39. ________ Fogelberg.

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No podía evitarlo. Daba un millón de vueltas y no precisamente para disfrutar del paisaje. No. Yo estaba nerviosa.

¿Y cómo no estarlo? Tenía un millón de dudas y suposiciones en la cabeza. Cada una de ellas enfocada a la misma persona: Astrid.

¿Y si...? Hiccup podría redescubrir un sentimiento por ella, ella podría amarlo aún. Él podría dejarme.

Eso me destrozaba. Porque por fin era feliz y lo amaba demasiado. Llegó de improviso y no quería perderlo de la misma forma.

Sólo... Tenía miedo.

—Tranquila —la voz de Brutilda me sobresaltó —. Ese idiota te ama, lo sé. No temas, no dudes, Hiccup se quedará contigo pase lo que pase.

Le sonreí, porque agradecía sus palabras, pero ni así lograba calmarme. Y no es que dudara de Hiccup... Dudaba de mí.

De mí porque Astrid podría ser mejor, de mí porque sentía que no era suficiente. De mí... Porque tarde o temprano iba a arruinarlo.

Encuentrame (Hiccup y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora