La noche de las cadenas rotas.

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El club estaba en silencio, ese silencio que relajaba su mente y liberaba su alma, suponía que era de noche, el sonido de los grillos cantando y la tranquilidad que transmitía y que sientes cuando la noche se acerca.

Un seco sonido retumbó cerca de su habitación, se levantó e intentó abrir la puerta, estaba cerrada con llave. Acercaba su oreja a la puerta para saber qué pasaba, sintió como alguien se acercaba se alejó unos centímetros, alguien abrió la puerta, Joseph.

-¿Qué haces aquí?

-¿Qué no ves? Estoy parada frente a la puerta porque es mi habitación y hago lo que quiero. -respondió sin miedo ni titubear.

-Lárgate, debes ir con las chicas. -la empujó agarrandola del brazo.

Se soltó del agarre y caminó estilosa al cuarto que asignaron a las chicas. Se detuvo unos segundo al escuchar como susurraban cosas. Abrió la puerta casi tumbandola, las chicas nerviosas se sentaron en sus respectivas camas.

-¿Qué están tramando? -se acercó a la que parecía ser la lider u organizadora.

-N-nada señora. -ni siquiera la miró a los ojos, miraba el piso timidamente.

-No soy estúpida querida, no va funcionar. -giró dándoles la espalda. Tantas veces lo han intentado ¿Y qué creen? -las miró de nuevo. Están muertas.
Ellas sólo se quedaron en silencio, Athen esperaba una respuesta. Aunque ese silencio demostraba miedo. Una decidió romper el silencio.

-Athenea está con nosotras. -agregó una chica, era un poco más antigua que las otras, sabía lo que había pasado hace 7 meses.

-¡Cállate! Ella está con esos, es una más. -gritó casi saltando sobre la chica más alta.

-¡CALMATE! o tendré que llamar a Ariel para recordarles que nadie puede salir de aquí. -lo ultimo lo dijo algo rota.

-Athenea deberías ir con nosotras. -dijo una que estaba sentada en el fondo.

-Eso es demasiado suicida, no lo harán. -salió de la habitación y la llaveó.
Decidió no decirles a los guardias, pero tomó algunas precauciones.

Los jefes junto a los guardias decidieron no abrir el lugar hoy, se quedarían a hacer inventario y patrullar el lugar, mal momento para idear una fuga.

Pasaba las 3:20 AM, Athey estaba dormida después de mucho tiempo tranquilamente disfrutando la madrugada descansando. La ilusión de escaparse de Ameile cegó dos cosas; guardianes custodiando todo el lugar y el boscoso lugar donde se encontraban, un jodido laberinto.
Un chasquido la despertó, su sueño era bastante liviano, se despertó abrumada, se levantó rápidamente intentando detenerlas pues sabía que eran ellas, agradeció con toda su alma que la puerta estuviese abierta para su desgracia al salir se encontró con 3 guardias armados mirando esquina a esquina, ya se dieron cuenta.

-¿Qué pasó? -dijo sonámbula y desentendida. 

-Ninguna de las señoritas está en su habitación. -respondió uno mientras veía a sus costados.

-Espero no me involucren con esto. -se desapareció diciendo eso en la oscuridad de la noche.
Rogaba encontrarlas antes que ellos, miraba a sus costados también un interruptor para prender las luces. Escuchó unos susurros e intentó ir para allí pero alguien la agarró del brazo.
-Sabía que estabas tras esto. -la estiró mirándola a los ojos.

-Intenté evitarlo a toda costa. -respondió soltandose. Voy a convencerlas, déjeme hacerlo.

-Si esto es una trampa te irá muy mal, dulce.

-No será así.

Abrió la puerta con autorización de Jo, ni idea de cómo le hicieron esas mujeres, estaban escondidas detras de la pared, mirando para todos lados con mucho miedo, formaban como una escalera para poder mirar del otro lado.

-¡Buh!

Ahogaron sus gritos para no ser descubiertas.

-¿T-te nos uniras? -preguntó esperanzada.

