Capítulo 7

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Ziz y Garudo siguieron la pista del ex-novio hasta un callejón, el hombre no tenía escapatoria, al girarse los chicos vieron que era el hombre gordo y trajeado al que le habían metido una paliza.

—Tú no aprendes ¿Verdad? —exclamó Garudo mientras se acercaban de forma hostil.

Los chicos tiraron al hombre al suelo y empezaron a darle patadas mientras lo presionaban contra un muro para que no se moviera con los golpes.

—¿¡Qué hacéis!?¡Deteneos! —gritó una chica, tocando el hombro de Ziz.

El chico instintivamente se giró y le dió un puñetazo tirándola al suelo; Era una chica vestida con una túnica blanca con bordes dorados que llevaba un amuleto con un símbolo extraño al cuello, los chicos pararon de golpear al hombre al darse cuenta de lo sucedido.

—¡Hala! Le has sacudido a una monja —exclamó Garudo, riéndose de Ziz.

—Ha sido un accidente —justificó Ziz mientras registraba los bolsillos de la monja, el chico sacó una bolsa con dinero y la guardó.

—¿Seguro que ha sido un accidente? No parece que te impida robarle —preguntó Garudo, dudando de la veracidad de las palabras de su compañero.

—¿Está viva? —se preguntó en alto omitiendo la pregunta de duda de su compañero y tocándole el cuello para comprobarlo—. ¡Joder no tiene pulso!

—Mierda, mierda, mierda, ahora si que vamos a ir a la cárcel —exclamó Garudo preocupado por su seguridad.

—¡No pienso volver a la cárcel! Tiene que haber una forma de evitarlo —exclamó Ziz alterado.

—¡Nunca has estado en la cárcel!

—¡Si que he estado, cuando era pequeño me perdí haciendo el DNI! —explicó el chico aún nervioso.

—¡Eso no es la cárcel es el calabozo!

—¡Me da igual! —gritó antes de tranquilizarse y ponerse pensativo—. ¿Cómo de serio se toman aquí la religión?

—¿La bolsa pesa? —preguntó Garudo para tener una referencia con la que contestar.

—Bastante —contestó Ziz, haciendo que la bolsa diera pequeños brincos en su mano.

—Entonces mucho.

—Mierda nos van a colgar por esto.

—¡Ya lo tengo! Deshagámonos de los cadáveres —propuso Garudo para sacarse del aprieto en el que se encontraban.

—¿Como? —preguntó, dudando de la idea que se le había ocurrido a su compañero.

—Los enterraremos en el bosque.

—¡De acuerdo!¿Como llevamos al gordo? —preguntó, poniendo pegas al plan de Garudo.

—La enterraremos en el bosque —corrigió Garudo.

Ziz llevó a la monja al bosque mientras Garudo iba a comprar una pala con el dinero robado a esta, cuando encontró el lugar donde Ziz había llevado a la monja ya se había hecho de noche y vuelto a comenzar a llover.

—Genial, lo que nos faltaba, ahora empezará una tormenta de relámpagos ¿Verdad? —pensó en alto Ziz.

[Trueno]

—Perfecto —exclamó Garudo—. Empieza a cavar.

—¿Por qué yo? —preguntó indignado.

—Bueno...Tú la has matado —contestó, quitándole hierro al asunto.

El Mundo Detrás Del ArcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora