Mi Protector Oscuro

Capítulo Veintidós

Severus se sentó sin pestañear en la chimenea, Poppy se había ido hace horas, aunque sinceramente, Severus no tenía idea de la hora, estaba demasiado preocupado. El conocimiento de que iba a tener que informar a Harry sobre la magia era extremadamente desalentador y francamente un poco aterrador.

No tenían idea de cómo reaccionaría, y tenía miedo de causar efectos perjudiciales en el frágil estado mental de Harry. No podía dormir, tratando de pensar en formas de suavizar el golpe, Merlín podía rechazar su magia y sabía que eso no terminaría bien. Sabía lo que le había pasado a Ariana a través de Dumbledore y cuán malo había sido, y cuánta culpabilidad todavía sentía Albus por eso, incluso ahora, sumado a la presión de Harry, no era de extrañar que no fuera su personalidad normal y optimista.

Harry era mucho más poderoso que Ariana Dumbledore, las consecuencias podrían ser extremas. No le importaba que la amenaza probablemente sería para su propia vida debido al hecho de que era y seguiría siendo el principal guardián de Harry. No tenía intención de dejarlo, incluso cuando su magia fuera violenta.

Si le costaba la vida, que así sea, había jurado protegerlo y lo haría hasta su último aliento. Él solo le rezó a Merlín para que Harry pudiera aceptar su magia aunque fuera un poco. Espero que eso sea suficiente para evitar cualquier muestra catastrófica de derramamiento mágico.

- ¿Quiere el Maestro que el fuego se prenda de nuevo? ~ inquirió un elfo doméstico que apareció silenciosamente y se hizo visible, mirando al humano con cautela. ~

Normalmente hacían su trabajo sin ser observados, y no era frecuente que encontraras a los maestros o a alguien realmente despierto a esta hora de la noche. Las brasas agonizantes intentaron valientemente permanecer encendidas, pero no quedaba más que cenizas, y pronto las brasas se extinguirían.

- Sí, por favor. ~ Susurró Severus cansadamente, apenas dándole una mirada al elfo doméstico antes de mirar pensativamente el aire. ~

Pellizcando el puente de su nariz, suspiró suavemente, no podía dormir, estaba pensando demasiado, y no quería tomar un vial de sueño sin sueños, lo dejaría vulnerable y no se despertaría cuando Harry lo haría incluso con un hechizo de alerta sobre él.

El elfo doméstico eficientemente puso tres troncos nuevos en la chimenea, con un chasquido de sus dedos e hizo que una pequeña brizna de fuego se extendiera por los troncos, lenta pero seguramente consumiéndolos en alegres llamas. Una vez que terminó, ella se apartó, no quería interrumpir la paz de su Maestro y podría regresar en otro momento para limpiar. Aunque nunca fueron permitidos en estas habitaciones durante el día, y tenían que permanecer invisibles si lo hacían hasta que supieran que estaba no había nadie. También se les prohibió ingresar al dormitorio de invitados.

Él había puesto a Harry de vuelta en la habitación reparada hacía horas, para que pudiera sentarse allí por un tiempo. La habitación había vuelto a la normalidad, todos los escombros barridos, una nueva cama y muebles instalados, su ropa limpia y reemplazada, así como sus juguetes. Juguetes con los que jugaría un niño de cinco años, aunque ese pensamiento había dejado de molestarlo tanto, eso no significaba que le agrava verlo si no que era un poco desalentador.

- ¡Tempus!

Severus dijo en voz baja, agitando su mano en un espectáculo de magia sin varita. El momento apareció sobre él brillando en números rojos, las cinco de la mañana, poniéndose de pie, sacó su varita y lanzó un 'Aguamenti' a las llamas apagandolas con un silbido, asegurando que el fuego realmente se apagaba antes de que caminó a su habitación, tuvo que intentar dormir un poco, incluso si sospechaba que sería un ejercicio inútil, algo era mejore que nada.

Abrió la puerta, entró y se deslizó directamente en su cama, un suspiro de alivio abandonó su boca, cerró los ojos, comenzó su técnica de meditación y eso fue lo último que recordó hasta que fue despertado por el hechizo que lo alertó sobre el estado consciente de Harry.