-No mierda. -la agarró del brazo. No lo hagan yo les ayudaré a hacer algo mejor pero no lo hagan ahora por favor. -suplicó pero fue tarde, demasiado tarde.

-¡Corran! -gritó para luego correr junto a algunas de las chicas.

Sus ojos cerró al ver como las chicas caían una tras otra siendo abatidas por los disparos escuchaba el débil sonido que hacían las armas que tenían silenciadores. Grito tras grito, eran como
Eran como 20, así que lo aceptó abrió los ojos y agarró del brazo a la chica morena que estaba a punto de correr, la estiró trayendola de nuevo a ella, cayeron juntas con lagrimas en sus ojos. Habían quedado solo 7 chicas, tal vez quedaron más sobrevivientes pero las remataron balendolas una y otra vez.

8:10 AM

Parecía una zona de guerra, permitieron que Athen saliera, justo en esa ocasión, no era el mejor momento para sonreír pero no pudo evitarlo al ver la luz, el verde campo y cielo azul, cayó en la realidad al bajar la mirada, cuerpos en el suelo, siquiera quiso seguir mirando, mirarlas a los ojos era turbio, demasiado fuerte para ella. En vez de "limpiar" esto se pusieron a dar un discurso, como de 4 horas, intentaron golpearlas pero una llamada fue la campana salvadora. Tocaba ayudar a los sepultadores, sí enterrarían a las chicas allí mismo.

Sólo habían 7 espacios, eso le resultó extraño pero no quería preguntar no le convenía. Aray, Luciana, Mar y las otras estaban desconsoladas, aún impactadas por haber sobrevivido.

-No tenemos tiempo para desperdiciar, entierren dos en un o tirenlas al río, da igual. -ordenó Joseph.

-¡Muerase! ¡Basura asquerosa! ¡Voy a matarlo! -maldecía una y otra vez, estaba a punto de tirarsele encima, Athenea la detuvo.

-Basta, basta no ganaras nada. -la abrazó.

-Yo sé que no eres tan mala como pareces, te agradezco pero yo debi morir, morir como ellas. -rompió en llanto.

Miraba a su alrededor, una casa a lo lejos el resto eran arboles y matorrales.
No sabían si allí estaban todas pero estaban llorando, despidiendolas.

-Ella no sólo quería huir por su libertad, ella quería algo más quería dinero. -comentó en medio de sollozos.

-¿Qué?

-En este tiempo averiguó algo, algo realmente grande contra. -se detuvo. Gerard.

-Mira, estás afectada, deja de decir tonterías. -la ayudó a levantarse. La chica sólo la empujó.

-¡No estoy loca! Todos queremos la libertad, ella quería nuestra libertad, nuestro pequeño romance. -comentó amargamente. Se merecía un entierro digno. -volvió a llorar.

-Es suficiente. -dijo mientras aplaudía, Alan, otro guarda espalda asqueroso.

La seguridad fue reforzada ese mismo día, las ventanas eran blindadas pero ahora también tenían rejas, dos nuevos guardias en cada puerta, cerraron cada mínimo espacio por donde salir, parecía una prisión de máxima seguridad. La cacería volvía a empezar, otras víctimas debían llegar.

Las tenían juntas en una misma habitación, esa habitación le traía recuerdos, otra vez aquí pensaba. Estaban las que sobraron silenciosas.

-Y-yo estaba enamorada de ella. -rompió el silencio, la misma chica que lloró y luchó para que tengan un entierro digno.

-¿Qué? -dijeron como 3 al mismo tiempo.

-Ella descubrió algo, algo muy fuerte e ibamos a usarlo contra ellos, y luego viviriamos felices. -sus lagrimas caían una tras otra luego de terminar la frase.

-Podrías usarlo si me lo dices. -dijo Athenea.

-Yo no lo sabía, sólo ella, allí al morir ella murieron mis esperanzas y ganas de vivir.

-Acabaste de conocerla, niña. -intentó consolarla.

Recuerdos De Una Prisionera. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora