Capítulo seis.

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ALGÚN DÍA A MEDIADOS DE SEPTIEMBRE DEL 2010

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ALGÚN DÍA A MEDIADOS DE SEPTIEMBRE DEL 2010.

—No puedo creer que vayas a hacer esto —le susurró Mackenzie, quien se encontraba a su lado.

—Créeme, yo tampoco puedo —admitió Murphy suspirando.

Murphy, Mackenzie, Caleb, Wesley y Nathan estaban reunidos en las gradas del campo de fútbol. Todos estaban abrigados, vistiendo chaquetas gruesas y bufandas, mirando al equipo de fútbol americano y el equipo de porristas practicar. Incluso cuando el día estaba frío y amenazaba con congelarlos, ellos debían practicar con las delgadas prendas que conformaban su uniforme.

—Mejor no lo hagas, Murphy —le dijo Wesley, tragando ruidosamente—. No te arriesgues.

—Ah, no te preocupes —la castaña lo tranquilizo palpando su espalda, luego se levantó—. Iré ahora mismo, aprovechando que tomaron un descanso.

Bajó las gradas con cuidado para no caerse, pues debido al frío estaban algo mojadas y, por lo tanto, resbalosas. No estaba nerviosa, sólo algo asqueada, porque no quería hablarle a Derek. Lo conocía desde los catorce, cuando cursaban noveno grado. Ella de inmediato captó la atención de él, pero sus actitudes habían hecho que Murphy lo mantuviera alejado.

Era arrogante, burlesco, humillaba a cualquiera que él considerara inferior a él y además era un ser bastante egoísta. Era el complemento perfecto de Kaden Harris, o, mejor dicho, su marioneta perfecta. Era ese el motivo por lo que Murphy odiaba a Kaden y no a Derek, porque sabía que Derek era sólo una marioneta del otro. Aunque tampoco podía culpar a Kaden, pues Derek ya estaba bastante grande para hacerse cargo de sus acciones.

Le faltaban pocos pasos para llegar donde Derek, quien estaba junto a Landon. Este último sabía lo que haría la castaña, ayer en el castigo había contado los detalles de su plan. Decidió que escucharía atento a la conversación, tenía muchísima curiosidad.

—Sí —dijo Murphy lo suficientemente alto para que él la escuchara. Derek se giró de inmediato.

—¿Qué? —preguntó un poco confundido. Lo que Murphy sí debía aceptar era lo atractivo que él era, y ese era el motivo por el cual todo el mundo parecía olvidar su horrible personalidad.

—Que sí —repitió la castaña—. Que acepto tener una cita contigo.

La boca de Derek se abrió de la impresión. ¿Eso estaba realmente sucediendo? ¿Murphy al fin le estaba haciendo caso? Después de tantos cuatro años enamorado de ella al fin había llegado el momento que tanto había esperado. Su corazón estallaría de la felicidad.

—¿E-en serio? —tartamudeó por la emoción—. No bromeas, ¿cierto?

—No, no bromeo, pero tengo una condición.

—Lo que sea, Murphy, lo que sea —tomó ambas de sus manos. Murphy quiso quitarlas, pero se aguantó.

—Dile a toda la escuela que deben votar por Wesley Matthews. Sé que lo saboteaste junto a Kaden, igual que a mí con la marihuana.

El Club de la Hierba.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora