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•Narra Leslie•

—Lo siento, quería que tuvieses algo mejor que esto pero es lo único que puedo pagar —Comente con angustia dejando mi mochila sobre la cama del tetrico motel

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—Lo siento, quería que tuvieses algo mejor que esto pero es lo único que puedo pagar —Comente con angustia dejando mi mochila sobre la cama del tetrico motel. La habitación no era nada a lo que estuviese acostumbrada, mínima luz, paredes oscuras, un aroma fétido que no se disipaba siquiera con perfume de ambiente, era realmente horrible, quería irme de allí cuanto antes.

—No nos encontrará aquí —Susurro acomodándose en el lado izquierdo de la cama matrimonial, su pequeña anatomía me dejaba a mi el espacio suficiente como para estirarme en mi máximo esplendor, cosa que aunque hiciera no terminaría por ocupar entera aquella cama.

—Muy listo —Reconocí y me tire junto al niño. — ¿Quieres ir a por algo de comer? Ya casi es hora de la cena —Le mire fijamente a lo que Aiden asintió.

Al salir de allí eran las seis en punto, el sol ya se había escondido y el crepúsculo ya estaba sobre nosotros, a duras penas quedaba luz. Caminamos por varias calles hasta llegar a una gasolinera donde pedimos sándwiches de pavo antes de sentarnos tranquilamente a cenar.

— ¿Que tal tu primer día de escuela? ¿Volvieron a molestarte? —Arrugue mi ceño mientras daba un mordisco a mi comida, Aiden dudo pero al final negó con su cabeza.

—Creo que será un buen año, Leslie —Sonrió con certeza a lo que sonreí también, era un alivio que el mismo niño que llegaba día tras día llorando a casa por las constantes molestias que recibía dijese aquello con tal esperanza.

—Así será —Sonreí y le despeine para luego reír en conjunto.

—Oye Les... —Llamó mi atención el castaño señalando un punto a mis espaldas con su dedo índice —¿Ese no es... el chico que estaba contigo en detención?

Antes de que pudiese concretar su pregunta me volteé con agilidad, a mi vista quedo su imagen... su perfecta imagen. Vestía una camisa celeste a medio abotonar y en la parte inferior sus típicos jeans ajustados, su pelo se mecía al compás del viento denotando que acababa de traspasar la puerta. Me giré nerviosa quedando frente a Aiden de nuevo en un intento de que no me notase, evitaba mirarle, o mirar a cualquier lado y que mis ojos delataban los nervios que sentía... Fallidamente el por qué se rehusaba a aparecer en mi cabeza, la respuesta aún estaba en modo incógnito pero lo cierto era que la vergüenza era un factor que me abundaba cuando estaba en su maldita presencia.
Una mano en mi hombro hizo que me sobresaltase al punto de casi caer del asiento, bruscamente tomé esa mano con ira, no podía dejar que mis verdaderas emociones saliesen al la luz. Mis ojos asesinaron los suyos en cuanto nuestras miradas se encontraron.

— ¿Estas siguiéndome? —Cuestione con furia a lo que el rubio se mantuvo con una mueca calmada, hasta podía decir que se asomaba una pequeña sonrisa.

— ¿Podrías soltarme? No me agrada a dominación femenina en absoluto —Sonrió con satisfacción a lo que rodando mis ojos solté su extremidad. Él me empujó suavemente a un lado con su cuerpo hasta que logró sentarse a mi lado, hecho que me fastidiaba en absoluto. —De hecho si, estaba siguiéndote, me dio curiosidad al verte ingresar al mismo motel en el que yo estaba... —Me miro con interés a lo que fingí atragantarme para poder tomar un poco de refresco, Aiden observaba con sus ojos bien abiertos. —Tranquila, solo quise saber por qué están allí... Solos.

—No te importa —Refunfuñe sin mirarle.

—No, a ti no iba a preguntártelo —Miro a mi hermano con una mueca amistosa. —Aiden...
Mire a Aiden con furor intentando que captase mis pensamientos por un momento fugaz, el hecho de que pudiese decir algo que nos dejase en evidencia me tenía preocupada, pero él era inteligente, estaba segura de que no mencionaría nada acerca de sus dones.

—Padre... golpeo a Leslie... —Dijo con dificultad, sus ojos se habían vuelto completamente oscuros a causa del resentimiento que sentía, pero no había rastros de una angustia o algo similar. La mirada de Billy se posó repentinamente en mi, sentía su lastima y eso me proporcionaba vehemencia, no necesitaba la calamidad de nadie, no me sentía una víctima.

— ¿Estas bien? —Preguntó con un tono al que reconocía bien como preocupado... Billy... Preocupado... Eso no era nada de lo que yo esperaba, y mucho menos no era algo que podía dejar pasar.

—Está bien, son cosas que pasan —Suspire y le mire de reojo evitando su mirada.

—Por supuesto que no, no es algo que puedas dejar pasar. Tienen que venir conmigo —Decreto casi haciéndome escupir la comida que masticaba en mi boca.

— ¿Que? Estás loco —Comente intentando no inmutarme pero la realidad era que estaba completamente alterada.

—Tú estás loca si piensas que ese tipo no va a regresar. Lo hará y no tendrá piedad —Repentinamente Billy miraba fijamente la mesa como si del tema supiese lo necesario para angustiarse, sus ojos azules ahora eran cristalinos gracias a la capa de lágrimas que se había formado en ellos y que yo solo pude notar. Billy en si máximo tope de sentimientos, apenas le conocía pero sabía que no era un chico a los que le gustase sentir algo. —Vamos, tomen sus cosas y lárguense de la ciudad, aún están a tiempo.

—¡Definitivamente no! No puedo hacer eso en mi penúltimo año escolar —Refunfuñe con mi mente desorbitada casi tanto como mis ojos mirándole ahora mismo.

—Necesitarán a alguien que les proteja, dos niños débiles contra un hombre violento no suena alentador —Aconsejó.

—Yo puedo proteger a mi hermana —Hablo Aiden y por debajo de la mesa cruce mis dedos rogando que no dijese ninguna otra palabra. Pero sabía que el castaño era inteligente y que no hablaría de ello.

—No lo dudo en un futuro, pero ahora eres más débil que ella.

—Oye, deberías dejar de meterte en nuestra vida Billy, puedo defenderme sola, no necesito la ayuda de nadie y menos la pena de un cretino como tú —Con ira mis ojos encontraron a los suyos, violentamente si puso de pie y con ambas manos azoto la mesa.

—¿¡Acaso crees que es pena!? ¡Evitó que te maten a ti y a tu hermano, maldita perra! No sabes lo que un hombre furioso puede hacerte... —Una vena bien marcada casi salía de su cuello rojo de ira, mi respiración agitada dejó en evidencia que me había asustado lo suficiente como para no volver a rechistar, él al notar aquello relajó su cuerpo y con un suspiro ahogado volvió a desvanecerse en el asiento. —No es pena, estaba dispuesto a ayudarte.

Requiem for a Blue Jean [Billy Hargrove]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora