Capítulo 14 - ENERGÍA

3 0 0
                                    

La calidez del cuerpo de Alina junto al mío me hacía sentir completo. Entre sus brazos todo era perfecto. El mundo era otro cuando estaba junto a ella, cuando sentía su respiración tan cerca de mí. Hubiera deseado que aquel momento nunca acabara, que nos quedáramos en ese lugar para siempre, en esa cabaña vieja, en la cima de aquella montaña, solos y juntos por siempre.

De pronto una corriente de aire fuerte azotó mi rostro y la temperatura de la habitación aumentó bruscamente, alterando mis sentidos.

Al abrir los ojos me di cuenta de que ya no estaba más en la cabaña y que no había rastro de Alina por ninguna parte. Ahora me encontraba nuevamente en aquel espantoso lugar de mi sueño, lleno de fuego y lava por todos lados.

Pero lo más extraño de todo era que me sentía exhausto, tan débil que apenas era capaz de mantener la cabeza en alto para observar lo que sucedía.

Me encontraba con una rodilla sobre el suelo y apoyándome sobre una enorme espada, la misma espada que Roran me había dado en el Refugio haces sólo unas horas atrás.

¿Qué estaba sucediendo? ¿Estaba soñando de nuevo? ¿Por qué se sentía tan real?

―¡Resiste, Papá! ―se oyó de pronto una voz muy cerca de donde me encontraba, una voz que ya había escuchado antes.

Haciendo un gran esfuerzo me volví para observar de dónde provenía la voz, encontrándome nuevamente con aquel niño cuyos ojos eran idénticos a los de Alina.

La situación no era exactamente igual a la de mi último sueño. Ahora el niño se encontraba a sólo unos cuantos metros de distancia, sujetado fuertemente de los hombros por Roran, quien trataba de evitar que se acercara.

Entonces una explosión a unos cuantos metros frente a mí llamó mi atención, haciendo que me volviera hacia aquel lugar, mientras intentaba incorporarme.

―¡Ríndete, Leo! ―se escuchó una voz profunda y amenazante que también reconocí enseguida―. Ni siquiera te quedan fuerzas para levantarte.

Entonces una figura apareció entre el polvo que se había levantado debido a la explosión, caminando lentamente, como si nada hubiera pasado.

Era aquel hombre de mi sueño anterior, el que había amenazado con matarme y destruir mi planeta. No podía equivocarme, se trataba de él, aunque ahora lucía bastante golpeado y cansado, y llevaba su enorme espada plateada en la mano derecha, desenvainada y lista para atacar.

Al verme indefenso frente a él, cansado y sin fuerzas para defenderme, empecé a desesperarme. Si ese hombre decidía atacar, no podría hacer nada. En ese momento era un blanco fácil y seguro.

―Esto se acaba aquí ―sentenció, endureciendo su mirada.

―¡Papá! ―volvió a gritar el pequeño, haciendo que aquel hombre se volviera hacia él.

―Pero primero... ―dijo entonces, oscilando su mirada entre el pequeño y yo―, sufrirás al ver morir a tu hijo frente a tus ojos, sin que puedas hacer nada para impedirlo.

Mi cuerpo se estremeció al escuchar sus palabras, inyectando inesperadamente una enorme cantidad de energía a mis músculos.

Sabía perfectamente que aquel hombre era capaz de hacer lo que decía, podía verlo en sus ojos. No podía permitir que le hiciera daño a aquel niño, sea mi hijo o no, sea todo eso un sueño o una realidad. Simplemente no podía permitirlo.

Todo sucedió muy lento luego de tomar mi decisión...

Aquel hombre se lanzó con su espada extendida hacia Roran y el pequeño, tan rápido que ninguno de ellos tuvo tiempo para reaccionar. Entonces, utilizando aquella nueva energía que ahora inundaba mi cuerpo, me lancé con todas mis fuerzas hacia ellos, siendo capaz de llegar antes que aquel hombre, justo a tiempo para interponerme entre el cuerpo del niño y el filo de su espada.

HIBRIDO, CRONICAS DEL LINAJE HUNDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora