Pequeño

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Una clase más, una hora más y ya era libre, en serio esperaba ansioso, al salir probablemente iría a cocinarle algo a su madre, siempre le gustó cocinar para su madre, ya estaba un poco vieja, no quería que tenga trabajo extra haciendo la cena u otras cosas, había contratado a una mujer para realizar los trabajos pesados, pero para que Lizbett, no se sienta inútil o aburrida le dejaba hacer cosas sin mucho esfuerzo, una de sus cosas favoritas era pintar, siempre la misma inspiración, pero con otro color y textura.
Al fin, sonó una molesta campana que retumbó en todo el lugar, libertad al fin. Para tener 15 años era un chico bastante maduro, flojo e inteligente, al salir de su ultima clase iría junto a Marianno al supermercado, era algo que hacían todos los días, no era porque necesitaban algo, sino por gusto, por costumbre o para pasar más tiempo juntos.
Marianno conoció a Dominik en la escuela primaria, cuando apenas tenían 6 años, siempre recordaban el día que se conocieron, Marianno con tanta energía y emoción acercadose al niño raro que estaba escondido tras la falda de su madre. "Hola" dijo con esa típica voz de niño dulce y llena de inocencia, hasta la actualidad seguían siendo los mejores amigos, algo distanciados pues Marianno se había ido a vivir con su hermana enferma, un poco lejos del colegio y de Dominik, de todas formas siempre intentaban estar juntos.

-¿Pequeño? ¿eres tú? -Buscando con la mirada a su hijo, su voz llena de amor y preocupación.
-Soy yo mamá, traje a comer a Marianno, espero no te moleste
-Buenos días niño, pasa, nunca molestas ¿podrías dejarnos solos? Sube a la habitación o ve a donde quieras. Dom, podrías decirme dónde está la pintura que estaba en el pasillo, y no intentes mentirme porque ya sé que fuiste tú, no me gusta buscar en tus cosas pero no tuve opción.
-Ugh sabía que dirías algo. -dijo mirando al suelo. Yo solo vi esa imagen y quería analizarla más de cerca, no quería que te sientas mal o algo así, mamá y-yo lo siento. -En serio su intención no era incomodarla, él había desarrollado un interés por las pinturas que su mamá hacía, no quería remover la historia pero su curiosidad lo superaba, había preguntado a su madre cuando era chico, pero no recibió ningún tipo de respuesta coherente, él ya era grande, ya no era un niño pequeño que no entendía las cosas, aunque para ella siempre sería su pequeño, su mayor tesoro y fuerza, él la mantenía fuerte, él la ayudó a seguir, él era su pequeño.
Todos los cuadros tenían a una mujer, tenía un vestido rosa y el pelo rubio, su rostro no siempre se veía nítido pues en cada pintura estaba pintada con una textura diferente, igual él ya sabía la historia, bueno el inicio de ella, ese tema hacía que su madre llorara entonces no lo quería tocar.

-Adivino la profesora Boldaven le dijo a tu mamá que reprobaste y estás castigado. -dijo algo divertido, cruzando sus piernas mientas jugaba con su celular.
-Nah, espero no lo haga, como sea, ayudame a preparar algo para la cena, luego veré si mi tío me presta el auto, o sino tendrás que quedarte a dormir con Jeimy. -Soltó una carcajada y guiñó el ojo, levantándose y volviendo a la cocina.
-Ni creas, no voy a dormir con "Jeimy" la ultima vez sentí todo 'eso' en mi espalda, en serio eres desagradable.

Otro intento, la camioneta seguía en las mismas, no arrancaba, ya estaba siendo demasiado tarde y ellos seguía intentando que ese pedazo de basura arranque.
Él apenas tenía 15, era ilegal que maneje, pero a su tío no le importaba, Dom era un buen chico, nunca se metía en problemas, era dulce y responsable, solía manejar unos kilómetros hasta el hogar de su amigo, cosa que a él no le molestaba, era relajante ver la carretera en la noche.
-Ya no volveré a visitarte, menos tan tarde, a no ser que te compres un auto, cosa que no va pasar.
-Quién sabe, todo puede pasar, no empieces de quejumbroso, ya estoy lo sucifientemente nervioso para tus tonterías de niña tonta. -Soltó molesto, estuvieron por más de 1 hora dentro de ese auto intentando que pudiera ponerse en marcha hasta que por fin se pudo, un suspiró pesado soltó.
Al fin había dejado a su amigo a casa ya estaba por llegar hasta que se detuvo en una esquina.
No sé por qué pero sentía su cuerpo caliente, esa sensación de querer follarte al mundo, no de nuevo, ya estaba cansado de esa situación, nunca había estado con nadie, a diferencia de Marian, él no lo veía necesario, tenía la mentalidad de que su "primera vez" debía ser con amor, de todas formas solía ir con su amigo a lugares nocturnos, aunque solo eran orales ya lo sentía suficiente, mientras que su amigo desaparecía por horas, ese chico conocía todos los lugares de mala muerte de pais, claro los que dejaban que menores de edad ingresaran, aunque en esos lugares no había el mínimo control, podría morir ahí mismo y sería normal, algo de todos los días.

Recuerdos De Una Prisionera. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora