Crack [Mericcup]

Con Otros Ojos

Alguien enciende una luz, estoy congelada por el miedo que hay en mi.

POV.- Mérida

Después de clases regresé a casa sola, M.K. me envió un mensaje diciendo que pasaría la tarde en casa de Nod.

No me gustaba el hecho de que mi hermana saliera con ese chico, de verdad, tenía un muy mal presentimiento. Pero en fin, ella nunca iba a hacerme caso…

Al llegar a casa, ¡sorpresa! Estaba sola. No estaban ni mamá ni papá y no tenía la más mínima idea de donde pudieron haberse metido. Me daba igual.

Me quité el molesto uniforme, tomé una ducha y me puse algo de ropa cómoda para hacer la tarea y luego probablemente dormir el resto de la tarde.

Entonces, recibí un mensaje:

Haddock:
Mer, hoy iré a tu casa a dejar tu libreta, llega en una media hora.

Genial, ahora debía esperarlo despierta.

Mérida:
OK

No dije nada más y me tumbé sobre mi cama para mirar el techo. Me puse a pensar en nada.

Me puse a pensar en Hiccup.

Era la primera persona que parecía querer ser mi amigo de verdad. Y seguía sin saber el por qué. No sabía si debía confiar en él. A decir verdad, era extraño que mantuviera conversaciones de más de dos palabras con él.

Pero eso estaba por terminar, ¿no? Mi relación con él.

Después de todo, sólo tuve que hacercarme por ser su "tutora" de inglés, y eso acabaría mañana.

El sonido de la puerta abrirse y algo metálico cayendo al suelo en la planta baja me hizo incorporarme de prisa.

Fruncí el ceño confundida, ¿Mamá y papá habían regresado? ¿M.K?

Siempre que entraban, entraban hablando. Y además… la puerta no fué cerrada.

Me puse de pie y salí de mi habitación en silencio, dando pasos cortos. Me asomé por las escaleras pero no vi nada, así que comencé a bajar.

A mitad de las escaleras volví a escuchar ruido. Los pasos de alguien, la puerta estaba medio abierta y de repente olía mal. Como a mierda y suciedad.

Bajé lo que faltaba de las escaleras y lo vi en la cocina: un hombre.

¿Un ladrón? ¿A plena luz del día?

Mi corazón comenzó a latir rápido y me quedé congelada donde estaba por los nervios. Mierda, debía hacer algo ¿Pero qué?

El hombre seguía dándome la espalda a unos cinco metros de mi, estaba sucio. Vestía tenis negros, jeans desgastados y sucios, una sudadera negra con capucha. Estaba rebuscando en la cocina, entre los cubiertos, el refrigerador. No estaba tomando nada.

Miré hacia la puerta, había roto la perilla y ahora estaba tirada en el suelo. No había nadie afuera.

Lentamente volví mi mirada hacia él.

Me estaba mirando.

Sentí un fuerte dolor en el pecho del susto, él me miraba con sus enormes ojos. Lo reconocí.