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- Buenos días.

- Buenos días, Emma - saludó Wilson - ¿ Sabes donde está Cuddy ?

- No, no la he visto. En su despacho no está - respondió acomodándose el pelo tras las orejas.

- Vale, gracias.

Con aquello se dispuso a alejarse para buscarla, pero ella lo detuvo.

- Doctor Wilson - lo llamó.

Este se volvió hacia la joven enfermera y la miró.

- ¿ si ?

- ¿ Quieres salir a cenar ?

Wilson la miró sorprendido, y la chica se sonrojó ante su mirada.

- ¿ No eres un poco joven para mi, Emma ? - preguntó divertido. Y es que la chica no debía de haber estado más de cinco años trabajando en enfermería.

- ¿ Y qué ? No estás nada mal.

Esta vez, fue el turno de Wilson para que sus mejillas se colorearan.

- Lo siento, Emma. Estoy viendo a alguien- respondió, sin perder su sonrisa.

- Oh, vale - dijo decepcionada - Ya nos veremos, entonces.

Wilson asintió y sin nada más que decir se alejó camino del ascensor.

Cuando llegó a la primera planta y se dirigió a su despacho, tuvo la buena suerte de cruzarse a Cuddy por el camino, así que no perdió tiempo en abordarla.

- ¡ Cuddy ! - la llamó, apresurándose para pillarla antes de que desapareciera.

La mujer lo miró de reojo y continuó caminando.

- ¿ Qué quieres, Wilson ? - preguntó directa.

- Quería hablar contigo de una propuesta.

Ella lo miró, suspiró y frenó en seco.

- Tengo una reunión en diez minutos, tienes cinco para explicarte - dijo tras consultar su reloj.

- Quiero traer perritos para mis pacientes.

Cuddy lo miró alzando una ceja burlona y volvió a echar a andar.

- ¡ Oh, vamos ! - exclamó caminando tras ella - No te estoy pidiendo nada desencabellado. Apenas costará dinero al hospital y será bueno para ellos.

Cuddy le lanzó una mirada.

- Sabes que que jueguen con animales no va a hacer que sus tumores desaparezcan, ¿ verdad ?

Wilson suspiró, mientras Cuddy pulsaba el botón del ascensor.

- Ya lo sé, Cuddy. Tienen cáncer, algunos son apenas unos niños. Luchan todos los días para seguir viviendo, sufren, lloran. Solo quiero regalarles un pequeño momento de felicidad.

Cuddy suspiró, entrando en el ascensor.

- Lo siento, Wilson. La respuesta es no.

(...)

House entró en el despacho de Cuddy como un vendabal, como siempre lo hacía, haciendo que la puerta chocara ruidosamente contra la pared.

- House, estoy cansada, acabo de tener una reunión. Déjalo para mañana, por favor - le pidió guardando unas carpetas en su escritorio.

- ¿ Qué le has dicho a Wilson ? - inquirió bruscamente - Está deambulando por el hospital como un zombie.

Cuddy suspiró y se dejó caer en la silla. Ser la jefa era agotador, siempre alguien tenía algo que objetar.

- Quería traer perros para sus pacientes. Le dije que no - respondió escuetamente.

- ¿ Por qué ?

- ¿ Por qué ? Me extraña que tú me lo preguntes. Traerlos no servirá de nada, y además, habrá que hacerles pruebas para asegurarse de que estan sanos y no pueden pegarles nada a gente con el sistema inmune por los suelos, contratar a cuidadores... No es mucho dinero, pero es trabajo, y tengo otras cosas de las que ocuparme.

- Pasaré consulta si lo aceptas.

Cuddy dejó el bolígrafo sobre la mesa y lo miró fijamente.

- ¿ Te estás sacrificando por Wilson ? - preguntó sorprendida.

- Él siempre lo ha hecho por mi, es hora de que haga yo también algo por él.

Cuddy lo miró aún más sorprendida, aunque suspicaz. ¿ Era aquello posible ? ¿ O se traía algo entre manos ?

- Está bien. Pero harás un mes, no podrás escaquearte y serás el médico amable que todos saben que no eres - negoció.

House frunció el ceño.

- Haré tres semanas y me portaré - contraatacó - no se puede tener todo.

Ambos se observaron, como en un duelo de miradas.

- Hecho - aceptó Cuddy - Mañana a las siete.

Cuddy lo siguió con la mirada mientras House salía de su despacho. Una vez estuvo fuera, Cuddy, aún con su expresión sorprendida, apoyó la barbilla en una de sus manos y se preguntó "¿ En serio House está preocupándose por alguien" ?"

Y sí, House se preocupaba y quería a Wilson más de lo que nadie sabía.

Y Wilson, a quien House había insistido varias veces que no no era el dueño de su corazón aún, no le creía.

Al fin y al cabo, todo el mundo miente.

                         FIN
                 

Solo un pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora