Desde aquél día, contra todo pronóstico nos hicimos amigos.
Después de comer helado y hablar sobre nosotros, descubrimos internamente que teníamos sólo una cosa en común; La música. Eso bastó para unirnos.Pero había algo que me incomodaba. Algo que se incrementaba en mi pecho cada vez que miraba aquellos ojos.
Algo en mi pecho se apretaba y dolía de una forma deliciosa.Aún no podía descifrarlo, pero ese pequeño dolor me hacía feliz.
Hacía que mis ojitos brillaran. Sí así se sentía tener amigos, entonces, era la sensación más hermosa del mundo.
Un día, mientras comíamos nuestros almuerzos en una de las mesas del comedor escolar, Lucas me pidió ayuda, y eso me sorprendió, porque él no era de pedir mucho.
—Necesito tu ayuda. — Comentó visiblemente apenado.
¡Qué bien se sentía ser necesitado!
—Ah. —Dejé de comer mi almuerzo para mirarlo sorprendido.
Eso bastó para apenarlo más. Moví la cabeza varias veces para poder entrar en razón. — Claro, claro, ¿En qué te puedo ayudar?— ¡Aún no me lo creía!—Ya sabes... Estoy en el último año y siempre hacen unos mediocres bailes de graduación y... Pues no sé bailar. — Me dijo en un débil susurro.
La forma que él escogió para decírmelo, cómo sí fuese un secreto nacional, hizo que estallara de risa.
— ¡¿Qué no sabes bailar?!— Exclamé aún riéndome. Pobre, parecía más apenado aún y eso me divertía.
Bruscamente dejé de reírme y tomé una gran bocanada de aire para tranquilizarme.
— ¿Por qué me lo dices a mí? ¿Crees que sé bailar vals?— Le comenté mientras retomaba mi almuerzo.
Él sólo me dio una mirada significativa.
—Mierda, tienes razón. Sí, sé bailar vals. ¿Cómo es que lo sabes todo? Me das miedo, Lucas. —
—Puedes llamarlo un sexto sentido, pero... Espera. ¿Cómo es que aprendiste a bailar vals? — Ahora el avergonzado era yo.
Era una historia tan vergonzosa que obligué a mí cerebro a eliminar esos recuerdos, pero seguían ahí.
—Está bien, está bien. Te enseñaré a bailar vals, pero nada de preguntar acerca de la procedencia de mis enseñanzas en el oscuro mundo del Vals...— Susurré dándole un mordisco a una manzana.
Lucas me miró con curiosidad por un momento pero luego asintió.
—Hecho. — Con su natural elegancia extendió su mano y cuando yo se la estreché con la mía, algo dentro de mí se removió.
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¡Dulce Chocolate!
Fiksi Remaja¿Te gustan las historias clichés? ¡Entonces esta es tu historia! Nathan un día se tropieza con Lucas en un pasillo de la escuela y ahí nace un ¡InstaLove! Lucas pone de cabeza el mundo de nuestro moreno protagonista, haciéndole dudar de su sexuali...