Sexagésimo

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Stella

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Stella

Con algo de temor, decidí abrir la puerta. Era Harry. Solté un suspiro de alivio y salí lentamente del baño, a la vez que miraba por los lados del pasillo esperando a encontrarme a su hermana, pero no estaba.

—¿Es Gemma? —susurré solo para los dos.

—Sí, está en la cocina —murmuró—. Tranquila, ya le dije que estás aquí. No tendrás que esconderte.

—Pero, ¿ella sabe de nosotros? —ahora sí mostré un rostro asustado.

—No, pero sé que lo sospecha. De todas formas, tenemos que decirle, ¿qué dices?

—Sí, tienes razón. No podemos ocultarlo por siempre —asentí de acuerdo.

—Puedes pasar a la cocina, si quieres. Yo iré al baño, ya que tengo un problema —rió un poco nervioso, yo tardé en entender a lo que se refería, pero al captarlo, reí.

—¿Se dio cuenta? —pregunté preocupada, pero aun así riendo sin hacer un escándalo.

—No sé, todo el tiempo estuve detrás del mostrador —se acercó a mí para besar mi frente—, voy para allá en un instante.

—Sí, está bien —dije, y él se metió al baño.

A pasos lentos, fui a la cocina. Y ahí estaba ella, sirviendo agua hirviendo en una taza. Cuando me oyó entrar, levantó su cabeza para verme. Me sonrió, no mostrando ni un conflicto en verme aquí en la casa de su hermano. Y es que, Gemma es tan buena persona. Ella siempre ha sido muy amable conmigo, sin embargo, no sé si eso cambie ahora que le diga que estoy en un tipo de relación con Harry.

—Hola Stella, ¿cómo estás? —no dejó de sonreír— ¿Quieres una taza de té?

—Hola Gemma. Y no, estoy bien, gracias —me acerqué al mostrador, quedando frente a ella.

—Y dime, ¿cómo está tu bebé? —preguntó interesada.

—Él está bien. Está creciendo muy rápido, y eso hace que mi cuerpo duela todo el tiempo —agregué una pequeña risa al final.

—Oh sí, esos dolores —tomó asiento.

—¿Y tú cómo estás? —recargué mis codos sobre la mesita.

—Igual, bien. Vine a recoger unos medicamentos que le encargué a Harry —bebió de su taza—, mi esposo ha estado con gripe y estamos a nada para que todos nos contagiemos —negó riendo— ¿Y tu esposo? ¿cómo está?

Su pregunta final tarde o temprano tenía que salir en nuestra conversación. Pero, no hice más que bajar la vista por un momento. Volví a verla, dispuesta a contarle, pero su rostro atento a mí me dejó un poco helada y sin saber qué responder. Y no culparía a Gemma por tener esa duda, creo que yo estaría igual si estuviera en su lugar. Y más teniendo en cuenta, que estoy en esta casa tarde por la noche.

Dr. StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora