Capítulo 12

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Enleavor salió y les dijo a los chicos que entraran, por dentro la casa era mucho más recada de lo que parecía en el exterior, los cuadros eran simples retratos familiares y no había grandes esculturas o armaduras para adornar el pasillo; la elfa los llevó hasta un elfo anciano con una espesa barba blanca.

—Pensaba que los elfos no envejecían —susurró Garudo.

—Claro que lo hacen, solo son más longevos que los humanos —susurró Ziz de vuelta.

El elfo miró de arriba a abajo a los chicos desde su asiento, estaba algo confuso y parecía no saber que decir.

—Enleavor ¿No decías que el líder había perdido las manos? —preguntó, tras unos minutos de silencio incómodo.

—Si ¿Por qué lo dice? —preguntó, extrañada por lo que le estaba preguntando el anciano.

—Ambos tienen manos —contestó el elfo, sobresaltando a la chica que enseguida se dió la vuelta para comprobar lo que había dicho.

La elfa cogió las manos de Ziz y empezó a examinarlas creyendo que eran falsas y se las había puesto para gastar una broma al elfo anciano; al ver que eran de verdad la chica preguntó como lo había hecho, cosa que ni Ziz sabía, esa regeneración ocurría sin más, y dependiendo de lo que tenía que regenerar tardaba más o menos, aún sabiendo que se regeneraría, el chico no se arriesgaba, no sabía como funcionaba exactamente y a lo mejor la próxima vez que perdía algo sería la última.

—¿Por qué Ziz es el líder? —preguntó Garudo, interrumpiendo a la elfa.

—Cuando ibais  a ser ejecutados parecía que tu vida dependía de lo que él dijera, y mientras caminabamos por el bosque fue quién tomó la iniciativa de hablarme...Aunque solo fuera para ser grosero —Explicó la elfa acordándose de que estaba enfadada con Ziz y mirándolo con el ceño fruncido tras soltarle las manos con brusquedad.

—Pero yo fui el que más habló contigo —mencionó Garudo, algo molesto.

—Ya, pero supuse que era porque le dije que no me hablara ¿Me he equivocado y eres tú el líder? —preguntó, algo preocupada por haber herido los sentimientos del chico.

—No, pero me molesta que no me hayas tenido en cuenta —confesó el chico.

Ziz miró a Garudo con su sonrisa de condescendencia, pero cuando los elfos lo miraron la cambió inmediatamente a su expresión seria de siempre.

—Enleavor me ha comentado que el Imperio del Horizonte Negro os quería ejecutar ¿Puedo preguntar la razón? —preguntó el anciano, rompiendo el silencio que se había creado en la sala.

—Es una larga historia —contestó Ziz, intentando evitar el tema.

El anciano no cambió la expresión de su rostro y tras toser dos veces para aclararse la voz se acomodó en el sillón donde estaba sentado a la vez que cruzaba las piernas y entrelazaba los dedos.

—Después del tiempo que he estado esperando para conoceros una historia no es mucho tiempo —Añadió con una sonrisa.

—De acuerdo...Os la contará Garudo.

—No, tú eres el líder, deberías hacerlo tú.

—Pero yo tengo muy mala memoria, y tú seguro que te acuerdas de todos los detalles —mencionó el chico de vuelta.

—Echémoslo a suertes —sugirió Garudo, para librarse de contar la historia.

—Vale, a piedra, papel, tijeras, sacaré roca —dijo el chico, preparando el puño para el juego.

—No, no empieces con esas tonterias de juego psicológico, juguémonoslo a pares y nones —dijo, para no caer en el engaño de su compañero.

—Vale, me pido pares —accedió el chico, aún con el puño preparado.

—No, yo pares —exigió Garudo.

—De acuerdo —accedió Ziz de nuevo, molestando a su compañero.

—Espera ¿Por qué has accedido tan facilmente? Quieres nones ¿Verdad? Entonces yo nones —dedujo el chico, por el comportamiento de Ziz.

—Está bien —contestó, algo cansado de Garudo.

—Así que tu plan era sacar pares ¿Eh? —dijo, aún indeciso y sin comprender lo que quería Ziz.

—¡Elige de una puta vez! —gritó Ziz, ya cansado de las estupideces de Garudo.

—Está bien ¿Tú cuál quieres? —preguntó el chico, para elegir el que dijera Ziz.

—Me da igual.

Garudo empezó a pensar que hacer, su plan de robar la elección de Ziz había fallado, a causa de la incomprensión de los pensamientos de su compañero se echó las manos a la cabeza para pensar como librarse de tener que contar la historia.

—Entonces echémoslo al tres en raya —sugirió de nuevo Garudo, sin ganas de pensar más en lo que estaría pensando Ziz.

—En ese siempre gana el que enpieza o hay empate —dijo, criticando la nueva idea de Garudo.

El Mundo Detrás Del ArcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora