Capítulo 4 -Inexplicablemente preocupado.

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Imagen multimedia: Samuel Collins

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     Ithan, después de aquella extraña mañana, se sentía inexplicablemente preocupado. No era hombre de darle importancia a los problemas de otros, menos cuando se trataba de mujeres. Para él, las chicas con desorden alimenticio eran más normales de lo que algunos podían imaginar. Estaba acostumbrado a acostarse con mujeres que cuidaban su figura y que a penas y comían una lechuga al día, sólo para verse bien. Sin embargo, aquella mañana, se sentía angustiado por la salud de aquella flacucha niña.

     Tal vez por eso le había afectado de aquella manera el alcohol, aquella noche cuando la ayudó. Tal vez no solía comer. No lo sabía, y no debía interesarle, pero de pronto se sentía incapaz de dejar de pensar en aquello, en ella...

Podía verse a sí mismo dejando de comer y yendo por el mal camino para acabar con su vida ¿Sería algún complejo? ¿O sólo era de mal comer?

-¡Ithan! –Al escuchar la gruesa voz llamarlo con entusiasmo. Alzó la vista y subió las cejas sorprendido.

-¿Tío?

-¡Hijo mío! –Ithan se levantó de prisa del escritorio, desabrocho los botones del seco de su traje y caminó de prisa hacia su tío. Samuel sonrió entusiasta y lo estrecho fuertemente entre sus brazos. Palmeo su espalda y anunció- ¡Pero mira que bien te ves!

-¿Qué haces aquí?

     Se separaron y miraron con enormes sonrisas en sus bocas. Samuel Collins, un hombre que comenzaba a llegar a los cincuenta años, tan fornido, entusiasta y liberal como sus dos hijos. Su cabello era castaño oscuro como el de su hijo, pero ya bastante blancuzco; tenía los ojos verdosos, una nariz respingona, mandíbula cuadrada, dientes perfectos, y era tan alto como ellos dos, y una gran barba de vello blanco.

-Pues he venido a visitarlos ¡Tanto tiempo sin verlos! ¿Dónde está tu primo?

-Debe estar en su oficina, está estudiando ahora un caso que debe resolver en un par de días.

-¿Cómo van las cosas por aquí?

-Pues bien, ahora mismo estoy sacando las estadísticas.

-Ah, qué bueno. A ver...

     Se sentaron e Ithan comenzó a explicarle algunas cosas que estaba organizando del buffet. También estaba estudiando algunos expedientes que le habían mandado de recursos humanos, dos abogados que habían cometido falta. Pese a que Ithan no estaba en esa área, era uno de los dueños de la empresa, por lo que todo pasaba por sus manos y las de Manuel.

-Vamos a buscar a tu primo para ir a comer, muero de hambre. Después quiero que me busquéis un buen hotel para quedarme, ahora tengo el equipaje en el auto.

-¿No te quedarás con nosotros? –Alzó las cejas el rubio. Su tío lo miró con complicidad antes de aclarar- ¡Estoy en Nueva York! ¿Crees que voy a estar de santurrón? ¡Son mis vacaciones!

-Cuide su corazón Tío, mire que ya no tiene la misma edad –Bromeó Ithan, sabiendo perfectamente que su tío estaba más que en buena forma.

-No estaré tan viejo para darte unos cuantos golpes, así que mejor cállate –Ithan soltó una carcajada al escucharlo mientras se adentraban en el piso donde se encontraba la oficina de Manuel.

     Manuel se encontraba distraído leyendo los informes de las investigaciones que había mandado a hacer, para la resolución de su caso, cuando escuchó la estridente carcajada de Ithan. Al levantar la vista, se encuentra con que su padre lo está mirando desde las afueras de su oficina, con una gran sonrisa en su cara. Sus ojos se abrieron de par en par, y casi tuvo la misma reacción que Ithan; se levantó de un salto de su silla y salió a paso rápido de la oficina.

Atravesando las TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora