Sesión 13.

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— ¿Por qué hay otra silla? — le pregunto a Emily.

— Verás, tu padre me pidió que hicieras "terapia" — hizo comillas.— con alguien más aquí.— se recargó en el escritorio y la miró.

— ¿Se puede saber quién? — cruzó su mirada con la mayor.

— Yo, ¿Quién más podría ser?

Emily miro al chico que se encontraba entrando, mayor que Emma, eso era obvio.

— No.— soltó la menor asustada, pero nunca volteo.

— ¿Qué tal? Soy Mike. — el joven se dirigió a la mujer.

— ¿Puedo saber qué eres de Emma?

— Su primo.— sonrió y se sentó.

— Bien.— lo anotó.— Emma, ¿Estás bien?

La menor estaba intentando esconderse, escaparse, sobre todo, alejarse de aquel chico. Se había incomodado tanto que se encogió en la silla como una bolita.

— Solo está cansada.— la excusó su primo mirándola.

— Se ve algo incomoda.— habló la joven insegura.

Las miradas de ambos empezaron a asustarla.

— Bien, ¿Podrías contarme como es Emma? Tanto en la casa como en el colegio, ya que tengo entendido que asistes a su escuela.

— Así es, verás...— el joven posicionó su mano en el muslo de Emma, ésta lo miró tanto molesta como asustada.— ella es muy tímida, en la escuela solo habla conmigo.— se encogió de hombros.

— Ya había notado lo tímida que es, tranquilo.— Emily anotó lo que el joven decía.

La menor se removió y golpeo la mano de su primo sacándola de su pierna.

— Y bien, ¿Cómo es su relación?

— Muy buena, nos queremos mucho, ella es muy apegada a mí, no nos separamos ni para ir al baño.— los dos mayores se echaron a reír lo que el chico aprovecho para depositar su mano en la pierna de Emma, otra vez, pero más arriba.

— No sabía que Emma se llevara tan bien con alguien, creo que es la persona más reservada que he conocido en mi vida.— rieron otra vez.

— No es gracioso.— habló Emma.

— Oh vamos, princesa. Si que lo es.— la miró, pero ella notó la intención en su mirada y se retorció algo en su interior de manera brusca.

La menor volteo a ver hacía la derecha y quitó bruscamente la mano de su acompañante ganándose una mirada de frustración por parte del chico. Emily se dio cuenta del trato que tenía ella con él.

— ¿Estás seguro que son tan unidos? — la miró a Emma y luego volvió su mirada hacía Mike.

— Claro que sí, es que está molesta conmigo.— hizo un puchero infantil, los métodos de manipulación de éste chico eran impresionantes.— Toque su ropa y eso no le gustó.— la miró, Emma había captado el doble sentido impuesto en aquella oración, pero al parecer la mayor, sabiendo que solo eran un par de niños no le tomó importancia.

— No quiero que me toques.— espetó llamando la atención de Emily.

— Ya no quieres jugar, ni hablarme. Solo intento llamar tu atención Emma.— la menor lo miró.

— Nunca quise jugar.— sus ojos empezaban a empañarse.

— Claro que sí antes lo hacías.

— ¡Claro que no! — gritó parándose de su silla, haciendo que esta cayera al suelo provocando un estruendo en la habitación, por consecuencia ambos mayores también se pararon.

— Emma, no es necesario que te pongas así, menos ahora y aquí.— el mayor la miró amenazante, pero ella ya no tenía nada que perder.

— ¡Es él! — lo señaló y se giró hacía la joven.— ¡ÉL ES MI JODIDO PROBLEMA!

— ¿De qué hablas, Em? — Emily la miró impaciente, la muchacha estaba muy alterada y asustada.

— Fue él, Emily, él lo hizo.— la niña levanto su playera dejando ver más marcas de las que ya tenía.

La mayor la miró impactada, totalmente desahuciada, asustada cruzó su mirada con la de la menor la cual sollozaba.

— Oh por dios, ¿Quién te hizo esto, princesa? — se acercó rápidamente a la chica y tocó su abdomen.

— ¡Fuiste tú! — le gritó.— ¡Tú me has echo todo esto! — lo empujó con furia.

— Oh no, otra vez no.— se acercó a ella otra vez y la abrazo conteniendola.

— ¿Qué? ¿Otra vez qué? — se acercó a ellos con la intensión de separarlos.

— ¡No! No te acerques, puede lastimarte. Está teniendo otro ataque de ira.— cargó a la menor en sus brazos.

— ¡NO! ¡No lo dejes! — miró a Emily con lagrimas en los ojos.

— Necesita su pastilla.

— ¿Pastilla? — la joven se acercó nuevamente.— Bájala, por favor.

— Debo llevarla con sus padres, mañana vendrá. Tranquila.— se encaminó a la puerta con la niña en brazos.

— ¡NO! ¡NO LO VOLVERÉ A HACER! ¡DÉJAME, POR FAVOR! — suplicó.

— Princesa, necesitas la pastilla.

— ¡Bájala! — gritó Emily.

— ¡NO LA TOMARE! NO. Déjame en paz.--- rompió en llanto mientras pegaba en la espalda de su primo.— Ya no quiero.— comenzó a tranquilizarse.

— Shhh...— acarició su cabello.— No se terminará así.— susurró en el oído de la chica provocando que sus ojos se abrieran más de la cuenta.

— NO, EMILY NO LO DEJES.

— Está autorizado por tu padre, no puedo hacer nada.— la miró, destrozada.

— ¡Confíe en ti! ¡Dijiste que eras mi amiga!

— Si me lo permites...— habló el chico.

— Lo soy....

Era tarde, Emma se había ido.

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