ingeniaba para encontrar algo con lo que entretenerse. Esta vez, le lanzaba bolitas de papel a Caleb. No podrían decir que eran amigos, pero al ambos ir a la misma clase tenían un vínculo más cercano (incluso si no era uno amigable) que el resto del grupo. Nathan también iba en su misma clase, pero él solo se comunicaba con Murphy cuando discutían sobre quien era más inteligente y para el club de matemáticas.

Meredith se retocaba su maquillaje, y Landon, sentado delante de ella, se había girado para ver como lo hacía. Era lo más divertido que él tenía para hacer ya que, sin celular, un adolescente no podía funcionar. El profesor Malcolm les había hecho firmar la hoja y entregar sus celulares y luego se fue, cerrando la puerta del salón con llave para que no se escaparan. Le había dicho que tenía que ir a una reunión de la asamblea de profesores y que volvería para abrirles la puerta. No una decisión muy inteligente considerando que a cualquiera de los siete podían entrarle ganas de ir al baño, pero el profesor no se destacaba por analizar tanto las situaciones.

—Esto es lo más mierda que he escrito en mi vida —murmuró Wesley arrugando el papel entre sus manos, frustrado.

Según lo que Kaden y Derek le habían contado a Landon, Wesley se estaba postulando para ser el presidente estudiantil ya que, si lo hacía, conseguiría más oportunidades para entrar a las buenas universidades. Él también tenía buenas notas, pero no eran tan buenas como las de Nathan o Murphy.

Aun recordaba como ambos se rieron de él cuando les comentó que votaría por Wesley, primero pensaron que era una broma, y luego de ver el rostro de Landon, comprendieron que hablaba en serio. Le explicaron que nadie en la escuela votaría por él, pues ambos se habían encargado de amenazar a cada estudiante para que no votaran por él porque lo odiaban. Y lo odiaban sólo porque Wesley era gay. 

—¿Por qué te esfuerzas si igual no ganarás? Con tu escándalo de la marihuana ya nadie tiene ganas de votar por ti —le dijo Murphy apoyando su barbilla en la mesa. Wesley se volteó a verla con el ceño fruncido.

—Es lo único que necesito para poder entrar a Yale —le respondió él, suspirando para controlar su molestia—. Y tampoco es que me importe recibir tu voto.

—Pues es el único que recibirás —contraatacó la castaña—. Porque no pienso votar por el idiota de Ryan o la estúpida de Anna, son patéticos y asquerosos. Tu eres el único de los tres que es decentemente aceptable, y digo decentemente porque eres un fumador compulsivo.

—Por favor, como si tú nunca hubieses fumado marihuana —reclamó Wesley.

—¡Nunca lo he hecho! —exclamó ofendida—, lo que encontraron en mi mochila fue un sabotaje por culpa del cerdo de Derek.

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