Capítulo 63

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Multimedia: Dua Lipa- No Goodbyes

El día siguiente a los sucesos fue extraño, él fue a la habitación a despertarme para salir a caminar, lo hizo como si nada hubiera ocurrido, como si todo hubiese sido un mal sueño

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El día siguiente a los sucesos fue extraño, él fue a la habitación a despertarme para salir a caminar, lo hizo como si nada hubiera ocurrido, como si todo hubiese sido un mal sueño. No quería salir de la cama, no me había quedado dormida hasta entrada la madrugada, cuando el sonido de las cosas haciéndose añicos y su llanto se detuvo. En mi sueño todo era como antes, estaba feliz junto a mi familia, junto a Annabet, él no existía, no existía nada de lo que había ocurrido.

Cuando bajé las escaleras, creía que todo iba a estar hecho un caos, quizás cosas rotas por aquí o por allá, pero me llevé la sorpresa de que todo estaba en perfectas condiciones, hacían falta algunas cosas, las cuales supongo que él destruyó, pero todo lo demás estaba perfecto. Después de desayunar en silencio ambos salimos de la cabaña; internándonos en el bosque.

El sol no quemaba, era un sol agradable, el crujido de las hojas bajo mis pies, el sonido que provocaba las ramas al ser agitadas por el aire; era relajante, tranquilizante.

Miré de reojo a Arthur. Su rostro estaba inexpresivo, tenía las manos metidas en los bolsillos delanteros de su pantalón y caminaba relajado, en su hombro izquierdo colgaba una mochila negra —no sabía que tenía adentro—, debajo de sus ojos había ojeras y tenía un rastro de barba en su mentón, su cabello estaba desordenado, al parecer había pasado sus manos por las hebras de su cabello repetitivas veces. Lucía cansado, agotado.

Caminamos en total silencio, él no daba indicios de querer hablar y yo no intentaba hacerlo. Mientras más caminábamos más tranquila y relajada me sentía, era una sensación que no puedo describir. Tenía tantas emociones encontradas, ¿Lo amaba o lo odiaba? ¿Quería ayudarlo o huir? Dios, ya no sabía qué era lo que quería, por unos momentos lo despreciaba y en otros quería abrazarlo y ayudarlo, quería verlo sonreír, quería que fuera feliz.

Quería huir, pero también quería quedarme y ayudarlo. Estaba confundida.

Había mirado varias facetas de Arthur, pero esa en la que estaba era la que más me confundía, me hacía sentir vulnerable y pérdida. ¿Por qué no podía ser fácil?

—Iba a tener un hermano —habló, sobresaltándome, giré a verlo, pero él miraba hacia al frente, sin verme siguió hablando—. Cuando tenía cuatro años mi madre quedó embarazada, pero lo terminó perdiendo. Creo que desde ese momento todo cambió, mamá empezó a serle infiel a papá. —Soltó un suspiro—. A veces me pregunto qué hubiera ocurrido si ella no lo hubiera perdido. ¿Ellos estarían vivos? ¿Seríamos una familia feliz? —Giró a verme y una sonrisa triste se deslizó por sus labios—. Tengo muchas preguntas y no tengo respuestas. Nunca las tendré.

La tristeza era evidente en su mirada, la melancolía se reflejaba en su voz. No fui capaz de seguir viéndolo a los ojos, por ello aparté la mirada, mis manos me picaban, estaba conteniéndome para no envolver mis brazos alrededor de su cuerpo a abrazarlo, así que me abracé a mí misma, intentando quitar esa idea de mi cabeza.

El recuerdo de un amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora