Capítulo 15

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Sigue la noche...

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-"No, no lo creo. No tienes nada de que avergonzarte, Alexander, y menos por desear ser restringido. Es la forma más dulce de tortura que existe. Abraza ese lado de ti mismo y disfrútalo. El tiempo es demasiado fugaz para no permitirte experimentar estas cosas, créeme, lo sé. Ahora, creo que has descansado lo suficiente"

Magnus se movió un poco para estar a horcajadas sobre sus caderas. Se inclinó hacia delante y deslizó lentamente ambas manos sobre sus brazos estirados, su pecho rozó la cara de Alec. Alec zumbó de placer, besando la suave piel mientras ésta pasaba por sus labios. Frotó contra ella su mejilla con una sombra de barba, lo que provocó un profundo gemido en Magnus y lo sintió inclinarse al tacto.

Magnus maniobró para que la aspereza rozara un pezón y Alec lo escuchó jadear mientras hacía contacto con el tejido sensible. Alec giró su cabeza y le dio al oscuro disco un golpe con la lengua; Magnus gimió y sus manos se dirigieron a su cabeza, enterrando los dedos profundamente en su cabello, las yemas rascando su cuero cabelludo. Alec sonrió al pensar como se la había volteado, aunque sólo fuera por un momento. Magnus bajó la cabeza mientras lo miraba lamerle, esto no había sido parte de sus planes, pero le agregaba un giro interesante y muy placentero.

Cambió de posición para que pudiera hacer lo mismo en el otro lado, permitiéndose perderse en la sensación. Sintió que su erección se hinchaba detrás de los cordones sueltos y se esforzaba más por liberarse, clavándose contra la suave piel del bajo vientre de Alec. Si continuaban, sería él quien perdería el control.

Gimió y se apartó, besando suavemente la frente de Alec y bajando por un lado de su rostro para rozar los ojos con los párpados pesados, la punta de la nariz y finalmente llegó a la hermosa boca.

No perdió el tiempo y lo golpeó con amplios besos que tenían a Alec tirando de la cuerda, desesperado por tomarlo en sus brazos, y tenerlo lo más cerca que pudiera. Magnus llevó la punta de la lengua a sus labios y sintió que el pecho de Alec se hinchaba, respirando hondo con el rostro hacia arriba, queriendo más. Le encantaba lo receptivo que era Alec a cada uno de sus movimientos, y esperaba que nunca perdiera eso.

El siguiente beso lo hizo poner su lengua sobre la de él, llenando su boca y saboreando la caliente humedad. Dios, también sabía bien y volvió después de unos segundos haciendo que Alec gimiera profundamente.

Magnus retrocedió, sonriendo- "¿Te gusta la comida italiana, Alexander?"

Alec luchó para volver a tener un pensamiento más claro y le dio una sonrisa tímida- "Lo siento, sí. Me lavé los dientes, pero el ajo era un poco fuerte"

Magnus se rió entre dientes y regresó, llenándole en cálidos y lánguidos besos. Alec lo recibió, amando la forma en que sus lenguas bailaban juntas.

-"No es necesario pedir disculpas, dulzura. Hablando de..."

Magnus abandonó su boca y trazó un camino de besos a través del borde de su mandíbula, alternando ligeros roces de sus labios con pequeños y agudos moriscos. Llegó al lado de su rostro donde se encontró con su oreja. Se llevó el lóbulo entre los labios y succionó la pequeña y regordeta falange, Alec gimió con fuerza estirando tanto la cuerda que la sintió quemar su piel.

¡Mierda! Había olvidado que parecía haber alguna mística conexión entre sus oídos y su pene, la sintió sacudirse y palpitar contra su vientre. No duraría mucho más si continuaba así.

Magnus lo soltó y luego trazó la capa externa de su oreja con su lengua, sus manos sosteniendo su cabeza. Alec gimió y se frotó contra la mano, doblando el placer. Tenía la respiración entrecortada y ya no podía obtener suficiente oxígeno, inhalaba y exhalaba con fuerza en un intento desesperado de no desmayarse.

Su Salvación - His SalvationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora