Perdido.

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La bocina sonó, los nervios se apoderaron de su cuerpo, un suspiro hondo soltó y se dirigió a la puerta, giró la perilla y se encontró con un chico de rizos alborotados, sonrisa boba y camisa a cuadros verde con azul, sus nervios desaparecieron y solo se limitó a sonreír. 
-Hola niño, ¿listo para una noche de placer? Con su tono burlón y sonrisa divertida.
-No lo creo. -soltó algo dudoso de lo que estaba haciendo.
Despidiendose y cerrando la puerta caminaba a la camioneta negra de ventanas blindadas con varios chicos adentro.
-Súbase a su carroza, príncipe. -abriéndole la puerta para luego cerrarla luego de que él se subiera.
Dominik no era un chico tímido, solía ser carismático y social, pero en ese momento solo estaba callado, escuchando las risas y chistes de los chicos.
Pasó 1 hora y ellos seguían sentados en el auto, yendose por un camino boscoso, oscuro y desavitado, él sentía que estaban dando vueltas en círculos, como si nunca llegaran a un lugar. Su curiosidad lo tenia más nervioso, se sentía perdido.
-Como que llevamos mucho tiempo sentandos ¿no? Intentó sonar despreocupado, esos chicos eran bastante bromistas y no quería que lo hagan con él.
-Tranquilo, mira no sé cómo te explico, digamos que es exclusivo, no cualquier persona llega aquí, está repleto de guardias y de mujeres jóvenes, nada de viejas enfermas.
-Ya me estoy aburriendo, creo que lo mejor será volver.
Y las risas volvieron, los 5 chicos que estaban en ese carro empezaron a reírse, se sentía apenado.

Estacionaron el auto en uno de los espacios, habían muchos autos de lujo, el lugar no se veía tan bien ni tan mal, estaba en medio de un montón de arboles, apenas podía divisarse una casa bastante grande a lo lejos, luego era oscuridad y el sonido de la noche mezclado con el sonido de la música que sonaba en el lugar, los chicos ya habían entrado mientras que él solo observaba, nervioso y algo aburrido. Un sonido interrumpió su pensamiento, el chico de alborotados risos venía caminando hacia él.
-¿no vas a entrar? -Tenía una bebida en la mano y una sonrisa en los labios.
-Supongo que debo hacerlo. -caminó hacia la puerta con el chico, había dos hombres morenos parados, a la derecha habían más hombres armados.
Quedó perplejo al entrar, había todo tipo de personas, hombres con mucho porte, mujeres caminando y otras bailando, una barra bastante grande con todo tipo de bebidas, las mesas eran pequeñas, en los costados habían sofás más exclusivos, habían hombres trajeados, con ropa casual y hasta algunos hombres con sombreros, camisa y botas, todos adinerados, de nuevo sentía que no encajaba. La música daba un ambiente sensual, sonaba Havana, podía reconocerlo en cualquier lugar, las luces rojas, verdes y azules lastimaban sus ojos, caminó con estilo pero se veía muy torpe, se sentó en una de los sofás con sus amigos.
-Entonces qué tipo de chicas buscan ¿tienen para pagar? Una voz chillona los interrumpió, era una chica rubia con un vestido rojo que parecía una blusa, tenía una especie de libro o carpeta en manos.
-Ella es la pequeña Jeimy, nos llevará con las nenas. -levantándose para agarrarla de los hombros uno de los amigos de Mariann decía.
-Vamos, al chico de ahí -apuntó al chico nervioso que tomaba su bebida fingiendo no entender. -lo llevan con una chica nueva, rubia como tú y con muchas curvas.

Era una situación bastante incomoda, una chica curvilínea desnuda acostada en una posición "sensual" y él sentado en aquel sofá marrón que estaba allí, mirando al suelo tapándose la cara con las manos.
-Mira yo no quería esto, y-yo no quería, pero no te preocupes sí, pagaré pero no puedo, no puedo estar contigo. -intentaba sonar amable, esta situación lo tenía consternado y algo estresado.
-Mira niño, a mi no me importa solo quiero mi dinero. -decía mientras se volvía a vestir. -Pero hay un problema, pagaste por 20 minutos y 20 minutos debemos quedarnos.
-Nadie va verme, por favor, yo solo iré a buscar la llave donde está mi amigo y me quedo en el auto, ayúdame.
-Son 150 dolares.
Vagaba por el pasillo de paredes rojas con estampados negro, puertas en mal estado, sonidos bastantes obscenos se escuchaban en cada puerta, intentaba verse lo más natural, en tu mente repetía el numero de la habitación, 678. La encontró tocó la puerta con sus nudillos pero nadie respondió así que solo abrió, las luces estaban apagadas, él había escucha decir a su amigo que le gustaba hacerlo así, a oscuras. Pero él prendió las luces para buscar las llaves
-Mira yo solo vine a buscar las llaves del coc... -se quedó asombrado, así que solo se quedó callado mirando, como si hubiera visto al diablo, pero no era el diablo, era un chico haciéndole un oral a su mejor amigo de la infancia, mientras una chica lo acariciaba, ellos se detuvieron pero se limitaron a decir algo, él solo se retiró de la habitación caminaba rápido, esta vez algo desorientado, él no tenía ningún tipo  de perjuicio, sería estúpido decir eso, él solo se sentía traicionado ¿por qué no se lo dijo? Se supone que son mejores amigos.

Recuerdos De Una Prisionera. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora