Un nuevo sentimiento

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Pasaban y pasaban las horas y aún no se había podido hacer nada por Serena; Darien cada vez perdia más la paciencia, su cordura se esfumaba al ver más cerca la posibilidad de perder al amor de su vida, caminaba de un lado a otro por los pasillos del hospital tratando de hacer algo para conseguir la sangre que su amada necesitaba.

Las chicas seguian en la sala de espera, tratando de consolar a Darien pero sus acciones eran en vano ya que en ese momento nada lo podia calmar, Seiya por su parte habia ido a ver si su sangre era compatible con la de Serena, lo mismo hicieron los demás pero no hubo éxito, estaba revisando los resultados que también habían salido negativos cuando su mente maquino una respuesta a sus preguntas, ¡Kurai! Es la única que posiblemente pueda ayudar a Serena, pero si ella hizo esto ¿como podría convencerla de ayudar?

Seiya salió rápidamente del hospital, llegó al parque num.10 y espero a que Kurai apareciera. era la única forma de poder verla ya que no tenía su dirección exacta, se sentó en una banca a esperar pero pasaron las horas y ella no llegaba.

-. Kurai aparece por favor... - decía para si mismo.

-. Aquí estoy... - Se escuchó la voz de Kurai.

Seiya volteo a mirar rápidamente y la vio recargada en un árbol, su semblante era distinto, sus ojos eran inexpresivos, su piel estaba aún más blanca, sus labios no tenían color, estaba triste podía verse que algo no andaba bien con ella, aún así Seiya la vio hermosa.

-. Llegaste... - Dijo esbozando una media sonrisa.

-. Siempre estoy siguiendo tus pasos... - respondio seria.

-. Necesito decirte algo, pero tal vez no te agrade, necesito contarte lo que me atormenta para que puedas ayudarme. - Dijo Seiya acercándose.

-. ¿Que me vas a contar? ¿Que aún amas a Serena? ¿Que sólo estabas conmigo porque yo te la recordaba? Eso ya lo sabía, lo escuche salir de tus labios. - Dijo dando un paso atrás.

Seiya se quedó sin palabras ante aquella confesion, ella había escuchado lo que había platicado con Serena, se sintió miserable en ese momento.

-. Kurai yo... Lo siento, si; al principio fue eso lo que me atrajo de ti, pero... - Seiya se quedó inmóvil.

Aquellas palabras le habían destrozado el alma a ella, el odio se apoderó de su mente y con una mano hizo que Seiya quedara inmóvil, lo miraba llena de tristeza, no quería lastimarlo, pero ella no conocía el amor verdadero, no conocía el perdón, desde muy pequeña el odio había vivido en su interior opacando cualquier otro sentimiento que se atreviera a aparecer, lágrimas de dolor rodaron por sus mejillas.

-. Kurai es...cucha...me - pedia Seiya apenas audible.

Callo al suelo tratando de recobrar su fuerza, el aliento se le había ido del cuerpo, miro a Kurai llorar, la había herido, había cometido el error de compararla con alguien más, de usarla para llenar el vacío que existía en su corazón.

-. No me digas nada más, se que la amas, jamás había sentido este tipo de dolor, es una pena demasiado grande, una herida que duele cada vez que te veo. - Decía llorando.

-. Perdóname, por favor, se que me equivoque, ahora se que en verdad eres tu quien me importa, eres tu la que me roba el sueño, la que me tiene hechizado, eres tu la parte de mi vida que me hacía falta, no se como resarcir el daño que te hice y si no puedes perdonarme, al menos perdona a Serena ella no tiene culpa en esto, está muriendo y yo se que sólo tu puedes ayudarla, ella te quiere Kurai, ella no es mala. Ayudala. - pedia de rodillas.

El verlo tan desesperado por su hermana le dolía pero sabía que en algo si tenía razón, Serena no tenía la culpa de lo que había pasado, ella misma se había ilusionado con ese chico a pesar de que Neherenia le advirtió que el amaba a su hermana, Kurai no dijo nada, se dio la vuelta y se alejó de ahi.

Seiya contempló como el amor se alejaba, ¿como era posible que por haber estado mirando las estrellas pudiera perder la luna?.

Llego la noche y Kurai seguía sin poder entender aquel sentimiento que se había apoderado de su alma, Neherenia le prohibió ayudar a Serena pero ella no podía seguir guardando tanto odio en su corazón, decidió darle de su sangre, fue al hospital y sin que nadie se diera cuenta dono la sangre que le salvaría la vida a su hermana.

Se apareció en el cuarto donde estaba Serena, la contempló un momento, al verla tan indefensa, luchando por sobrevivir se sintió terrible, su corazón se estrujo, se acercó hasta ella y tomo su mano, se sentía fría, su rostro era indescifrable, su piel estaba pálida, y podía ver los golpes en su cara y sus brazos.

-. ¿Como pude llegar a esto? ¿Por qué te odie tanto? - Se preguntaba llena de tristeza y duda.

Serena podía escuchar la voz de su hermana, deseaba con toda el alma poder consolarla, a pesar de no haberla conocido; en el fondo de su corazón estaba el amor que le tenía, un amor que ni el tiempo ni la distancia habían podido borrar.

en tus OJOS (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora