Capítulo 50

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Multimedia: Sam Smith, Normani- Dancing with a stranger

¿Cómo una persona puede sentirse tan sola estando rodeada de tantas personas?

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¿Cómo una persona puede sentirse tan sola estando rodeada de tantas personas?

No lo sé.

Estaba en medio de la banda, todos estaban riendo, bebiendo y divirtiéndose luego de que las peleas acabaron, sin embargo, yo no encajaba con ellos, no me sentía en un lugar seguro o me entusiasmaba la idea de beber hasta no poder más o de bailar hasta que los pies dolieran, se sentía como si hubiera un hueco en mi pecho, como si no sintiera nada.

Luego de que Anne se marchó me la pasé llorando durante horas, tanto que mis ojos estaban hinchados y me dolía la cabeza, quería irme del lugar y meterme en la cama y dormir, estaba fuera del apartamento luego de mucho tiempo, sin embargo, quería volver al silencio.

De manera inconsciente mis ojos cayeron sobre Arthur, en sus labios habitaba una enorme sonrisa, dos hoyuelos se marcaban en sus mejillas al sonreír, en una mano tenía una cerveza y sus ojos brillaban. Él estaba charlando y riendo junto a los demás miembros, si alguien lo miraba hubiera imaginado que era un ángel; cuando en realidad era un demonio.

Sus ojos se toparon con los míos y sonrió, haciendo que mi corazón se acelerara y le devolviera la sonrisa de manera automática, después él siguió hablando con sus amigos, y la sonrisa desapareció de mis labios con la misma rapidez con la que había aparecido.

—¿Problemas en el paraíso, muñequita? —inquirieron mi oído. La voz provocó que un escalofrío recorriera mi espalda y los vellos de mis brazos se erizaron.

Giré la cabeza en busca de la voz y un nudo se formó en mi estómago al observar a Marcus tan cerca, me alejé de él lo más que pude y volteé en dirección de Arthur intentando escapar de su mejor amigo, pero él estaba lejos de darse cuenta de mí y de que me incomodaba.

—Al parecer está algo ocupado —dijó cerca de mi oreja para que pudiera escucharlo, ya que la música estaba alta. Lo miré de reojo y él también estaba observando a Arthur—. ¿No crees?

—Púdrete —mascullé volteando a verlo.

Por sus labios se deslizó una sonrisa llena de burla y arrogancia, tomó un sorbo de la cerveza que tenía en la mano sin dejar de verme. No quería apartar la mirada y mostrarle que me intimidaba, aunque por dentro estaba deseando hacerlo.

—¿Ya olvidaste que es mejor tenerme como amigo? —inquirió acercándose—. Si quieres te lo recuerdo.

—Vete a la mierda con tu falsa amistad —mascullé. Me volví a alejar de él y este sonrió con arrogancia, después meneó la cabeza hacia los lados en desaprobación.

—¿Está ocurriendo algo? —preguntaron.

La mirada de Marcus se oscureció al escuchar la voz, una sonrisa falsa e hipócrita se deslizó por sus facciones y volteó a ver a Arthur para responder:

El recuerdo de un amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora