26. Hiccup Haddock.

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Ella había dicho que me quería. Con esas simples palabras yo no pude pensar en nada durante el resto del día, no pude evitar imaginar una relación entre nosotros más allá de la amistad y me fue casi imposible dejarla por la tarde.

—Parece que esta vez sí podría funcionar —dijo Brutacio y su voz me devolvió a la realidad.

—¿Cómo estará ella? —Preguntó Brutilda —. Quizá ya sea madre.

No me había detenido a pensar mucho en ello. En realidad sólo estaba intentando evitarlo.

Hace sólo dos años ella se fue y yo acabo de dejar de pensar en eso. Acabo de comenzar a querer a alguien de verdad. Acabo de terminar de pensar en ella y en qué hice mal. Pero todos tienen razón y debería ser más racional sobre esto, menos infantil y quejumbroso.

Así que ahí vamos.

—¿Creen que ya haya tenido un hijo, aún con el poco tiempo que lleva fuera? —Pregunto.

Brutacio se encoge de hombros.

—Todo podría pasar.

—¿Y cómo le presentarás a _________? —Preguntó Patan.

—Sí, ¿la llevarás a Ileria siquiera? —Dijo Patapez.

—Debo hacerlo para que ella les explique mejor cómo va a estar el asunto —dije —, y la presentaré como lo que es: mi amiga.

—¿Y no podría ser de otra manera? —Pregunta mi madre entrando a la habitación, por supuesto todos se ponen de su lado.

—Quizá tu novia —sugiere Patapez.

—O tu futura esposa —dicen los gemelos giñando un ojo.

—Sería mejor como la futura madre de tus hijos —dice Patan. Y claro que mi madre está de acuerdo con todos.

—No voy a hacer tal cosa. Ella es sólo mi amiga, que les quede claro —los señalo con un dedo y ellos levantan las manos con diversión.

—Eso se puede arreglar —habla mi madre de nuevo —. De verdad, he pasado días con ella conociéndola y estoy más que convencida de que es una gran chica.

—Digo lo mismo —apoya Brutilda — y es ruda, podría golpear y acabar con cualquiera.

—Los apoyo —dice Patan con simpleza.

Patapez no dice nada y espero a que Brutacio me defienda pero también está con mi madre.

—Eres menos amargado desde que la conociste —dice él — y no paras de hablar de ella con cara boba y mirarla como si fuera lo único que existiera.

—Estamos aquí para ver cuándo partimos a las Islas del Sur, no para planear mi futuro —les recuerdo, a nadie le importa demasiado.

—Técnicamente sí es sobre tu futuro —dice Patan.

Y ya no puedo más. ¿Qué quieren escuchar? ¿Que la quiero? ¿Que no dejo de pensar en ella? ¿O que sus tontas ideas de boda no me molestan en absoluto?

—Sí, la quiero —dije y todos se callaron —. ¿Eso querían escuchar? Ahí lo tienen. Quiero a _________ Fogelberg tanto que no habría nada que no haga por ella, la quiero tanto que ni siquiera lo creo posible, quiero a _________ tanto que ni toda la inmensidad del cielo alcanzaría. ¿Que si esta maldita guerra es por ella? Sí, lo es, todo es por ella. Y haría esto un millón de veces más si consigo aunque sea una gota de su cariño en el camino. Descubriría el mundo y se lo daría entero. Sería un payaso para hacerla reír y guardar en mi memoria aquel sonido para siempre. Sería todo y haría todo lo que ella pidiera. Porque estoy loco. Porque estoy vivo. Porque _________ Fogelberg es ahora mi vida entera. Porque la quiero tanto, pero tanto que ni siquiera espero nada a cambio. Porque la quiero.

Nadie dijo nada cuando terminé de hablar.

—Wow —fue lo único que dijeron Brutacio y mamá.

Respiraba aceleradamente por todo lo que dije y porque hablé muy rápido. Apoyé una mano en la mesa y cerré los ojos porque todos me miraban.

Luego dejé de respirar, abrí los ojos con sorpresa y casi fui a dar al suelo cuando escuché la voz de _________.

—Yo también te quiero —dijo ella en voz baja y con las mejillas sonrojadas —más de lo que debería.

Encuentrame (Hiccup y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora