Steve Harrington

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•Narra Leslie•

— ¿Mi hermano te dará una paga? —Preguntó por enésima vez la pelirroja que se rítmicamente con su patineta a mi lado izquierdo, en el derecho Aiden caminaba despacio mientras rodaba sus ojos fastidiado de vez en cuando, ella era un poco chillona a...

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— ¿Mi hermano te dará una paga? —Preguntó por enésima vez la pelirroja que se rítmicamente con su patineta a mi lado izquierdo, en el derecho Aiden caminaba despacio mientras rodaba sus ojos fastidiado de vez en cuando, ella era un poco chillona apenas molesta pero agradable, al fin y al cabo era una persona bastante conversadora y se parecía mucho a Billy, tenía su espíritu temerario. —Quiero decir que el va a acostarse contigo como recompensa por esto ¿Verdad? —Sus ojos celestes se clavaron en mi con una mueca desagradable. Negué levemente con mi cabeza y le pase el paquete de frituras que íbamos consumiendo.

— ¿Crees que me acostaría con el cerdo de Billy? Es caridad, tu hermano no me agrada —Bufé, echo que pareció aliviar a la niña que ahora daba vueltas a nuestro alrededor.

—Ni a mi, pero tú me agradas, no eres de esas...
—Insoportables prostitutas plásticas—Complete su idea al mismo tiempo en el que Max se detenía a mirarme como si me estuviese analizando.

—Exactamente —Corroboró con su frente apenas arrugada y con la tabla bajo su brazo comenzó a caminar junto a nosotros. —Esas chicas me fastidian ¿Sabes? Hacen creer a Billy que es algo así como James Dean y cree que acostándose con ella olvidara que su padre le apaliza cada día —Refunfuño la pelirroja a mi lado dejándome pasmada con sus palabras. Me llevo unos segundos soltar una respuesta ya que en mi cabeza cada punto comenzaba a unirse tal y como si fuese un código que acababa de descifrar abriendo una puerta con un solo camino a la respuesta. Jamás me habría esperado algo similar, me gustaba pensar que Billy tenía un lado sensible y ahora me daba el lujo de coger el mérito por eso, lo sabia, lo sabia, lo sabia.

No me mostré sorprendida ante su revelación, no quería incomodarle haciéndole creer que había hablado de más, estaba segura de que si Billy sabía que ahora yo tenía esa información nos asesinaría a ambas sin dejar rastro alguno.

—Es un cretino con mucha adrenalina encima —Suspiré casi sin poder creer que se lo estaba diciendo a una niña de once años, menos aún creía que esa misma niña me hubiese develado un secreto tan relevante como para mi saber que significaba el número que Aiden llevaba tatuado en su muñeca derecha. Que estuviese en esa situación denotaba la poca vida social que llevaba tras el trágico accidente.

—Asqueroso.

Bufo y ambas nos miramos cómplices, el castaño fingió una mueca melodramática de susto obligándome a despeinarle con cariño.

—Deja ya de hacer esas caras —Solté con gracia a lo que él solamente se empeñó en hacer su mueca más notable.

—Son raras, tiene que ser cosa de pelirrojas —Comentó con rechazo ante nuestras carcajadas, el niño resoplo antes de continuar. —Y es que aún no ha mencionado que antes se pasaba horas en The Palace jugando a los videojuegos, Dragon's Lier y Dig Dug eran sus favoritos. Pero los cambio por pasarse horas en su cuarto leyendo cuando una chicas le humillaron —Relató el pequeño niño que lejos de reflejar los ocho años que tenía estaba a la altura de los niños del séptimo grado. Aunque nadie quería a Aiden, él era inteligente y algo sensible, pero no había indicios de ser introvertido en su personalidad, más bien, adoraba y sabía como valorar a las personas quienes le rodeaban, más el disfrutaba de su soledad y los niños le molestaban por eso.

— ¿Ah si? ¡Dig Dug es mi favorito también! —Bramó Max con entusiasmo, me preguntaba como la pequeña soportaba a Billy con su carácter tan hosco todos los días siendo ella tan liberal.

Seguimos caminando un trecho recto para luego doblar en la carretera principal, en ese momento no había casi vehículos puesto que era hora de cenar y podíamos gozar de la tranquilidad de estar al aire libre sin la minima preocupación. Aiden iba tarareando una canción, si mal no me equivocaba era la nueva melodía de Billy Ocean, Caribbean Queen, que seguramente habría escuchado en la radio. Aiden disfrutaba de la música casi tanto como yo de mis libros.
Max iba detrás nuestro practicando insignificantes saltos con su patineta y debes en cuando lanzaba un comentario aleatorio el cual yo respondía instantáneamente. Admitía abiertamente que disfrutaba más estando con aquellos niños que de la compañía de ciertos 'amigos' los cuales habían dejado de existir para mi hacía ya un largo tiempo.

Pero la constante paz acabó cuando el sonido rugiente del motor de un auto en movimiento se hizo presente en mis oídos intensificándose más a cada milésimo, no tuve idea de cómo hasta minutos más tarde pero una ola expansiva se extendió a nuestro alrededor lanzándome al suelo de un sacudón mientras que el automóvil envuelto en esa fuerza sobrenatural dio medio vuelco que le dejó llantas arriba. Mire a Max, quien había sufrido el mismo golpe de inercia que yo, mirar atónita a Aiden quien permanecía de pie y parecía más extraordinario que nunca. Me acerqué a ella arrastrándome para consolarle con un sonido muy agudo que aun resonaba en mis oídos, no me daba lugar a pensar aún la forma en la que le explicaría a la joven lo sucedido.
Aún mirando a Aiden quien no debe de visualizar rabioso el vehículo abrace a Max y pegue su rostro lloroso a mi cuello. El sonido de los metales chirriantes hizo que mirásemos nuevamente en dirección al coche del cual ahora intentaba salir un Steve Harrington completamente golpeado, no le di tiempo a reaccionar.

—Tenemos que hablar, todos.

Requiem for a Blue Jean [Billy Hargrove]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora