Capítulo 34

13 4 1
                                    

Redsara y los chicos miraban a los Goblins, aún sufriendo por estar clavados al suelo por una estaca de hielo; la mujer los miraba con odio, mientras que tanto Santiago como Serena comenzaba a sentir pena por ellos a pesar de lo que les habían hecho.

-¿Qué vas a hacer con ellos? -preguntó Santiago, rompiendo el silencio en el que se encontraban.

-No voy a hacer nada -contestó la mujer, girándose hacia Serena-. Lo va a hacer la señorita -continuó, extendiendo el brazo con su espada para que la chica la empuñara.

-¿Yo?

-Señorita, tiene dos opciones, matarlos o dejar que se acaben librando de mis estacas, y en caso de la segunda, ser violada hasta su muerte -comentó la mujer, presionando a Serena para que hiciera exactamente lo que ella quería.

-Podemos huir -dijo Serena como opción alternativa a las dos que le había dado la mujer.

-No hace falta huir, yo puedo encargarme de ellos -añadió Santiago.

-De acuerdo, os daré dos nuevas opciones -mencionó Redsara tras un fuerte suspiro-. Matarlos o transformo al Escudero en mujer y os lesiono para que os violen.

La Paladín estaba hablando en serio, o al menos eso decía su mirada fría junto a su expresión; un escalofrío recorrió la espina de los chicos en cuanto a lo escucharon.

-¿Por...Por qué lo llevarías a ese extremo? Soy la heroína ¿No se supone que tienes que obedecerme? -preguntó la chica, denominándose heroína solo para que sus probabilidades de que la mujer desistiera en lo que pretendía hacer aumentaran.

-El deber de la heroína es destruir al mal de este mundo, una heroína que ni siquiera puede matar a un puñado de Goblins está mejor sirviéndolos durante el resto de su vida -comentó la mujer, manteniéndose firme en su oscura decisión-. Ahora, decida, muerte o violación -ordenó, manteniendo el brazo firme con su espada para que la chica la cogiera.

Serena tragó saliva y agarró con fuerza el arma que Redsara le ofrecía. A continuación, la mujer se puso al lado del más joven de los Goblins y le ordenó a la chica que ese fuera el primero al que le diera muerte.

-¿Por qué ese? -preguntó la chica.

-Es como un niño, si puedes matarlo podrás matar al resto -aclaró la mujer.

Serena se posicionó delante del monstruo, este estaba inmóvil, pero en el momento en el que vio a la chica con la espada apuntando hacia él comenzó a moverse para intentar salvar su vida. La chica fue acercando lentamente la espada al cuello del Goblin, cada centímetro era cada vez más difícil para ella, pero se las arregló para colocar la punta de la espada en el cuello del monstruo, provocando un pequeño corte del que empezó a brotar la sangre de la criatura.

-Vamos, ya falta poco -exclamó Redsara, orgullosa por lo que estaba haciendo Serena.

Ese último movimiento era el que más le costaba efectuar a la chica, en el momento en el que lo hiciera habría tomado una vida; el Goblin, aunque planeaba violarla, aún no había hecho daño a nadie, este pensamiento de que tal vez no era él el malo sino el resto de Goblins por obligarlo a hacerlo, le imposibilitaba más hacerlo.

-¿Estás seguro de que es malo? Es un niño -preguntó Serena, procurando librarse de tener que matarlo.

-Lo más probable es que no haya hecho daño a nadie, seguramente, usted iba a ser su primera vez, y con ello su iniciación a la adultez, sin embargo, si eso es lo único que le falta para ser un adulto, es casi seguro que dejarlo con vida solo implique que acabará violando a otra persona, es mejor matarlo para prevenir que no lo haga a que una joven o jovenes inocentes sean convertidas en las madres de sus hijos en contra de su voluntad -aclaró la mujer, siendo lo más objetiva posible para que la chica no se echara atrás.

Serena se limpió el sudor con la manga, y tras pedir perdón en un susurró aplicó la fuerza que necesitaba para atravesar el cuello de la pequeña criatura; la sangre comenzó a salir con más fuerza y el Goblin agarró el filo de la espada por instinto para intentar retirarla de su garganta, cortandose a su vez las palmas de las manos.

Tras un par de minutos el Goblin detuvo su movimiento y Serena soltó la espada para sentarse en el suelo y comenzar a llorar por la culpa de lo que acababa de hacer, y justificándose a sí misma que no tenía elección y lo había hecho para no terminar de una forma horrible.

-Señorita, aún quedan cuatro más -mencionó la mujer, colocando su mano sobre el hombro de Serena.

Serena se puso en pie, y en lugar de agarrar la espada para continuar con su trabajo, apoyó la cara sobre el pecho de la mujer para seguir llorando.

-Está bien, supongo que por hoy está bien -exclamó la mujer, apretando el cuerpo de la chica contra el de ella mientras le acariciaba la cabeza-. Escudero, acaba con el resto.

El móvil de Santiago comenzó a sonar, y el chico lo sacó para comprobar qué era.

[Nueva Misión: Acaba Con Los Goblins Restantes]

Santiago se acercó a los cuerpos de los Goblins, y uno a uno fue quemándolos con sus bolas de fuego, en un instante, en todo el lugar se podían escuchar los gritos de sufrimiento de las criaturas, atormentando todavía más a Serena.

El Mundo Detrás Del ArcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora