Capítulo 17

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—¿Entonces os querían muertos por un colgante? —preguntó el elfo, decepcionado.

—Correcto —contestó Garudo.

—Una pregunta ¿Por qué Garudo se desangraba en el suelo y a Ziz le faltaba un brazo? —preguntó Enleavor con curiosidad.

—Esto...Creo que no es importante —contestó Ziz, evitando hablar sobre el macabro incidente.

—Bueno, no es lo que esperaba, pero podrían sernos de utilidad —dijo el elfo a Enleavor.

—Gracias señor, los escogí con mis mejores intenciones.

—¿De qué estáis hablando? —preguntó Ziz.

—¿Qué opinais de los elfos? —preguntó el anciano, de repente.

—Dejando estereotipos de lado, nada —contestó Ziz.

—¿Estereotipos?¿Cuales?

—Que sois impotentes y la tenéis pequeña y usais como excusa la edad, diciendo que es la razón por la que no tenéis tantos hijos como las demás razas.

—Ziz, eso no se dice...A la cara —dijo Garudo, intentando quedar bien ante Enleavor.

—Es cierto —dijo el elfo de repente—. La tengo pequeña, pequeña como la pata de un cachorro recién nacido ¿Queréis verla?

—No, no, no —repitieron ambos, mientras el elfo se levantaba.

—¡Callaos! El rey elfo os va a deslumbrar con su majestuoso pene, deberíais estar agradecidos —reprendió la elfa, de espaldas al rey elfo y con los ojos cerrados.

—Pues míralo tú también —dijo Ziz.

—Yo no quiero verlo.

—Joder, ni nosotros —añadió de nuevo el chico.

El elfo se bajó los pantalones enseñándoles a los chicos una gran cantidad de pelo gris.

—¿Veis?

—La verdad es que no ¿Se supone que ahí hay una polla? —preguntó Garudo.

—Ahora comprendéis mi sufrimiento, mi esposa, que ahora está en su lecho de muerte, jamás se sintió satisfecha con él —dijo triste.

—Vamos Garudo, dale una alegría a esa vieja antes de morir.

—¿¡Qué!?¡No! Está casada, además eso no es lo que nos está diciendo el micropene este.

—¿En serio lo harías? —preguntó el anciano, con brillo en los ojos y obviando la respuesta negativa que había dado el chico previamente.

—Vamos decide, la vieja o Enleavor —susurró Ziz, al oído de Garudo.

—¿No puedo elegir las dos?

—No creo que a Enleavor le guste eso.

—Seguro que cree que soy buena gente.

—Pues ahora mismo te está mirando con preocupación.

—¿Está buena tu esposa? —preguntó Garudo, preocupando más a Enleavor.

—Yo siempre la he amado —contestó el elfo—. ¿Entonces lo harás?

—¿No puedo verla antes?

—Preferiría no molestarla sin una respuesta clara.

—Hijo de puta —susurró el chico.

—Lo siento, pero soy virgen y quiero que mi primera vez sea especial —respondió Garudo,  decepcionando al rey elfo y haciendo que Enleavor suspirara de alegría.

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