El Jardin de Invierno

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Narra Billy

Suspire con cansancio mirando el panorama con mis ojos apenas abiertos, tenía el cigarrillo entre mis labios y le daba cortas pero placenteras caladas mientras de a ratos fruncía mi ceño durante ciertos pensamientos que se aparecían en mi cabeza

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Suspire con cansancio mirando el panorama con mis ojos apenas abiertos, tenía el cigarrillo entre mis labios y le daba cortas pero placenteras caladas mientras de a ratos fruncía mi ceño durante ciertos pensamientos que se aparecían en mi cabeza. Pero no me permitía a mi mismo pensar tanto, era una persona muy sentimental y si había algo que mejor me salía era ocultar aquello, y enterrar esa conmiseración en lo más profundo de mi casi inexistente alma despiadada.

De a ratos la chica morena desnuda a mi lado se removía entre las sábanas... Y decir que podía soportarlo era quedarme con cortas palabras. Era realmente insoportable y no el hecho de que se moviese demasiado, sino, el estar con personas que no quería estar.
Lo primero que hice tras calzarme mis bóxers fue buscar mis jeans azules teniendo en mi cabeza un réquiem bastante popular en California. Lo repetía una y otra vez sin saber por qué hasta que la castaña, cuyo nombre no recordaba, hablo adormilada.

— ¿Te vas ya tan pronto, galán? Quédate conmigo un poco más —Rogó con tono sensual, sacudí mi cabeza con incomodidad y solté una carcajada burlona.

—Estas en un error, preciosa. Ni creas que soy de esos que se quedan para las charlas nocturnas post relaciones sexuales de las mujeres. Solo es follar, no quiero escuchar tus problemas, suficiente tengo con los míos ¿Donde esta la salida? —Bufe aburrido mientras terminaba de vestirme y apenas señaló una dirección, sin siquiera pensar en terminar de abotonar mi camisa, me apresuré a pirarme de allí lo más rápido que mi Camaro podía ir.

Pise a fondo el acelerador y prendí otro cigarrillo que no se habría consumido hasta pisar las huestes de mi agónica casa sumida en la oscuridad. Pero no por mucho tiempo perduró esa constante calma, estaba a medio camino, tres pasos para cruzar la puerta y las luces del entremés se encendieron de golpe. Casi instantáneamente gire sobre mis talones maldiciendo en voz baja intentando escapar de allí.

—Si le he dado un auto es solo por que no quiero verle la puta cara de inútil todos los días aquí en la casa —Refunfuñó furioso el jefe de esa tétrica familia a la que ahora pertenecía hablándole a Susan mientras el sonido del cerrojo llegaba directo a mis oídos, no bastó más para encender mi furia.

—¿Entonces por que me esperas despierto para reprochármelo? ¿Eh? —Me giré con aires asesinos para enfrentarme cara a cara a la rabia echa persona, es decir, a Neil.

—Mira en que estado llegas, eres un bastardo sin escrúpulos, Billy —Me tomo del cuello de la camisa sin prender y me acerco a su rostro el cual emanaba calor gracias a la furia que estaba desatando sobre mi.

—Si eres un resentido del demonio no es mi problema —Gruñi sintiendo como su mano soltaba la tela para posarse extendida en mi cuello. Trague saliva nervioso, rogaba que no lo hiciese otra vez.

—Estas acabando con mi paciencia, Bill. Te lo advierto, si no comienzas a...

— ¿Que me harás? ¿Golpearme hasta matarme? Deberías hacerlo, aún no entiendo por qué me tienes aquí. Haces que todos me detesten, maldito hijo de- —Anhelaba ese golpe limpio con el que había interrumpido mi oración, me tambalee unos pasos antes de sentir como volvía a darme otra vez.

— Sabes una cosa Billy... Eres un completo desastre para todos. Tu nunca podrías tener respeto por alguien, jamás podrás sentir realmente, destruyes a las personas que te rodean y haces que se hundan contigo. Eres una completa basura y no podía dejar que siguieses arruinando la vida de tu madre y de tu hermana. No las mereces, no mereces a nadie —Expreso con rencor y resentimiento dejando que me incorporase, le mire con la mirada más inexpresiva que pude soltar en ese momento, y en verdad era por que volvía a romper una parte de mi con sus palabras. Podía soportar todos sus golpes si se quedaba callado.

—Lo se, me lo haces saber todos los días —Manifesté con un tono inestable gracias a que en mis ojos se habían formado cúmulos de lágrimas que esperaban deseosas a que cerrara mis ojos para poder resbalarse por mis mejillas.

—Pero veo que no sirve de nada. Por qué sigues siendo la misma escoria de todos los días —Declaró con los dientes apretados y se acerco a mi pero no con intención de terminar el último round. —Y más te vale por lo que me queda de paciencia contigo comenzar a ser un buen hermano con Max —Me tomo por el cuello obligándome a caminar junto a él, pero esa noche no me dejaría pisotear tan fácil.

— ¿Para que luego puedas golpearme con la excusa de que le llevo por el camino de Holly? No lo creo, Neil —Bufé mientras le miraba enarcando una ceja, su puño cerrado no tardó en dar contra mi costilla en un golpe de gancho que mi padre muy bien tenía practicado. Me retorcí de dolor.

—A mi no me vas a lamer el culo, cabron hijo de puta. Soy señor para ti —Impuso con ímpetu dándome un empujón que me haría desestabilizarme y casi caer al suelo. —Entra ahora mismo y deja de hacer el ridiculo aquí afuera. Felicitaciones, podrías ser dramaturgo, estás dándole un gran espectáculo a la vecindad —Aplaudió mi padre a modo de burla mientras volvía al interior de su casa. Me resigne a seguirle y con brutalidad me desenvolví hasta llegar a mi habitación donde cerré la puerta con tanta fuerza que por poco no se remueven los cimientos.

Me sentía tan humillado que no retuve el llanto al sentir como mi corazón se encogía y daba un brinco. Era un jodido imbecil y lo más frustrante era saber que Neil tenía razón.

Tenía la maldita capacidad para echar a perder a las personas.

Requiem for a Blue Jean [Billy Hargrove]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora