Capítulo 16 - VENGANZA

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La tensión en mi cuerpo había desaparecido cuando retomé la consciencia, aún con los ojos cerrados. Todo parecía haber regresado a la normalidad. Me sentía igual de fuerte que antes y mi cabeza ya había dejado de dar vueltas. Lo único extraño era la brillante luz que se dejaba apreciar a través de mis párpados, haciéndome dudar si debía abrir los ojos o no. Luego de haber puesto mi cuerpo al límite, y de haber perdido el conocimiento, no era una buena señal despertar en un lugar con luz blanca por todos lados.

Mis sentidos no podían percibir nada a mi alrededor, ni un olor, ni siquiera un pequeño ruido.

¿Qué había sucedido con los humanos? ¿Acaso no había podido salvarlos? ¿Qué estaba sucediendo? ¿O es que acaso... había perdido la vida?

Preocupado abrí de inmediato los ojos, pero tuve que volver a cerrarlos ya que la intensa luz que me rodeaba fue demasiado para ellos.

Me tomó un poco de tiempo acostumbrarme al brillo reinante. Mis ojos parpadearon muchas veces antes de ser capaz de observar bien lo que me rodeaba.

Como ya lo esperaba, no me encontraba mas en aquel salón rodeado de humanos, ahora estaba solo en una pequeña habitación con cuatro paredes blancas y brillantes como la luz misma. No había absolutamente nada más en ese estrecho lugar, sólo yo y las paredes fulgurando como reflectores.

―Hola Leo ―se escuchó de pronto la voz de una mujer, procedente de algún lugar en las paredes. Su voz me resultó extrañamente familiar por un momento, aunque no supe exactamente dónde la había escuchado antes.

― ¡¿Quién está allí?! ―exclamé fuerte, volviéndome hacia todos lados, preparándome para descubrir de dónde provenía la voz la próxima vez que hablara.

De pronto una silueta apareció por una de las paredes, atravesándola como si se tratara de una puerta abierta. Su figura era como la de una mujer, aunque realmente era difícil estar seguro ya que la consistencia de su cuerpo variaba constantemente como si estuviera hecha de luz, o como si fuera transparente.

Entonces el resplandor que emanaba de su cuerpo empezó a atenuarse, permitiéndome ver su rostro y confirmando que se trataba de una mujer.

Sus cabellos eran blancos como la nieve y caían sobre sus hombros delicadamente. Su rostro era pálido y brillante, como si estuviera hecho de cristales. Su cuerpo se encontraba suspendido en el aire, moviéndose casi imperceptiblemente de arriba hacia abajo.

― ¡Eres tú! ―exclamé de pronto―. Tú fuiste quien me dio esa energía. Fue tu voz la que escuché en mi mente.

―Así es ―contestó, asintiendo con la cabeza―. Mi nombre es Aldana.

Su voz era suave como el silbido del viento, y resonaba no sólo en mis oídos, sino también en mi mente.

―¿Quién eres? ¿Por qué me ayudaste?

―Me vi forzada a intervenir, debido a que estabas a punto de perder la vida ―contestó firme, mirándome fijamente―. Te excediste en el uso de tus fuerzas, pero no era tu destino morir.

Sus palabras sonaban enfáticas, pero no había rastro de sentimiento en ellas. La razón por la que me salvó no estaba basada en emociones, sino en algo más.

... La buena noticia era que aún seguía con vida, aunque no tenía idea de dónde me encontraba...

―Gracias ―contesté aliviado, sintiéndome con nuevos ánimos.

―Era necesario que sobrevivieras, pero esa fue la primera y última vez que intervengo. Mi ciclo está pronto a acabar y mis poderes ahora son limitados. Debes tener más cuidado en el futuro.

HIBRIDO, CRONICAS DEL LINAJE HUNDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora