Capítulo 7 - VERDAD

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Mi mente no asimiló de inmediato las palabras de aquel hombre. Me tomó varios segundos decidir si había escuchado bien, después de repetirlas una y otra vez en mi cabeza.

Pero a pesar de que entendí cabalmente lo que dijo, me negué completamente a creerlo, deseando con todas mis fuerzas que sus palabras perdieran el significado, que desaparecieran como si nunca hubieran sido pronunciadas.

―Aunque te cueste creerlo, es verdad. Yo soy tu padre ―volvió a repetir, y una brisa helada recorrió mi espina, haciendo temblar mi cuerpo de pies a cabeza.

―No es posible ―refuté firmemente, sin dejar lugar a ninguna duda.

Aquel hombre sólo me observó en silencio unos segundos y luego desvió la mirada, visiblemente nervioso.

―Mi padre nos abandonó a mi madre y a mí unos días después de mi nacimiento y no supimos más de él desde entonces.

―Sí... lo hice ―contestó sin mirarme, con los ojos fijos en las luces de la ciudad ―, pero tuve una razón muy poderosa para hacerlo. Fue lo mejor para Ana y para ti.

De inmediato mi ira se encendió al escuchar el nombre de mi madre de los labios de aquel hombre y sin pensarlo me lancé sobre él nuevamente, cansado de engaños, de historias falsas, cansado de que jugara conmigo. Pero nuevamente me esquivó.

―Deberías tranquilizarte. No llegaremos a ningún lado si sigues intentando golpearme.

―¡No es posible que seas mi padre! ―grité, empezando a perder el control nuevamente.

―Tu madre no te contó sobre mí o sobre nuestra historia para que pudieras vivir una vida normal, por eso te puso sus apellidos y te ocultó la verdad de tu origen ―contestó suavemente, volviéndose hacia mí y clavando su mirada sobre la mía.

Mi sentía confundido, perdido. No quería seguir escuchando sus palabras, no quería creerle. ¿Por qué mi madre me ocultaría la verdad? ¿Por qué no me dijo que aquel hombre era mi padre?

Entonces los recuerdos empezaron a regresar a mi mente y todo empezó a tener sentido. Ahora entendía el porqué de la reacción de mi madre, por qué no se sorprendió de cómo lucía ahora, de mi cambio, y por qué no me pidió explicaciones. También entendí la reacción de mi tío, la ira con la que me miraba cuando me confundió con él... con mi padre.

―Reaccionaron así porque conocen la verdad ―dijo suavemente, luego de escuchar mis pensamientos.

―¡NO! ¡No puede ser! ―exclamé mientras sacudía mi cabeza, intentando sacar las palabras de ella, intentando cambiar su significado.

―Amé a tu madre, Leo. Realmente lo hice. Quería pasar el resto de mi vida con ella, pero las cosas no siempre son como queremos. ―Su mirada estaba perdida en algún lugar del cielo. Su voz era suave, como un susurro, pero seria, sin rastro de conmoción, como si no sintiera realmente lo que decían sus palabras.

¿De verdad la amó? ¿Era verdad todo lo que estaba diciendo? ¿Podía ser cierta toda esa historia?

Por unos segundos hubo silencio entre nosotros mientras mi mente validaba sus palabras, comparando hecho y tratando de poner la lógica antes que las emociones.

―Si en verdad eres mi padre ―dije luego de unos segundos, con un nudo en la garganta―, ¿Por qué me transformaste en ese monstruo? ¡¿Por qué?! ¿Por qué condenar a tu hijo a vivir con esa bestia dentro? ¡¿Por qué me hiciste beber ese maldito líquido?! ¡¿Por qué arruinaste mi vida?! ―Las palabras salieron de mi boca como disparos, como flechas afiladas que parecían herirlo, aunque apenas lo demostraba en su perfecto y pálido rostro.

HIBRIDO, CRONICAS DEL LINAJE HUNDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora