Vigésimo sexto

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Stella

El doctor Harry caminaba a mi lado, e ibamos al mismo paso. El silencio era de lo más normal, puesto a que esto de alguna manera era extraño. Salir al mandado con mi doctor podría sonar raro para cualquiera, hasta para mí, y apuesto a que para él también al ser yo su paciente, pero realmente para mí no lo era del todo.

— Disculpe si lo he interrumpido en algo en casa o en algún pendiente o trabajo. Espero no haberlo molestado — reí tímidamente, lo miro.

— No, no fue así — me sonríe un poco.

Él no hubiera venido conmigo si tuviera muchas cosas por hacer, o quizás le metí mucha presión con mi inesperada invitación que no hizo más que asistir. Aún no me decido en elegir la opción más posible. Luce tranquilo, tal vez nervioso, pero calmado.

— De seguro te estás preguntando el porqué estás aquí, ¿cierto? — dije con una sonrisa. Paramos en el área de postres, tenía un montón de ganas de comer pastel por lo que tomé uno y lo puse en el carrito de compras.

— Sí, pero no me malentiendas, no es que no quiera estar aquí. Es nada más curiosidad — dice al segundo, eso aclara mi primera duda, además sonaba sincero.

— Bueno...— seguimos recorriendo el pasillo, él seguía a mi lado — He estado pensando en lo que hemos estado hablando durante estos meses y me he dado cuenta que ¿ya somos casi como amigos, o no? — reí para no hacer el momento más tenso — Quizás veo las cosas diferentes que usted, pero nos llevamos bastante bien que siento que ya lo conozco gracias a su generosidad, doctor.

— Sí, también siento lo mismo — comprende mi punto, lo cual es bueno.

— Y aunque usted no lo crea, no tengo muchos amigos aquí — suspiré, recordando por un momento a mis viejos amigos — Yo los he dejado de ver y he perdido el contacto con ellos.

— Perdone si la interrumpo, pero ¿usted es de aquí? — pregunta con mucha curiosidad.

— Lo soy. La cosa es que yo estudié parte de mi preparatoria y la mayoría de la universidad en la gran ciudad de Londres, pero yo soy de aquí. Mientras estudiaba duro yo hice grandes amigos allá y conocí a mi esposo también ahí pero terminando nuestras carreras, tuvimos que regresar aquí por el trabajo de Daniel. Yo les prometí mantener el contacto pero se fue perdiendo porque me centré mucho en mi esposo y en mi vida que cuando vi a mi alrededor me di cuenta que no tenía amigos aquí. Lo sé, sueno como una perdedora pero usted es lo más cercano a un amigo y realmente lo considero como uno.

Él se me queda viendo, yo casi me ahogo con mi propia saliva. Creo que me desahogué un poco con mi relato y es penoso darme cuenta de aquello.

— Yo también te considero como una amiga Stella — sus ojos siguen en mí.

— ¿En serio? — sacudo un poco mi cabeza después, deteniendo el paso y el carro — Es decir, claro que lo creo per- — él ríe.

— Quizás no lo muestro mucho pero a comparación de mis otras pacientes, contigo mantengo más charla — queda frente a mí — Soy algo serio, no es necesario remarcarlo, ¿o sí? — suelta una risa.

— Pueeees — alargo la palabra, riendo junto con él.

— Bien, creo soy bastante serio.

— Pero en cierto punto es genial. Muestras mucho profesionalismo — le guiñé un ojo, uno amistoso claro.

— Oh es bueno saberlo — vuelve a sonreír.

Ahora que lo veo bien, verlo sin su uniforme lo hace ver más diferente. Como más joven, que si lo vieras no pensarías que fuera un doctor. Son tonterías mencionarlo pero verlo con esa polo negra y aquellos pantalones oscuros, es como si fuese alguien totalmente nuevo.

Pasamos por el pasillo de frutas, yo tomé una caja de fresas.

— Seguramente piensas que es raro que me acompañes al supermercado, ¿no es así? — le veo.

— Creo que es bastante interesante.

— ¿Así? — alcé una ceja con suma diversión.

— Al menos sé que te gusta el pastel de queso — menciona mirando el pastel para luego volver a mirarme.

— ¿A ti te gusta?

— Por supuesto.

— Genial, Daniel lo odia — niego con mi cabeza — Y bien, ¿qué me cuentas de ti?

Tal vez lo tomé por sorpresa, como que no supo qué decir. Me pregunto si él es casado o tiene hijos, no luce como si fuera padre y tampoco tiene un anillo en el dedo, a lo mejor logré incomodarlo.

— Yo nací en Holmes Chapel, queda cercas de aquí pero es un pueblo más pequeño que este y aquí comencé a trabajar hace unos pocos años — me va platicando mientras caminabamos.

Vimos los adornos navideños, muchos niños paraban ahí fascinados por las decoraciones. Ya estabamos a pocos días para que Diciembre se haga presente y es lindo mirar todas esas cosas. La mejor época del año se acercaba.

— Muy bonito, ¿no? — pregunto viendo eso.

— S-sí, por supuesto.

— Me encanta la navidad — admito con una sonrisa — Absolutamente todo me gusta de esa época. La música, la comida, los adornos.

Harry no mencionó nada.

Seguimos con nuestro camino y compré un par de cosas más. Continúamos charlando, sin duda los nervios se esfumaron desde hace rato y podíamos hablar tranquilamente sin sentir raro. Aún no sabemos mucho del uno al otro pero sé que habrá más ocasiones, una en donde Daniel esté y sepa que el doctor es una muy buena persona. Ahorita nada más hablabamos de lo básico, pero no significa que no sea importante.

Pagué mis cosas en la caja y Harry me ayudó con las bolsas. Salimos al estacionamiento pero yo me detuve para la despedida.

— Bueno muchas gracias Harry. Estoy muy agradecida de que usted me haya acompañado. Me gustó charlar con usted apesar de haber estado en un supermercado — río ligeramente.

— No es nada, Stella. Creo que nos fue bastante bien.

— Así es. También gracias por ayudarme con mis bolsas — iba a tomarlas pero él se apresura en decir algo.

— No se moleste, yo le ayudo a llevarlas a su auto — se ofrece amablemente.

— Lo que pasa es que no tengo auto — encojo mis hombros — Pediré un taxi para que me lleve a casa.

Ahí parece comprender todo.

— La llevaré a casa entonces.

— No es necesario, no quiero molestarlo aún más. 

— Stella, no es ninguna molestia. Vamos, quiero asegurarme a que usted llegue bien — empieza a caminar, pero sin dejar de mirarme. Estaba esperando a que lo siguiera. 

— Gracias entonces — sonrío, yendo detrás de él.

Entramos a su auto, primero que nada dejando las cosas en la cajuela. Harry condujo, manteniendo el ambiente con música de la radio.  Yo le di mi dirección y me comentó que quedaba muy cerca del hospital, yo asentí. Llegando, me ayudó a bajar las bolsas. 

— ¿Quieres pasar un rato? — digo en la entrada, no lo puedo ver claramente por la poca luz pero creo que se sonroja, no estoy segura.

— ¿No sería una molestia para su esposo? — murmura inseguro, yo niego sonriendo.

— Él no está en casa, no te preocupes — inserto las llaves y abro la puerta — Ven pasa un rato. 

Yo prendo las luces y me volteo para mirarlo entrar a mi hogar.   

Dr. StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora