El recuerdo de un amor ©

Capítulo 55

Multimedia: Camila Cabello- Consequences

—Es mejor que te vayas. —Escuché decir a la tía de Jazz.

—Mer...

—No, si no lo haces llamaré a la policía, ya no eres bienvenido, no cuando estás lastimando a alguien de mi familia.

Estaba en las escaleras, escuchando a la tía Mer hablando con Arthur, no sabía hace cuanto estaba ahí, pero cuando bajaba hacia la planta inferior por un vaso de agua, escuché su voz y me quedé inmóvil, como si hubieran colocado un freno en mi cuerpo y no pudiera moverme.

Cómo Arthur había dicho, mis padres no estaban en casa, y tampoco pude entrar en la casa. Derek me había dicho que podía llamarlos pero había rechazado la propuesta, debido a que no quería asustarlos.

Por ello, terminé yendo a casa de Jazz, dónde una tía Mer me recibió con los brazos abiertos cuando le susurré que ya no quería vivir con Arthur, cuando le dije que quería alejarme y necesitaba que me ayudarán porque estaba aterrada de que él lastimará a mi familia y amigos.

La tía Mer y Jazz me cuidaron toda la madrugada, tenían miedo de que lo que fuera que hubieran echado en mi bebida tuviera un efecto adverso en mi cuerpo, me cuidaron como si fuera de su familia.

Y ahora, cuando había decidido salir del cuarto en busca de comida, escuchaba la conversación, no sabía dónde estaba Jazz, lo único que sabía, es que estaba temblando mientras que mi corazón iba de manera errática.

—Solo unos minutos, es lo único que te pido Mer...—Escuché que suplicaba Arthur.

—He dicho que no.

Cuando Mer quería podía llegar a ser como una mamá oso protectora, y saber que ella se preocupaba por mí y me cuidaba me hacía sentir tan frágil y pequeña, pero sobre todo, me hacia saber que no estaba sola. Hubiera deseado que mi madre hubiera sido la que detenía a Arthur.

Solté un pequeño suspiro cansado, terminé de bajar las escaleras; enfrentándome a lo que venía.

—Está bien, tía Mer —susurré, logrando que Arthur volteará y fijará su mirada en mí, mientras que Mer solo me miraba con preocupación—. Solo hablaré con él y luego se irá.

Y quizás lo haga para siempre.

—¿Estás segura, cielo? —inquirió y asentí en respuesta.

Ella soltó un suspiro, caminó hasta mí y susurró en mi oído que estaría en el patio por si la necesitaba, luego de darle a Arthur una mirada de advertencia salió del lugar, dejándonos solos a los dos.

Él estaba a unos pasos de distancia, mientras que yo estaba en el pasillo. Mis manos estaban convertidas en jarras, tenía un short largo de pijama y una camisa de tiras, no tenía ganas de vestirme con algo diferente, porque entre mis planes no estaba salir de la cama. Él me miraba con detenimiento, su cabello estaba desordenado, mientras que su cuerpo se encontraba tenso.