Capítulo 2 - NUEVA VIDA

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El timbre de mi celular sonaba desesperadamente a la distancia. Podía escucharlo claramente, aunque no estaba seguro si era real o si lo estaba soñando. Me encontraba entre dormido y despierto, entre la conciencia y la inconsciencia, en aquel limbo donde todo parece irreal y difuso.

El celular continuó sonando insistentemente, sacándome poco a poco de aquel confuso estado.

Mis ojos se abrieron lento, sin muchas ganas, encontrándose directamente con la intensa luz solar que se filtraba por un lado de la cortina de mi ventana. Aparentemente el sol ya había salido y yo me encontraba en mi cuarto, echado sobre mi cama como cualquier otra mañana.

De pronto, los recuerdos de la noche anterior golpearon mi mente y cientos de preguntas se generaron de inmediato: ¿Cómo había llegado hasta mi cuarto? ¿Me había quedado dormido? ¿Qué pasó con aquel hombre? ¿Había sido real? ¿O acaso todo había sido un sueño?

Las preguntas continuaban apareciendo, generando más y más curiosidad y angustia. Rápidamente barrí con la mirada mi alrededor, tratando de obtener alguna pista que pudiera responder a mis preguntas. Me encontraba recostado sobre mi cama sin deshacer, como si sólo me hubiera acostado sobre ella sin tiempo para cubrirme con las sábanas. Llevaba puesta la misma ropa de la noche anterior, con todo y zapatillas, algo también bastante extraño. Todo lo demás se veía normal, no había nada fuera de lo común, mi cuarto lucía desordenado y pequeño como siempre.

Intenté recordar qué era lo que había sucedido luego de que aquel espantoso dolor me dejara casi inconsciente, pero por más que trataba no podía recordar nada. Lo último que recordaba era ver a aquel hombre levantándome en sus brazos y luego todo se había sumido en oscuridad.

El desesperante sonido de mi celular apareció de nuevo, interrumpiendo mis pensamientos. Me incorporé rápidamente, tan rápido y fácil que me pareció extraño, no me había sentido tan ligero en mucho tiempo, desde que era un niño y pesaba menos de la mitad de lo que pesaba en la actualidad.

El obstinado celular continuaba sonando sin descanso. Esa era ya la tercera llamada que escuchaba, lo que quería decir que se trataba de algo urgente.

Busqué por todos lados, levantando ropa, libros y todo tipo de cosas, pero no pude hallar el bendito teléfono. El timbre sonaba fuerte y claro, por lo que no debía estar muy lejos. Esta vez, en lugar de levantar por el aire todo y desordenar más mi cuarto, decidí poner atención al sonido e intentar seguirlo, tal vez así lo encontraría más fácilmente.

Caminé por todo el cuarto, recorriendo los posibles lugares donde podría estar mi teléfono, pero el sonido no parecía provenir de ninguno de ellos, ni siquiera parecía estar dentro del cuarto. A medida que me acercaba a la puerta el sonido se hacía cada vez más fuerte. Salí entonces del cuarto y pude escucharlo aún más fuerte allí afuera, tan fuerte que empezó a retumbar en mis oídos como si lo tuviera junto a mi oreja a todo volumen. Era extraña la fuerza con la que sonaba, no recordaba haberle puesto el máximo volumen, ni que mi celular tuviera tal potencia.

Seguí el sonido por los pasadizos del edificio, caminando lentamente para no perderle el rastro, hasta llegar a las escaleras que llevaban a la azotea. Allí, sobre una de las gradas, estaba mi teléfono, sonando y vibrando desesperadamente.

¿Cómo había llegado hasta allí? ¿En qué momento se me había caído?

El sonido del celular estaba empezando a dejarme sordo, así que contesté.

―¡¿Leo?! ¿Hijo? ¿Eres tú? ―La voz de mi madre sonaba alterada, desconsolada. Algo no andaba bien.

―¿Mamá? ¿Qué sucede? ―pregunté, preocupado por su tono de voz.

HIBRIDO, CRONICAS DEL LINAJE HUNDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora