No me pude quejar. Tuve un desayuno de reyes. Por algo Lucas tenía ese aire de pereza y relajación. Por el dinero.
Tenía mucho dinero en la tarjeta dorada que cargaba. La tarjeta donde su madre le depositaba un apetitoso dinero para hacer lo que él quisiera.
No podía moverme. Dicen que la avaricia del pobre es aguda, porque cuando Lucas me dijo que podía comer lo que quisiera, me comí la mitad del menú.
—Pareces a punto de explotar. — Bromeó Lucas mientras le daba un sorbo a su bebida.
—Es tu culpa, eso te pasa por traerme a un lugar donde hay mucha comida deliciosa y me das rienda suelta para comer todo lo que quiera. ¿Acaso esa es tu forma de querer asesinarme? ¿Quieres asesinarme a través de mi codicia?—Exclamé mientras intentaba bajar un poco la panza que era evidente.
—No, es parte de mi plan. — Murmuró.
Cuando alcé la mirada, vi un brillo malicioso en sus ojos.
— ¿Cuál plan?—
—Ahora que estás lleno, no puedes moverte. Y aún no he pagado la cuenta, sino quieres quedarte aquí por el resto de tu adolescencia lavando platos para pagar la cuenta, debes contestar a mis tres preguntas. —
—Eres un bastardo. — Dije con veneno. Cogí una servilleta y la enrollé con ansiedad.
Me había puesto una emboscada el desgraciado. — ¿Cuáles son tus malditas preguntas?—
—No te enojes, chocolate. —
—Debí clavarte el cuchillo en la yugular cuando tuve la oportunidad. — Eso lo hizo reír y su maldita risa tan carismática me hizo sonreír contra mi voluntad. — Habla de una vez, Lucas. —
— Son simples. La primera es; ¿Cómo aprendiste a bailar vals?— Me sonrojé al escuchar la respuesta y bajé la mirada.
—Eres un curioso sin remedio. — Suspiré. Miré alrededor y supe que no tenía escapatoria. — Cuando era pequeño, mis primos eran más altos que yo.
Mi abuela siempre tuvo una obsesión con el Vals, así que aburrida de estar siempre sola en casa, nos buscaba todos los sábados para darnos clases de vals. Al no tener una nieta, me eligió a mí para hacer el papel de mujer. Por lo que aprendí el doble, ya que era la pareja de todos mis primos.
Era horrible, algunos no sabían exactamente como bailar y me lastimaban los pies constantemente... Un mes después de que mi madre dio a luz a Maddie, ella falleció. — Lucas comenzó a acariciarse la barbilla. Parecía estar procesando todo lo que le había dicho.
—Te imagino de niño bailando vals y me da tanta ternura.— Exclamó con una sonrisa boba.
— ¡Cállate Lucas!— Por eso odiaba hablar de mi pasado. Era una época de mi vida que quería borrar completamente.
—¡Ahaha! ¡Lo siento! — Tomó un sorbo de su jugo y se aclaró la voz. — Bien, ahora va la última pregunta. —
Rodeé los ojos y suspiré.
— ¿Alguna vez te has masturbado?— ¡Qué clase de pregunta era esa! Tan repentina y en un lugar público...
— ¡No voy a responderte!— Él sólo me señaló la tarjeta dorada y me hizo seña de irse y eso me convenció.
No quería quedarme toda la vida lavando platos.
—Bueno... Sí. —Lucas parecía estar disfrutando de aquello.
Entonces, su expresión cambió repentinamente. Estaba un poco serio.
—Tu padre. Nunca me has hablado de él. — Mi expresión en aquél momento se volvió seria. Mi padre.
Tragué saliva y moví mi cabeza para despejar mis pensamientos.
—Él... — Rompí la servilleta y las arrojé a la mesa. —Abandonó a mamá cuando quedó embarazada de Maddie. Se fue con unos amigos a perseguir su sueño dorado. No ha vuelto y espero que jamás vuelva. — El ambiente se tensó rápidamente.
Odiaba hablar de él. Mi cabeza se llenaba de recuerdos. De las silenciosas lágrimas de mi madres y los sollozos de Maddie.
Del velorio de mi querida abuela y de la gran soledad que me arropó en aquellos oscuros años.
Una suave caricia en la mano me devolvió como un rayo a la realidad.
Era Lucas. Me acariciaba la palma de la mano y me dedicaba una mirada profunda.
Quité la mano por reflejo y desvié la mirada. Estaba avergonzado.
De alguna forma, el saber mutuamente que no teníamos apoyo paternal, nos unió aún más.
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¡Dulce Chocolate!
Fiksi Remaja¿Te gustan las historias clichés? ¡Entonces esta es tu historia! Nathan un día se tropieza con Lucas en un pasillo de la escuela y ahí nace un ¡InstaLove! Lucas pone de cabeza el mundo de nuestro moreno protagonista, haciéndole dudar de su sexuali...