Sesión 6.

18 2 0
                                    

— De verdad no te comprendo.

La niña la miró, rota, sin expresiones.

— ¿Sucede algo?

Emma solo volvió a mirar hacia su derecha como de costumbre, sin decir nada. La joven decidió esperar a que ella dijera algo, que diera la primer palabra.

Pasaron un par de minutos desde aquella pregunta, y Emma aún no había contestado nada.

— No quiero hablar.— soltó de repente sorprendiendo a Emily, quien esperaba pasivamente una respuesta.

Pero algo pasaba, su voz no era la misma, estaba apagada, como si algo se hubiese roto dentro de la niña.

— Vienes aquí a hablar conmigo, Emma.—la observo con compasión y le habló con una voz dulce, como si quisiese que se desahogara.

— Yo no quería venir.— sentenció.

— ¿Tus padres te obligaron?

— ¿Qué esperabas? — contesto rápido, como si supiera lo que ella pretendía decir.

Emily abrió sus ojos y la observo más detenidamente. No parpadeaba, no sonreía cínica como siempre, algo le había pasado.

— La gente, no es como uno se la espera.

Expulsó aquellas palabras con tanta rabia que hizo que algo se retorciera dentro de la joven.

— ¿En qué sentido?

— En todos los posibles.— ladeo la cabeza mirando hacia la nada.

Lo único que podía hacer era mirarla, con tristeza, con lastima.

— ¿Estás segura de que no quieres hablar de eso? — preguntó con miedo.

— Completamente.

Emily estaba cansándose, por un lado quería dejarla en paz, "que haga su vida", pero por el otro quería abrazarla, decirle que todo estaría bien, que podía hablar con ella sin miedos.

— ¡Maldita sea, Emma! — la menor ni se inmutó, como si estuviera esperando ese grito.— ¿Por qué no hablas conmigo? Puedo ayudarte a ser normal, ¿No es eso lo que quieres?

La menor asintió, sabía que si expulsaba una sola palabra su voz se quebraría y no se permitiría llorar, no ahora.

— Entonces, ¿Qué esperas?

Emily, seguía observándola, cautivada por cada uno de sus movimientos, intentando entender su lenguaje corporal quizás. Pero la miró, detalladamente. Emma, estaba rompiéndose y frente a ella.

Tardo en responder, buscando en su cabeza vagamente las palabras que quería utilizar, armando la oración con la cual rompería el clima de desesperación que Emily había formado.

— No espero nada mejor.

La alarma volvió a sonar otra vez. La joven la paró y suspiró recostándose en su silla.

— Estoy aquí para ti, Emma.

— Lo que me molesta, — hizo una pausa.— es que lo sé.— la miró vacía y se paró de su lugar para luego salir de la sala.

Sesiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora