Lágrimas aparecieron inmediatamente en mis ojos tras ver a mi novio besándose con Guille. Pensé que se habían dado cuenta de mi presencia, pero no era así. No quise quedarme ahí hasta que me viesen, así que decidí irme de sin decir nada. Ni si quiera a Ana, a la cual oí decirme algo pero yo no le hice caso.
Caminé durante horas por las calles de Madrid, solo pensaba en lo que mis ojos habían visto. Miguel, el chico que parecía perfecto, el que me ayudó en mis peores momentos, me había engañado. La verdad es que no sabía por que me extrañaba tanto que Miguel me pusiese los cuernos, al fin y al cabo, ¿Quien iba a quererme a mi? Siempre he pensado que no soy lo suficientemente bueno para estar con alguien, y lo que pasó en el restaurante fue la prueba definitiva para saber que tenía razon.
Seguía caminando sin rumbo, hasta que sin querer, me di cuenta de que estaba en la plaza donde conocí a Carlos, donde nos dimos nuestro primer abrazo. Ahí comenzó todo. Las ganas de llorar volvieron a aparecer, no me había dado cuenta de que necesitaba a Carlos mas que a nadie. Me dio igual todo lo que él me hizo, así que decidí llamarlo.
- ¿Si...?-Dijo Carlos al coger el teléfono.
+ Hola...-Casi no me salían las palabras, me puse muy nervioso al oír su voz.
- ¿Alex...? ¿Eres tu? ¿Te ha pasado algo?
+ Carlos te necesito.-Dije sin tan si quiera pensarlo.
- Llevaba mucho tiempo esperando a que me llamaras... Yo también te necesito Alex, más que a nadie en este mundo.- Al oír esas palabras, una sonrisa apareció en mi rostro.
+ Quiero verte.
- Yo también quiero verte Alex, pero sabes que es muy difícil vernos por la distancia.
+ Lo sé... Luego te llamo.
Colgué inmediatamente, ni si quiera le di tiempo a Carlos para despedirse. Volví a estar triste de nuevo, Carlos estaba a cientos de kilómetros de mí, y era imposible verlo. Pero sabía que lo necesitaba, no quería ver a nadie, más que a él.
Era tarde, llevaba mas de dos horas caminando, así que decidí ir a casa de Ana. Sabía que no iba a haber nadie en su casa más que ella, debía explicarle todo lo que había pasado, y probablemente tendría que volver a vivir en su casa. Al llegar, abrí la puerta, y me encontré con la persona que menos quería ver en esos momentos.
Miguel y Ana estaban allí, los dos miraron hacía la puerta, donde estaba yo. Él se intentó acercar a mi, pero yo me alejé.
- Alex, dejame explicarte todo lo que ha pasado.- Me dijo a punto de llorar.
+ No quiero hablar contigo, por favor, vete , quiero estar a solas con Ana.
- Sé lo que has visto. Alex lo que viste no era lo que parecía. Guille me besó y me tenía agarrado, yo no podía soltarme.
+ Miguel, no hace falta que mientas. Estuve un rato en la puerta, esperando a que alguno de los dos se diera cuenta de que estaba allí, y no parecía que estuvieses intentando soltarte de el.
No tuvo valor de decir nada mas. El sabía que yo decía la verdad, no tuvo mas remedio que irse de casa de Ana sin decir ni una sola palabra más. No aguanté, cuando Miguel se fue, me puse a llorar. Ana vino hacía mi y me dio un abrazo. Probablemente pasaron mas de quince minutos y yo seguía llorando en el hombro de Ana. Finalmente, me quedé dormido.
Desperté y estaba en el sofa. Ana no estaba conmigo, supuse que estaría en su habitación. Me miré al espejo y vi que tenía los ojos hinchados, probablemente de tanto llorar. Mi teléfono comenzó a sonar, Carlos me estaba llamando. Cogí rápidamente.
- Carlos.-Dije con una sonrisa.
+ Buenos dias cariño, ¿Que tal has dormido?
- Bueno... Mas o menos, ¿Y tu?
+ Bueno... Podría decir que no he dormido nada.
- ¿Y eso?
+ No sé... Quizás lo entiendas cuando abras la puerta de casa de Ana...- No entendía nada de lo que decía.
- ¿Qué?
+ Abre la puerta... Estoy pasando frío.
- Carlos, no te entiendo.
+ Sólo hazlo.
Me dirigí hasta la puerta y la abrí. No podía ser cierto. Carlos estaba allí, en frente de mi, sonriendome, en ese momento entendí todo lo que me dijo por teléfono.
