Capítulo 25

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Sí existían los milagros de navidad, entonces este era uno.

El 31 de diciembre, Dona se presentó en la casa de Lucas con una chica.
Ese día habíamos estado bajo las sábanas no platicando precisamente. Así que cuando ella llamó a la puerta, rápidamente tuvimos que cambiarnos.

Cuando la recibimos, no dejaba de mirarla. Después de todo lo que nos había hecho y podía hacernos, era normal estar desconfiado.

La chica que la había acompañado me era conocida. Era una amiga que siempre andaba con Dona.

Lucas las dejó pasar y se sentaron en el sofá. Dona parecía incomoda, pero eso no nos inmutó.

—Deben de estar sorprendidos por mi visita.— Dona soltó un suspiro y miró a la chica en busca de apoyo.

La chica le acarició la mano y asintió. Algo me dio un Deja vú al verlas. Tenían algo similar con nosotros...

—Quiero decirles que no deben de temer, porque no voy a difamarlos en la escuela. — ¿Acaso no estaba escuchando bien?

— ¿Qué?— Exclamamos Lucas y yo al mismo unísono.

—Sí. —Ahora la otra chica hablaba. — Ella no va a difamarlos. Porque somos iguales a ustedes. —

— ¿Iguales?— Dije incrédulo.

—Sí... Yo planeaba ser novia de Lucas para tapar mi romance con Sofía...— Dona parecía avergonzada.

— ¿Pero porque no decirlo? ¿Por qué no decirme qué solo iba a ser una pantalla? ¿Por qué no nos ahorraste tanto dolor?— Lucas parecía al punto de molestarse.

Fui a su lado y le acaricié el hombro para que se tranquilizara. Dona parecía querer decir algo pero no tenía el valor.
Sofía le acarició las manos y por fin habló.

—Estaba enojada. Quería que sufrieran lo que yo sufrí con Sofía... Odiaba verlos tan felices. — Quise golpearla ahí mismo, pero me detuve.

Tenía que admirar su valentía.

—Por eso ella vino conmigo hoy. Ha cogido el valor para hoy darles la noticia a sus padres de que tiene una relación conmigo. — Sofía no parecía tan afectada. Es más, parecía orgullosa de Dona.

—Está muy bien todo eso... ¿Pero y Dalton?— Murmuré ansioso.

—Dalton no está aquí. Su padre al enterarse de que andaba ebrio por las calles lo mandó a una academia militar. — Miré a Lucas con los ojos como platos y él me devolvió la mirada con una pequeña sonrisa.

¡Sí que era un milagro!






Entonces, sólo nos faltaba algo. Sólo nos faltaba darles la cara a nuestras madres.
Así que el día en el cual la madre de Lucas vendría a casa organizamos una pequeña cena con ella y mi madre.

Estábamos nerviosos, porque habíamos pasado meses ensayando lo que íbamos a decir y como lo íbamos a decir. Pero algo teníamos seguro, nadie nos separaría.

Cuando vi a la madre de Lucas, me sentí conmocionado. Era una mujer delgada, alta, joven. Tenía el color de ojos característico de Lucas. Estaba tan nervioso de dar una mala impresión que mis mejillas estaban rojas de la vergüenza.

—Así que tú eres Nathan. ¿No? Lucas me ha hablado mucho de ti. — La madre de Lucas me dedicó una dulce sonrisa mientras tomaba asiento en el comedor.

¡Dulce Chocolate!Where stories live. Discover now