Perro Que Ladra No Muerde

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✘Narra Billy✘
8 de Mayo de 1995

Apenas acababa de arribar en mi hogar y la primera situación en la que me vi envuelto fue en la de tener que contemplar a cuatro niños y un intento de mujer adulta dormitando todos juntos casi apilados sobre la alfombra de la sala de estar en nues...

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Apenas acababa de arribar en mi hogar y la primera situación en la que me vi envuelto fue en la de tener que contemplar a cuatro niños y un intento de mujer adulta dormitando todos juntos casi apilados sobre la alfombra de la sala de estar en nuestra casa.
Removí los brazos y cabezas que la rodeaban y tomé a la chica cargándola en mi hombro mientras que colocaba una manta sobre el resto de los energúmenos que tenía por hijos, rescatando de allí a la única niña, Leah, la cual deposite en el sofá y me lleve conmigo al gnomo de metro sesenta que tenían por madre esos pequeños.

¿Cuando es que habíamos llegado a esto?

17 de noviembre de 1984

Bajo la capa de escarcha helada de Hawkins esa noche se ocultaban los autos, entre ellos la patineta que Max había olvidado bajo las escaleras del pórtico de su casa, pero ahora dormía tan plácidamente que se hacía difícil imaginar que estuviese c...

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Bajo la capa de escarcha helada de Hawkins esa noche se ocultaban los autos, entre ellos la patineta que Max había olvidado bajo las escaleras del pórtico de su casa, pero ahora dormía tan plácidamente que se hacía difícil imaginar que estuviese consciente de ello. Sin embargo, jamás pudo prever que un niño tocaría su ventana repetidas veces esa noche hasta despertarle.
En su reloj marcaban las tres de la madrugada, se preguntó qué clase de idiota irrumpiría a esa hora en su casa pero instantáneamente la imagen de un desaparecido Billy vino a su cabeza y si esperaba que ella lo cubriese estaba del todo equivocado.
Pensó ante todo despertar a sus padres, más no le pareció correcto, después de todo ella bien sabía lo que ocurriría cuando Neil le viese otra vez, golpes y más golpes, y aunque odiase con todo su corazón a Billy le dolía cada uno de esos impactos sobre su piel además de el hecho de que Billy la culpase sin sentido por cada uno.

Más fue inevitable pasar por alto la sorpresa que se llevó al ver que el niñito de ojos azules que apenas se asomaba por su ventana era Aiden, Aiden Leith.

El pequeño castaño sonrió dejando ver una fila de pequeños dientes tiritantes a causa del frío pese a llevar un abrigo lo bastante morrudo como para abrigarle por completo.

—¿Aiden? Que diablos ¿No estabas en Arizona?

—Ha pasado... Algo. Leslie se ha ido de casa y pensé que Billy podría saber dónde está —Aiden deshizo su dulce sonrisa para dejar a los ojos de la pelirroja una mueca constipada, recordar todo lo que le había sucedido aquellos días le causaba estragos en el estómago, empezando por el hecho de jamás haber arribado en la ciudad acordada.

—Entra, hace frío allí afuera —Max trago saliva mientras tomaba las muñecas del niño ayudándole a subir hasta haber estado dentro de su habitación. Luego de eso cerró la ventana antes de que el frío ingresase en aquel lugar lo suficientemente rápido como para llegar hasta la habitación de su madre y su padrastro y despertarles. —Billy no está aquí hace días, y creo que tu hermana está con el. El comisario...

—Hopper.

—...Hopper ha estado buscándole por qué no ha asistido al colegio. Los niños comentan que el le ha dado su remolque para que viva, peor no la he visto en el pueblo estos días. Tal vez hayan huido —Prosiguió la pelirroja mientras ambos tomaban asiento en el suelo de madera, enfrentados, observándose cara a cara, Max apenas podía entender como había logrado reaccionar tan rápido puesto que se encontraba en un profundo sueño a la mitad de la noche.

—No, no lo creo, Leslie no es así. Fue por mi y Billy la ha acompañado —Decreto el castaño que bien seguro estaba de sus palabras, visualizo su muñeca escondida entre las piernas cruzadas donde aún permanecía vigente la numeración 012. Max se mordió el labio nerviosa y apenada por Aiden, después de todo no debía ser nada agradable estar solo teniendo tan solo ocho años. Siquiera ella misma creía posible el enfrentar esa situación sola.

—Tienes razón —Corroboró la pelirroja tomando en cuenta el hecho de que su suposición había sido una completa estupidez. —Deberíamos ir a su remolque —Propuso con voz entusiasta cuando el ambiente quedó en completo silencio llamando la atención de Aiden quien no pensaba más que en encontrar a su hermana.

—No tendremos como ingresar allí —Enarcó ambas cejas encontrando la idea algo delirante, pero después de todo estaba subestimando de la capacidad de una niña de trece cuando el solo tenía ocho.

—Se nos ocurrirá algo. Vamos.

Después de que ambos se equiparan con abrigos más factibles en contra de la helada cruzaron la ventana que los devolvía a la fría noche en la que se encontraba sumida Hawkins. Max maldijo al ver que su patineta estaba cubierta de hielo y agua pero no le dio importancia suficiente como para distraer su atención esa noche, más bien, se dispuso a caminar con rapidez por las silenciosas y tenebrosas calles inhóspitas de aquel pueblo con su compañero mágico de aventuras, Aiden.

Iban tan distraídos parloteando entre ellos que no se percataron de que una figura humana les seguía de cerca, bajo un abrigo relleno de algodón abultado se escondía un joven veintiañero de cabellos largos hasta por debajo de sus omóplatos y grandes cejas castañas con facciones angulosas bastante notables y una mueca poco amistosa. El joven tomó ventaja y sin que los niños pudiesen notarlo pasó frente a sus narices esperando el momento perfecto para hacer visible su anatomía colocándose en medio de la carretera donde ellos se encontraban caminando animosamente.

—Aiden Leith, tu. —Adam señaló al niño que varias veces había aparecido en su cabeza desde hacía al menos una semana.
Ambos pequeños miraron con desconfianza al sujeto antes de mirarse entre sí y comienzan a correr en direcciones opuestas hasta chocarse con un domo imperceptible recientemente puesto por este extraño sujeto.

—Espero que estén bien, no fue un gran golpe —Espeto con voz firme mientras que daba pasos para acercarse a los pequeños quienes poco entendían la situación. Los ojos del castaño se mostraban enrojecidos de pronto. —Soy Adam Sixx. Más bien, 004.

Requiem for a Blue Jean [Billy Hargrove]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora