Capítulo 8

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POV Bia
Estaba sorprendida, sentía también un poco de decepción. Todo lo que Mara me había dicho pasaba por mi mente. Ella cree que Manuel puede cambiar, pero solamente puedo ver qué él jamás cambiará.

Bia: ¿Vos…?

Manuel: Déjenme solo con ella.

Aillén: Pero…

Manuel: Por favor —los miró.

Erick: Habla si nos necesitas —los dos salieron tomados de la mano. Pude ver la cara de Aillén llena de pena. ¿Por qué está de acuerdo en esto?

Bia: Ahora entiendo porque me preguntaste si seguía viniendo. Querías saber si podía descubrirte.

Manuel: La banda me necesitaba.

Bia: ¿Qué no te importa todo lo que pasó en el año pasado? ¿Lo has olvidado? —me acerqué a él pero me alejó.

Manuel: Esto no es asunto tuyo, Bia —me dijo con una voz totalmente apagada. Sin demostrar emoción alguna.

Bia: Me… me preocupo por vos —miró a otro lado y cerró los ojos por unos segundos.

Manuel: No deberías hacerlo ¿sí? —se acercó— Tomé la decisión de volver y no me harás cambiar de opinión. Y te voy advirtiendo que no quiero que regreses por acá.

Bia: ¿Qué pasa si regreso?

Manuel: Si regresas y te llega a suceder algo no me haré responsable de nada. ¿Entendiste?

Lo miré incrédula. Él me dio la espalda y yo sentí las lágrimas amenazantes en salir. Me fui corriendo de aquel lugar mientras que comenzaba a llorar.

La Cobra: Yo... —me miró fijamente y lo noté titubear un poco—. Te quiero Bia. Has sido la primer persona que no me juzgó al verme, nunca has criticado ninguna de las cosas que he hecho, te preocupas por mí y me comprendes. Me aceptaste a pesar de saber que nadie podría enterarse de esto y estuviste dispuesta a tener una relación secreta, a mentirle a tus propias amigas... A veces siento que no te merezco y...

¿Dónde quedó ese chico que me dijo esas palabras ese día? El último día que pasé con él. ¿Acaso todo fue una mentira?

(…)

Llegué a mi casa e intente limpiar mis lágrimas para que mamá no se diera cuenta que había estado llorando. Afortunadamente no había nadie en el piso de abajo así que pude subir a mi habitación, pero antes de poder entrar mi hermana me vio.

Helena: Bia —se acercó con una sonrisa que se borró al verme—. ¿Qué pasa? —la abracé y volví a llorar.

Bia: Manuel volverá a ser La Cobra.

Helena: ¿Qué? —preguntó mientras que nos separábamos— ¿Cómo que volverá a ser La Cobra? ¿Quién te lo dijo?

Bia: Nadie. Yo lo vi con mis propios ojos.

Helena: ¿Estás segura?

Bia: Hablé con él y me dijo que no quería volver a verme por su escondite. Me advirtió que si me sucedía algo no se haría cargo de nada.

Helena: No puede ser… Debe haber una explicación.

Bia: La única explicación que hay es que fui una estúpida por haber confiado en él.

Volvió a abrazarme mientras lloraba más fuerte. Cómo me gustaría poder olvidarme de él, poder odiarlo por todo lo que me ha hecho, pero no puedo. A pesar de lo que me dijo me da muchísimo miedo de que le pueda ocurrir algo siendo La Cobra otra vez.

Bia: Punto y aparteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora