Capítulo 6 - MONSTRUO

11 2 1
                                    

Mi respiración sonaba extraña y agitada. Mis pisadas se escuchaban más fuertes y potentes que antes. Todo a mi alrededor era barullo, una mezcla terrorífica de gritos y llanto.

Por alguna razón sólo mi oído y algo de mi olfato parecían funcionar, ninguno de mis otros sentidos respondía, por más que trataba y trataba de despertarlos. Era la primera vez que tenía una pesadilla como esa. Me sentía atrapado, encerrado en mi propio cuerpo y lo único que podía hacer era escuchar vagamente lo que ocurría a mi alrededor. Había perdido la noción del tiempo, ya que mi mente oscilaba entre la conciencia y la inconsciencia, sumida siempre en aquella profunda oscuridad que ya empezaba a desesperarme.

Entonces, cuando estaba a punto de perder la conciencia nuevamente, una pequeña luz apareció a lo lejos como una estrella lejana en el cielo oscuro de la noche. De inmediato coloqué toda mi concentración en aquella luz, tratando de mantenerme consciente, tratando de ver más allá de su brillo y de encontrar una salida a esa oscuridad.

De pronto, y sin que hiciera un gran esfuerzo, mis ojos se abrieron de par en par, encontrándome con una brillante y cálida luz que caía suavemente sobre mi rostro.

¿Qué había pasado? ¿Ya había despertado o seguía atrapado en esa pesadilla? ¿Dónde me encontraba? ¿Cómo había llegado hasta allí?

Me sentía aturdido, somnoliento y confundido, como si despertara de un largo y profundo sueño, aunque ni si quiera podía recordar en que momento me había dormido.

Tímidamente intenté ponerme de pie, temiendo que mi cuerpo no me respondiera, pero este reaccionó de inmediato, obedeciéndome como antes. Entonces una gran sensación de alivio me invadió al sentirme amo y señor de mi cuerpo nuevamente. Al parecer la pesadilla había terminado.

De inmediato barrí con la mirada todo el lugar, reconociendo mi cuarto enseguida. Pero ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Qué había sucedido la noche anterior?

Entonces todos los recuerdos empezaron a regresar a mi mente de golpe, inundándola de imágenes y sentimientos de miedo y angustia, remembrando todo lo que había vivido la noche anterior, recordando paso a paso la horrenda transformación que mi cuerpo había sufrido.

De inmediato extendí las manos frente a mi rostro, preso de un terrible miedo que hizo temblar mi cuerpo completamente. La última vez que había visto mis manos, se veían como dos espantosas garras, cubiertas por aquella piel peluda y púrpura que las hacían aún más tenebrosas.

Mis ojos se abrieron grandes al ver mis manos frente a mí y el aliento escapó de mi boca dejándome paralizado. Con el sonido del latir de mi corazón retumbando en mis oídos caí nuevamente preso del miedo. Pero el terror que sentía no era por ver a mis manos convertidas en garras, sino porque estaban cubiertas de sangre.

Mi cuerpo había regresado a ser el de antes, sin garras ni pelaje por ningún lado, pero se encontraba completamente cubierto de aquel terrorífico líquido rojizo. Mis manos, brazos, piernas, torso; todo lo que podía ver estaba pintado de rojo, un rojo oscuro y tétrico.

De un salto salí de la cama y corrí hacia el espejo, aún en medio de un ataque de pánico, temblando como un niño asustado. Nunca me había aterrado ver un poco de sangre, pero estar cubierto de ella era otra cosa.

El reflejo en el espejo confirmó que mi cuerpo entero estaba teñido de rojo, y que además me encontraba desnudo, con retazos de lo que había sido mi ropa, pegados a mi cuerpo por la sangre impregnada en ellos.

El pánico sobrecargaba mi mente en ese momento y no me permitía pensar ni sentir con claridad, por lo que no podía estar seguro de en qué parte de mi cuerpo se encontraba la herida o de dónde provenía toda esa sangre. En lo único que mi mente pensaba era en quitármela del cuerpo de la manera que fuera.

HIBRIDO, CRONICAS DEL LINAJE HUNDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora