Abrí la puerta y dos perezosos gatos me acariciaron las piernas, eran Lulú y Señor gruñón, parecían tener hambre.
—Bienvenido a mi hogar, Lucas. — Susurré mientras dejaba la mochila en el sofá, caminé hacia la cocina y tiré las llaves en la mesa.
¿Cómo habíamos acabado así?
Pues, después de haber hecho el trato, decidimos que después de clases iba a enseñarle vals en mi casa.
Lucas había insistido en que fuese en mi casa. Sospechaba que él escondía algo sobre su casa o tal vez no se sentía en confianza para llevarme allá todavía.
Pensar en lo segundo me hizo sentir mal, pero desvié esos pensamientos con un movimiento de cabeza.
Me alcé un poco para coger una lata de atún que estaba en la estantería. Estaba a punto de conseguirla, cuando otra mano la cogió por mí.
— ¿Cómo se llaman? — La voz de Lucas estaba muy cerca de mí.
Me volteé para ponerme de frente a él.
La cocina era estrecha, por lo que el cuerpo de Nathan se veía mucho más alto de lo que en realidad era.
—Ella es Lulú y él es Señor Gruñón. — Los señalé. Luego me volteé nuevamente para así buscar un abrelatas.
— ¿Vas a hacer lo mismo con la lata?— Comenté mientras seguía con mi búsqueda.
— ¿Ah?—
—Qué si te la vas a llevar a tu casa sin permiso y no me la vas a devolver. — Escuché la profunda risa de Lucas y eso me relajó más.
—Aún estás dolido por tu casete. Pero juro que está en buenas manos. —Murmuró mientras ponía al lado de mí la lata de atún.
Después de eso, me dediqué a abrir la lata y alimentar a esas pequeñas bestias. En todo momento pude sentir aquella mirada fija en mí.
Era como sí Nathan quisiera ver todos y cada uno de mis secretos.
Al terminar de alimentar a los gatos, me levanté y nuestras miradas se cruzaron.
Pude ver claramente el color esmeralda de aquellos ojos.
— ¿Y tu madre? — Me preguntó aún sin cortar aquél contacto que teníamos.
Preguntaba sobre mi madre, pero su mirada se veía tan intensa que podía pensar que la pregunta era puramente superficial.—Trabaja, viene más tarde. — Respondí cortando la comunicación visual que teníamos.
Caminé hacia la sala e hice un gesto para que viese lo grande que era.
—Aquí puedo darte las prácticas de Vals. Tienes suerte de que sepa, sino, estarías perdido. —
—Aún tengo curiosidad por saber cómo aprendiste vals. —
—Y yo tengo curiosidad de saber cómo sabes todo acerca de mí. —
—Todos tenemos secretos. —
—Eso mismo te digo yo a ti, todos tenemos secretos. — Un silencio retador se alzó entre nosotros. Alcé una ceja y nos miramos fijamente por algunos segundos, estudiando al contrario.
A veces pasaba eso, a veces tan sólo hablábamos el idioma de las miradas y había veces donde sus miradas me hacían sentir cosas que no sabía describir.
Junté mis palmas haciendo un suave sonido. — Debemos de comenzar, el vals se ve súper sencillo, pero es una práctica de precisión y gracia. ¿Estás listo para esto? — Mientras decía eso, buscaba entre varias pilas de CDs uno en específico.
Cuando lo encontré, lo reproduje en el radio y en cuestión de segundos, la sala fue bañada por un suave sonido.
Cuando me giré a verlo, mi corazón saltó.
Lucas se había subido las mangas de la camiseta hasta los codos, viéndose aún más varonil, no sólo eso, sino que la música favorecía a Lucas en sí.
Tragué saliva y desvié la mirada. Nunca me había fijado en aquellos detalles en nadie, ni en chicos o en chicas... ¿Pero por qué en él sí? ¿Qué tenía en especial Lucas?
— ¿Qué pasa profesor? ¿Acaso tiene miedo de darme clases y que yo salga mejor que usted en esto? — Estaba tan concentrado en buscarle el nombre a estos sentimientos que no me fijé que Lucas me miraba fijamente con una traviesa mirada.
Su comentario me hizo reír. Me acerqué a él y negué con la cabeza.
—Nunca, Lucas. —
—Nunca digas nunca. — Me contradijo en un divertido murmullo.
—Demuéstramelo. —
—Eso haré. — Con delicadeza tomó mi mano entre la suya y la otra entre mi cintura, me atrajo hacia él y por un momento, me sentí en el cielo.
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¡Dulce Chocolate!
Ficção Adolescente¿Te gustan las historias clichés? ¡Entonces esta es tu historia! Nathan un día se tropieza con Lucas en un pasillo de la escuela y ahí nace un ¡InstaLove! Lucas pone de cabeza el mundo de nuestro moreno protagonista, haciéndole dudar de su sexuali...